El Papa recuerda en su homilía desde el hospital San Juan Bautista, que en cada enfermo
hay que saber reconocer y servir al mismo Cristo, haciendo percibir con gestos y
palabras, los signos de su amor misericordioso
Domingo, 2 dic (RV).- Benedicto XVI ha visitado esta mañana el hospital romano de
San Juan Bautista de la Soberana Orden Militar de Malta y ha entregado idealmente
a la comunidad cristiana de Roma, la Encíclica “Spe Salvi”. En medio de un clima de
emoción, el Santo Padre ha sido acogido esta mañana en un sector de dicho hospital
donde ha celebrado la misa a las nueve de la mañana, en la que han participado más
de 350 fieles, decenas de enfermos -en sillas de ruedas-, junto a sus familiares,
médicos, enfermeros y autoridades”.
“Vayamos con alegría al encuentro del Señor”.
Con estas palabras, en su homilía, el Papa se ha dirigido a ellos directamente en
este primer domingo de Adviento, que ha recordado que se trata de un “tiempo de espera”,
“tiempo de esperanza”, esperanza cristiana a la que ha dedicado su segunda Encíclica
que comienza con las palabras: “Spe Salvi facti sumus”.
“Nosotros tenemos necesidad
de esperanza –pequeña y grande- que día a día nos mantiene en el camino –ha señalado
el Pontífice, recordando después que- sin la gran esperanza que debe superar todo
el resto, ésta no basta. Esta gran esperanza solamente puede ser Dios, que abraza
el universo y que puede proponernos y darnos aquello que nosotros solos no podemos
alcanzar”.
Y el Papa ha elegido “esta casa en la que se lucha contra la enfermedad
ayudados por la solidaridad”, para entregar idealmente su segunda Encíclica a la comunidad
cristiana de Roma. “Es un texto –ha evocado el Santo Padre- que os invito a profundizar
para que encontréis las razones de aquella esperanza confiada, en virtud de la cual
podemos afrontar nuestro presente… un presente fatigoso”.
El Papa ha asegurado
su “cotidiana oración” por los “queridos enfermos”, y por sus familiares que “comparten
también ansias y esperanzas”, y les ha invitado “a encontrar en Jesús apoyo y consuelo
exhortándoles a no perder jamás la confianza”.
“En la prueba y en la enfermedad
Dios nos visita misteriosamente y si nos abandonamos a su voluntad podemos experimentar
la potencia de su amor. Los hospitales y las casas para ancianos –ha proseguido Benedicto
XVI- precisamente porque están habitadas por personas probadas por el dolor, se pueden
convertir en lugares privilegiados donde se testimonia el amor cristiano que alimenta
la esperanza y suscita propósitos de solidaridad fraterna”. Benedicto XVI ha subrayado
después la misión concreta de este hospital, “donde al centro de las preocupaciones
de todos está la acogida amorosa y cualificada de los pacientes, la tutela de su dignidad
y el compromiso de mejorar la calidad de la vida”.
El Papa ha recordado como
la Iglesia desde siempre “ha estado particularmente próxima a aquellos que sufren,
así como la Soberana Orden Militar de Malta que “desde los comienzos se ha dedicado
a la asistencia de los peregrinos en Tierra Santa mediante un hospicio-enfermería,
mientras perseguía la finalidad de la defensa de la cristiandad y se prodigaba en
cuidar a los enfermos, especialmente a los pobres y marginados”.
Seguidamente
ha dirigido a cuantos trabajan en el Hospital y a los numerosos voluntarios el siguiente
llamamiento: “En cada enfermo, cualquiera que éste sea, sabed reconocer y servir al
mismo Cristo; hacedles percibir con vuestros gestos y vuestras palabras los signos
de su amor misericordioso”.
Por último, el Papa ha aludido a la Navidad que
se aproxima. “Jesús no se cansa jamás –ha dicho el Santo Padre- de visitarnos continuamente
en los acontecimientos de cada día”. Solamente quien es consciente de esto, no le
pilla desprevenido, ha advertido el Pontífice. “Que no os suceda –les ha dicho después
el Papa- como lo ocurrido en el tiempo de Noé, cuando los hombres comían y vivían
despreocupadamente y les cogío el diluvio sin estar preparados”.
“¿Qué quiere
el Señor hacernos comprender con esta advertencia, sino que no nos dejemos absorber
por la realidad y por las preocupaciones materiales, de tal manera que quedemos engañados?”,
se ha preguntado el Papa, finalizando con una invitación a prepararnos “a revivir
con fe, el misterio del nacimiento del Redentor”.