Jueves, 15 nov (RV).- Los temas de la paz y la tolerancia son de vital importancia
en un mundo en el que a menudo las actitudes rígidas suscitan incomprensión y sufrimiento
y pueden incluso llevar a una violencia letal. Con este mensaje de tolerancia lanzado
por Benedicto XVI, les queremos convocar mañana a celebrar el Día Internacional de
la Tolerancia que Naciones Unidas ha establecido que se recuerde de manera anual cada
16 de noviembre.
En el mensaje del pasado año del secretario general de la
ONU, Ban Ki-moon, éste recordaba cómo los últimos años han estado marcados por “un
aumento de la intolerancia, el extremismo y la violencia en todo el mundo”. Resultado
de este panorama, son las personas y comunidades víctimas de actos de brutalidad y
violencia simplemente por su origen étnico, su religión, su nacionalidad u otras características
de su identidad. Ante esta situación Ban Ki-moon invitaba a cada uno de nosotros a
esforzarse en defender los principios de la tolerancia, el pluralismo, el respeto
mutuo y la coexistencia pacífica.
Ha pasado un año de ese mensaje y éste sigue
cobrando una dramática actualidad. Sigue siendo necesaria una mayor solidaridad, entendimiento
y tolerancia, pero sobre todo diálogo, como recordaba Benedicto XVI. “El diálogo –ha
señalado en más de una ocasión- es claramente indispensable si se quiere encontrar
soluciones a conflictos y tensiones dañosas, que causan tantos males a la sociedad.
Sólo a través del diálogo puede existir la esperanza de que el mundo llegue a ser
un lugar de paz y fraternidad”.
Esta es la reflexión que lanzamos hoy ante
las noticias que llegan de todo el mundo de conflictos, de atentados o los actos indiscriminados
de violencia vividos en Italia a raíz del asesinato de una mujer en manos de un hombre
de nacionalidad rumana. Para evitar actos indiscriminados de racismo “es deber de
toda persona de buena voluntad, y especialmente de todo creyente, ayudar a construir
una sociedad pacífica y a superar la tentación de agresividad y enfrentamiento fútiles
entre diferentes culturas y grupos étnicos”.
En este sentido el Santo Padre
recordaba que “cada uno de los pueblos del mundo tiene la responsabilidad de dar su
contribución particular a la paz y a la armonía, poniendo su herencia espiritual y
cultural y sus valores éticos al servicio de la familia humana en todo el mundo”.
Este objetivo sólo puede alcanzarse si en el centro del desarrollo económico, social
y cultural de cada comunidad existe el debido respeto por la vida y la dignidad de
toda persona humana. Una sociedad sana promueve siempre el respeto de los derechos
inviolables e inalienables de todas las personas. Sin "una base moral objetiva, ni
siquiera la democracia puede asegurar una paz estable". En este sentido, el relativismo
moral mina el funcionamiento de la democracia, que por sí misma no basta para garantizar
la tolerancia y el respeto entre los pueblos.
Por tanto, como señalaba el
Papa, es de fundamental importancia educar en la verdad, y favorecer la reconciliación
dondequiera que haya sido perjudicada. El respeto de los derechos de los demás, que
da fruto mediante un diálogo sincero y veraz, indicará los pasos prácticos que pueden
realizarse. Toda persona de buena voluntad tiene el deber de trabajar por este objetivo.
Con esta reflexión les dejamos hoy.