Escuchar el programa Viernes, 9 oct
(RV).- Hoy hablaremos de la importancia que tiene la familia, con la formación y el
ejemplo, en la prevención de miles de dificultades y problemas que hoy afectan a nuestros
jóvenes, problemas que en la mayoría de ocasiones son señalados como problemas sociales,
es decir de las comunidades en general, y en los cuales realmente todos tenemos mucho
que ver.
La gran mayoría de los problemas como drogadicción, delincuencia
común, violencia, tienen su origen en el seno familiar, en su descomposición, en la
desarticulación de las familias, sus condiciones de miseria, falta de educación que
se convierten en círculos viciosos y repetitivos generación tras generación, sin que
en muchas ocasiones se tomen medidas decisivas que rompan estos círculos viciosos.
La
descomposición social que padecemos hoy en día no se arregla con soluciones esquivas,
puntuales, de corto plazo que sólo pretenden remediar las consecuencias inmediatas
de los problemas, es decir apresar al delincuente, amonestar al agresor, estas soluciones
realmente no buscan ir al origen mismo del problema.
Personas sumidas en
el alcohol y las drogas, personas en cuyo interior existe un conflicto, son personas
que sin duda en un principio formaron parte de una familia, pero que por múltiples
razones dentro de ellas no hallaron el espacio que necesitaban y lo buscaron en el
lugar menos indicado. Casi siempre las personas con problemas y dificultades en sus
comportamientos tienen como origen familias disfuncionales, hogares divididos, problemas
de comunicación, violencia intra familiar, entre otros. De ahí que se podría señalar
que para empezar a buscar el origen real de los problemas sociales, que son atravesados
por el ámbito familiar, habría que empezar analizando el corazón humano, es decir
los valores, las formas de relación, los puntos o ejes de referencia, las aspiraciones,
los principios que constituyen el marco y la base de su actuar.
No cabe
duda que los tiempos cambian, y por ello las relaciones sociales así como los hombres
y mujeres en general. Hoy en día se le da importancia más a algunas cosas que otras,
por ejemplo se valora mucho la posesión de objetos, a la imagen física, la belleza,
valores socialmente aceptados y promovidos por el consumo, la publicidad y medios
de comunicación que están sustituyendo algunos valores espirituales trayendo como
resultado el vacío de sus miembros y la búsqueda de soluciones en el exterior, cuando
estas están dentro del corazón humano.
Este cambio de valores y sus consecuencias
lo podemos constatar cada uno de nosotros, al interior de nuestros propios hogares,
obviamente en unos más que en otros. Por ejemplo dejamos poco tiempo para comunicarnos,
para dialogar e intercambiar las experiencias, sueños y temores entre los miembros
de una misma familia; hay poco tiempo para escuchar a los hijos o a la esposa o esposo,
pero sí más tiempo trabajar.
Esta falta de afecto y acogida dentro de
la familia hace que sus miembros -especialmente los hijos- orienten la búsqueda de
sus expresiones y afectos en otros espacios y ambientes, donde se encuentran muchas
vías de escape que van desde la violencia, las drogas, sin que ello realmente plantee
soluciones al problema.
Fortalecer la familia, es un camino privilegiado
para sanar la sociedad, de lo contrario nos seguiremos enredando en las consecuencias
antes mencionadas y nos seguiremos enfrentando sólo con medidas paliativas, creando
un círculo vicioso que cada vez se estrechará más. Compartir, amar, entregar, dar
ejemplo, son elementos esenciales para este fortalecimiento.