En el segundo Consistorio ordinario público de su Pontificado, Benedicto XVI crea
23 nuevos cardenales y recuerda en especial a los cristianos de Irak, rogando por
«la anhelada reconciliación y paz para todos los pueblos de esa amada tierra»
Sábado, 24 nov (RV).- «¡Sed apóstoles de Dios que es Amor y testigos de la esperanza
evangélica: es lo que el pueblo cristiano espera de vosotros!». En el segundo Consistorio
ordinario público de su Pontificado, Benedicto XVI crea 23 nuevos cardenales y recuerda
en especial a los cristianos de Irak, rogando por «la anhelada reconciliación y paz
para todos los pueblos de esa amada tierra».
Entre los nuevos cardenales, tres
son españoles: el Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García Gasco, el de Barcelona,
Lluis Martínez Sistach, y el padre Urbano Navarrete, jesuita, que fuera rector de
la Gregoriana. Dos de Argentina, Mons. Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación
para las Iglesias Orientales, y Mons. Estanislao Esteban Karlic, Arzobispo emérito
de Paraná. Uno de México, Mons. Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Monterrey, y
uno de Brasil, Mons. Odilio Pedro Scherer, Arzobispo de Sao Paulo.
En la Basílica
Vaticana, «corazón del mundo cristiano» Benedicto XVI ha renovado hoy - por segunda
vez en su Pontificado - un significativo y solemne evento eclesial: el Consistorio
ordinario público para la creación de 23 nuevos Cardenales, que, siguiendo una antigua
institución, integran el Colegio Cardenalicio y son los «más cercanos consejeros y
colaboradores del Sucesor de Pedro en la guía de la Iglesia».
En un clima
de intensa alegría y espiritualidad en unión con toda la Iglesia, Benedicto XVI ha
recordado el valor de la tarea que los nuevos purpurados están llamados a desarrollar,
invitando a rezar para que permanezcan siempre fieles a Cristo, llegando, si fuera
necesario, al sacrificio de su vida, y se dejandose guiar únicamente por el Evangelio:
«La celebración del Consistorio es siempre una providencial ocasión para ofrecer urbi
et orbi, a la ciudad de Roma y al mundo entero, el testimonio de aquella singular
unidad que reúne a los Cardenales alrededor del Papa».
Universalidad y Catolicidad
de la Iglesia. Al tiempo que la gran familia de los discípulos de Cristo, a la que
pertenecen pueblos de toda cultura, está diseminada en todos los continentes y habla
prácticamente todas las lenguas del mundo, el Santo Padre ha manifestado su gran afecto
a las comunidades de los nuevos cardenales y en particular a las más probadas por
el sufrimiento, los desafíos y las dificultades de todo tipo, mencionando en especial
a los iraquíes, palabras que han sido acogidas con un gran aplauso: «¿Cómo no pensar
con aprensión y afecto en este momento de alegría, en las queridas comunidades cristianas
que se encuentran en Irak? Estos nuestros hermanos y hermanas en la fe experimentan
en su propia carne las consecuencias dramáticas de un conflicto que perdura y viven
en el presente una situación política extremadamente frágil y delicada. Llamando al
Patriarca de la Iglesia Caldea a formar parte del Colegio de los Cardenales he querido
expresar, de forma concreta, mi cercanía espiritual y mi afecto hacia aquellas poblaciones.
Queridos Hermanos, queremos reafirmar juntos la solidaridad de la Iglesia entera hacia
los cristianos de aquella amada tierra e invitar a invocar de Dios misericordioso
la llegada de la anhelada reconciliación y paz para todos los pueblos implicados».
Sin
ninguna «ambición» y «sin reivindicar nunca privilegios», los verdaderos discípulos
de Cristo anhelan ser siervos, gratuita y desinteresadamente. Pues «la verdadera grandeza
cristiana no consiste en dominar, sino en servir, como nos sigue repitiendo el mismo
Jesús, también hoy a cada uno de nosotros», ha enfatizado Benedicto XVI: «Éste es
el ideal que debe orientar vuestro servicio. Queridos Hermanos, entrando a formar
parte del Colegio de los Cardenales, el Señor os pide y os encomienda el servicio
del amor: amor a Dios, a su Iglesia, a los hermanos con una dedición máxima e incondicional
– usque ad sanguinis effusionem - como reza la fórmula para la imposición de la birreta
y como muestra el color rojo de los hábitos que vestís. ¡Sed apóstoles de Dios que
es Amor y testigos de la esperanza evangélica: es lo que el pueblo cristiano espera
de vosotros!
