2007-12-02 15:17:37

El Papa recuerda en su homilía desde el hospital San Juan Bautista, que en cada enfermo hay que saber reconocer y servir al mismo Cristo, haciendo percibir con gestos y palabras, los signos de su amor misericordioso


Domingo, 2 dic (RV).- Benedicto XVI ha visitado esta mañana el hospital romano de San Juan Bautista de la Soberana Orden Militar de Malta y ha entregado idealmente a la comunidad cristiana de Roma, la Encíclica “Spe Salvi”. En medio de un clima de emoción, el Santo Padre ha sido acogido esta mañana en un sector de dicho hospital donde ha celebrado la misa a las nueve de la mañana, en la que han participado más de 350 fieles, decenas de enfermos -en sillas de ruedas-, junto a sus familiares, médicos, enfermeros y autoridades”.

“Vayamos con alegría al encuentro del Señor”. Con estas palabras, en su homilía, el Papa se ha dirigido a ellos directamente en este primer domingo de Adviento, que ha recordado que se trata de un “tiempo de espera”, “tiempo de esperanza”, esperanza cristiana a la que ha dedicado su segunda Encíclica que comienza con las palabras: “Spe Salvi facti sumus”.

“Nosotros tenemos necesidad de esperanza –pequeña y grande- que día a día nos mantiene en el camino –ha señalado el Pontífice, recordando después que- sin la gran esperanza que debe superar todo el resto, ésta no basta. Esta gran esperanza solamente puede ser Dios, que abraza el universo y que puede proponernos y darnos aquello que nosotros solos no podemos alcanzar”.

Y el Papa ha elegido “esta casa en la que se lucha contra la enfermedad ayudados por la solidaridad”, para entregar idealmente su segunda Encíclica a la comunidad cristiana de Roma. “Es un texto –ha evocado el Santo Padre- que os invito a profundizar para que encontréis las razones de aquella esperanza confiada, en virtud de la cual podemos afrontar nuestro presente… un presente fatigoso”.

El Papa ha asegurado su “cotidiana oración” por los “queridos enfermos”, y por sus familiares que “comparten también ansias y esperanzas”, y les ha invitado “a encontrar en Jesús apoyo y consuelo exhortándoles a no perder jamás la confianza”.

“En la prueba y en la enfermedad Dios nos visita misteriosamente y si nos abandonamos a su voluntad podemos experimentar la potencia de su amor. Los hospitales y las casas para ancianos –ha proseguido Benedicto XVI- precisamente porque están habitadas por personas probadas por el dolor, se pueden convertir en lugares privilegiados donde se testimonia el amor cristiano que alimenta la esperanza y suscita propósitos de solidaridad fraterna”. Benedicto XVI ha subrayado después la misión concreta de este hospital, “donde al centro de las preocupaciones de todos está la acogida amorosa y cualificada de los pacientes, la tutela de su dignidad y el compromiso de mejorar la calidad de la vida”.

El Papa ha recordado como la Iglesia desde siempre “ha estado particularmente próxima a aquellos que sufren, así como la Soberana Orden Militar de Malta que “desde los comienzos se ha dedicado a la asistencia de los peregrinos en Tierra Santa mediante un hospicio-enfermería, mientras perseguía la finalidad de la defensa de la cristiandad y se prodigaba en cuidar a los enfermos, especialmente a los pobres y marginados”.

Seguidamente ha dirigido a cuantos trabajan en el Hospital y a los numerosos voluntarios el siguiente llamamiento: “En cada enfermo, cualquiera que éste sea, sabed reconocer y servir al mismo Cristo; hacedles percibir con vuestros gestos y vuestras palabras los signos de su amor misericordioso”.

Por último, el Papa ha aludido a la Navidad que se aproxima. “Jesús no se cansa jamás –ha dicho el Santo Padre- de visitarnos continuamente en los acontecimientos de cada día”. Solamente quien es consciente de esto, no le pilla desprevenido, ha advertido el Pontífice. “Que no os suceda –les ha dicho después el Papa- como lo ocurrido en el tiempo de Noé, cuando los hombres comían y vivían despreocupadamente y les cogío el diluvio sin estar preparados”.

“¿Qué quiere el Señor hacernos comprender con esta advertencia, sino que no nos dejemos absorber por la realidad y por las preocupaciones materiales, de tal manera que quedemos engañados?”, se ha preguntado el Papa, finalizando con una invitación a prepararnos “a revivir con fe, el misterio del nacimiento del Redentor”.







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