El Papa exhorta a los universitarios católicos a ser discípulos de Cristo “no dejándose
atrapar por espejismos interesados y persuasivos”
Viernes, 9 oct (RV).- A última hora de la mañana el Santo Padre ha recibido en la
sala Clementina del palacio apostólico de Vaticano a los representantes de la Federación
Universitaria Católica Italiana (FUCI) que está celebrando sus 110 años de fundación.
“Una ocasión -ha dicho el Papa en su discurso- para poder mirar el camino recorrido
y las futuras perspectivas”.
“La custodia de la memoria histórica, representa
un precioso valor porque, considerando la validez y la consistencia de la propias
raíces, podemos más fácilmente proseguir el camino emprendido”. Benedicto XVI ha recordado
a Juan Pablo II cuando, en ocasión del centenario de la FUCI, dijo que “la historia
de la Federación Universitaria Católica Italiana constituye un capítulo significativo
en la vida de la Iglesia en Italia y, en particular, en aquel vasto y multiforme movimiento
laical que ha tenido en la Acción Católica, su movimiento de referencia”.
Un
movimiento, el de los católicos universitarios Italianos, ha señalado el Papa, “que
ha contribuido a la formación de enteras generaciones de cristianos ejemplares. Que
han sabido traducir en la vida y con la vida el Evangelio, comprometiéndose en el
plano cultural, civil, social y eclesial”. Benedicto XVI ha recordado personalidades
ilustres como Aldo Moro y Vittorio Bachelet, ambos bárbaramente asesinados y a su
venerado predecesor Pablo VI, que fue un atento y valiente asistente eclesiástico
de la FUCI en los difíciles años del fascismo.
Los últimos 10 años, ha dicho
el Santo Padre, se han caracterizado por el decidido compromiso de la FUCI por redescubrir
la propia dimensión universitaria: “os habéis constantemente preocupado por la nueva
configuración de los estudios académicos, por las relativas modificaciones legislativas,
por el tema de la participación estudiantil y los modos con los que las dinámicas
globales de la comunicación inciden sobre la formación y la transmisión del saber.
“Es
precisamente en este campo, ha especificado el Papa- donde la Federación Universitaria
Católica Italiana expresa hoy su antiguo y siempre actual carisma: es decir, el convencido
testimonio de la posible amistad entre inteligencia y fe, que comporta el esfuerzo
incesante de conjugar la maduración en la fe con el crecimiento en el estudio y la
adquisición del saber científico. En este contexto adquiere significativo valor vuestra
expresión: creer en el estudio”.
El Papa está convencido que es posible, durante
los estudios universitarios y gracias a ellos, realizar una auténtica madurez humana,
científica y espiritual. “Creer en el estudio”, quiere decir reconocer que el estudio
y la investigación, especialmente durante los años de universidad, poseen una intrínseca
fuerza de ensanchamiento de los horizontes de la inteligencia humana, siempre que
el estudio académico conserve un perfil exigente, riguroso, serio, metódico y progresivo.
En estas condiciones representa una ventaja para la formación global de la
persona humana. El estudio constituye al mismo tiempo una providencial oportunidad
para avanzar en el camino de la fe, ya que la inteligencia bien cultivada, afirma
el Papa, abre el corazón del hombre a la escucha de la voz de Dios, evidenciando
la importancia del discernimiento y de la humildad.
A este respecto Benedicto
XVI ha aludido a sus palabras pronunciadas recientemente en el “Agorá” de Loreto cuando
exhortó a los jóvenes a no seguir el camino del orgullo, sino el de un real sentido
de la vida, abierto a la dimensión trascendente. “Hoy, como en el pasado, -ha finalizado
Benedicto XVI- quien quiere ser discípulo de Cristo está llamado a ir contra corriente,
a no dejarse atraer por los espejismos interesados y persuasivos, procedentes de diversos
púlpitos donde son propagados comportamientos presentados en favor de la arrogancia
y la violencia, de la prepotencia y de la conquista del éxito a cualquier precio”.
En la sociedad actual, ha terminado diciendo el Pontífice “se registra una
carrera desenfrenada “a la apariencia y al tener” en detrimento del “ser”. Por eso
la Iglesia, maestra de humanidad, ha recordado Benedicto XVI, no se cansa de exhortar
especialmente a las nuevas generaciones, a permanecer vigilantes y a no tener miedo
a la hora de elegir caminos alternativos, que solamente Cristo puede indicar. “Que
los años de la Universidad sean por lo tanto escuela de convencido y valiente testimonio
evangélico”.