El Papa alienta a los obispos de Portugal cambiar el estilo de organización de la
comunidad eclesial y la mentalidad de sus miembros para lograr una Iglesia que siga
el rumbo del Concilio Vaticano II
Sábado, 10 nov (RV).- «El cuerpo de Cristo que abraza a la humanidad de todos los
tiempos y lugares es la Iglesia». Lo ha reiterado esta mañana Benedicto XVI en su
discurso a los obispos de Portugal que han concluido su visita ad limina apostolorum.
Acogiendo con gran alegría a los miembros de la Conferencia Episcopal portuguesa,
el Papa ha puesto de relieve el ministerio de los Pastores de ser puentes entre la
humanidad y la Santísima Trinidad.
Tras evocar la peregrinación de los obispos
portugueses durante el Gran Jubileo, Benedicto XVI los ha alentado a perseverar en
las numerosas iniciativas que han venido impulsando en favor del Pueblo de Dios que
peregrina en Portugal. Como «el censo general sobre la práctica dominical, la reanudación
del camino sinodal, la convocación en varias diócesis de la ‘statio’ eucarística y
la misión en general, la realización del encuentro nacional de movimientos y nuevas
comunidades, el congreso dedicado a la familia, la promoción integral del hombre,
los pasos dados para el establecimiento de un nuevo Concordato con el estado y la
aclamación de santidad ejemplar en la personas de nuevos beatos».
Alentando
a los obispos lusos a seguir las enseñanzas del Concilio Vaticano II, aplicándolas
a los desafíos que se presentan en la actualidad también en Portugal, el Santo Padre
ha hecho hincapié en que «la verdadera misión de la Iglesia no es la de hablar primariamente
de sí misma, sino de Dios». En este contexto, Benedicto XVI ha alentado a promover
y construir «caminos de comunión»: «Es preciso cambiar el estilo de organización de
la comunidad eclesial portuguesa y la mentalidad de sus miembros para lograr una Iglesia
que siga el rumbo marcado por el Concilio Vaticano II, en la cual esté bien establecida
la función del clero y del laicado, teniendo en cuenta que todos somos uno, desde
cuando fuimos bautizados integrándonos en la familia de los hijos de Dios y todos
somos responsables del crecimiento de la Iglesia».
Tras reiterar, una vez más
- como escribió en su Encíclica Dios es Amor - que es imprescindible el encuentro
personal con Jesucristo, encuentro del que depende también la evangelización de las
personas y de las comunidades, en lo que respecta al gran número de cristianos no
practicantes en Portugal, el Santo Padre ha evocado luego su Exhortación Apostólica
posinodal sobre la Eucaristía – Fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia:
«Ante la marea creciente de cristianos no practicantes en vuestras diócesis, tal vez
valga la pena verificar la eficacia de los actuales procesos de iniciación, para ayudar
cada vez más al cristiano a madurar con la acción educadora de vuestras comunidades,
y para que llegue a asumir en su vida una impronta auténticamente eucarística, que
le haga capaz de dar razón de la propia esperanza de modo adecuado en nuestra época».
(Exhortación Apostólica posinodal Sacramentum caritatis, 18)
Benedicto XVI
ha concluido su discurso recordando el 90 aniversario de las Apariciones de Nuestra
Señora de Fátima, en cuya solemne clausura participó - el mes pasado - su Secretario
de Estado, cardenal Tarcisio Bertone: «Me gusta pensar en Fátima como en una escuela
de fe, con María como Maestra. Allí Ella colocó su cátedra para enseñar a los pequeños
videntes y, después a las multitudes, las verdades eternas y el arte de orar, creer
y amar. En la actitud humilde de los alumnos que necesitan aprender la lección, confiad
diaria y totalmente, en esta tan insigne Maestra y Madre de Cristo, todos y cada uno
de vosotros y vuestros sacerdotes, directos colaboradores en la conducción del rebaño,
los consagrados y consagradas que anticipan el Cielo en la tierra y los fieles laicos
que moldean la tierra a imagen del Cielo».