También hoy, Benedicto XVI ha sellado sus palabras invocando a
la Madre de Dios: «A María, Reina de los Apóstoles, nos dirigimos ahora con confianza.
Que su presencia espiritual, hoy, en este singular cenáculo, sea prenda para los nuevos
Cardenales y para todos nosotros de la constante efusión del Espíritu Santo que guía
a la Iglesia en su camino en la historia. ¡Amén!».
Con especial conmoción,
el Papa recordó al anciano obispo Ignacy Jez, de Koszalin-Kolobrzeg, Polonia, que
hubiera deseado elevar a la dignidad cardenalicia, pero que falleció repentinamente
el día antes de su anuncio.
A partir de hoy el Colegio Cardenalicio cuenta
con 201 miembros, 120 de los cuales son electores. Entre los nuevos cardenales, recordamos,
tres son españoles: el Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García Gasco, el de Barcelona,
Lluis Martínez Sistach, y el P. Urbano Navarrete, jesuita, que fuera rector de la
Gregoriana. Dos de Argentina, Mons. Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para
las Iglesias Orientales, y Mons. Estanislao Esteban Karlic, Arzobispo emérito de Paraná.
Uno de México, Mons. Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Monterrey, y uno de Brasil,
Mons. Odilio Pedro Scherer, Arzobispo de Sao Paulo.
Los otros países de donde
proceden los nuevos miembros del Colegio Cardenalicio son Italia - con 6 nuevos cardenales
- Estados Unidos - con dos - y luego Irak, Alemania, Polonia, Irlanda, Francia, Senegal,
la India y Kenia, con uno respectivamente. En nombre de todos, el Prefecto de la Congregación
para las Iglesias Orientales, Leonardo Sandri, saludó al Papa asegurando «la colaboración
más fiel y leal».
«Estaremos siempre al lado del Papa en los momentos de mayor
compromiso y en los ordinarios» enfatizó el nuevo Cardenal Leonardo Sandri. Al lado
del Papa, servidor de la verdad que proclama la primacía de Dios, que guía la Iglesia.
Cuando invoca la paz, indicando la gran fuerza de la oración y del diálogo. Cuando
promueve la unidad de los cristianos y el respeto de todas las religiones y culturas
en la recíproca exclusión de toda violencia.
Al lado del Papa como servidores
de la causa del hombre, cuando reitera que la persona sin Dios se pierde a sí misma.
En favor del matrimonio y de la familia, de la vida desde la concepción hasta su ocaso
natural. Cuando hace hincapié en los derechos fundamentales y en particular en la
libertad religiosa, cuando defiende el respeto de la inalienable dignidad de la persona
humana ante toda opresión: «Sí estamos con el Papa cuando, en el dulce nombre de Jesús
se hace abogado de los niños y de los jóvenes, así como de los ancianos, de los pobres
y de los necesitados, de los que no tienen empleo, los prófugos los migrantes. Que
Cristo Buen Pastor, Rey del Universo y de la historia, le confirme con amplias efusiones
de su Santo Espíritu, para que sea para la Iglesia y el mundo signo del amor de Dios,
que es Padre de todos. Que el Señor bendiga y custodie a Su Santidad y le conserve
como dichoso trabajador de su viña. ¡Gracias Padre Santo!»
Y, mañana, solemnidad
de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, Benedicto XVI celebrará la Eucaristía
también con los nuevos Cardenales y les entregará el anillo.
Después de esta
solemne ceremonia, Benedicto XVI salió de la Basílica Vaticana y en el atrio saludó
a las numerosísimas personas que habían seguido la creación de los nuevos cardenales
desde la Plaza de San Pedro.
El Papa agradeció la participación orante de
todos los fieles y peregrinos presentes y explicó que por temor a que pudiera llover
la ceremonia había tenido lugar en la Basílica. Reiterando que los nuevos cardenales
reflejan la universalidad y catolicidad de la Iglesia, Benedicto XVI insistió en que
«todos juntos somos familia de Dios».