El Santo Padre preside en la basílica vaticana las exequias por el cardenal Alfonso
Maria Stickler, buen conocedor de las contrariedades y los desafíos con los que los
cristianos deben confrontarse en nuestra época
Sábado, 15 dic (RV).- “La merecida recompensa del discípulo fiel está en los cielos
en la contemplación del fulgor de la Verdad eterna”. El Santo Padre presidió ayer
tarde en la basílica vaticana las exequias por el cardenal Alfonso Maria Stickler,
muerto a los 97 años de edad.
“No cedamos jamás a la tentación de buscar éxitos
y apoyos humanos en lugar de contar sólo y siempre en Cristo”. De esta manera se expresó
ayer tarde el Papa en la Basílica de san Pedro durante su homilía en las exequias
por el cardenal Alfonso María Stickler, fallecido el pasado miércoles a los 97 años
de edad. “Sabía bien que amar a Cristo es amar a su Iglesia, que es siempre santa
-subrayó el Papa-, como hizo notar en su testamento espiritual, a pesar de la debilidad
algunas veces motivo de escándalo a causa de nosotros sus representantes y miembros
en el pasado y en el presente”.
El cardenal Stickler conocía las contrariedades
y los desafíos con los que los cristianos deben confrontarse en esta época nuestra
y decía que solamente con un verdadero amor por Cristo podían hacerlos valientes y
perseverantes defendiendo la verdad de la fe católica. Al final de la homilía de las
exequias el Papa ha deseado para el cardenal Stickler la merecida recompensa y contemplación
del fulgor de la Verdad eterna”, y el Papa a este propósito ha concluido homilía con
la invocación con la que el mismo purpurado ha cerrado su testamento espiritual: “creo,
espero, amo; perdona mi debilidad en la fe, en la esperanza y en la caridad y condúceme
¡oh Dios mío! en el Reino de Tú amor. Amén”.