Audiencia general: el Papa invita a leer las Sagradas Escrituras porque la Palabra
de Dios es palabra de vida eterna y lo único que "trasciende en el tiempo"
Miércoles, 7 nov (RV).- “Un precioso trabajo para la Iglesia latina y para la cultura
occidental”. De esta manera ha definido Benedicto XVI “la Vulgata”, el texto oficial
de la Biblia de la Iglesia latina, traducida al latín por san Jerónimo, padre de la
Iglesia, sobre cuya figura el Papa ha trazado el perfil hoy en su catequesis de la
Audiencia General. El Santo Padre ha invitado a los más de 30 mil peregrinos reunidos
en la plaza de san Pedro a “amar la Palabra de Dios”, a leerla individualmente o en
comunidad, a asistir a la santa Misa, lugar comunitario por excelencia en la escucha
ideal de la Sagrada Escritura.
Jerónimo, hijo de una familia cristiana, nació
en Estrigonia, actual Hungría, hacia el año 347. Estudió en Roma, luego partió hacia
Oriente siguiendo durante un tiempo una vida de eremita en el desierto, y “donde la
meditación, la soledad, y el contacto con la Palabra de Dios -ha dicho el Papa- hicieron
madurar en él la sensibilidad cristiana, tras advertir y comprobar vivamente el contraste
que había con la mentalidad pagana”.
En el año 382, san Jerónimo volvió a Roma,
donde fue consejero del Papa Dámaso. En el 385 emprendió de nuevo una peregrinación,
primero, a Tierra Santa (“silencioso testimonio de la vida terrena de Cristo”) y
más tarde, viajó a Egipto (“tierra de elección de muchos monjes”). Un año más tarde,
en el 386, llegó a Belén donde permanecerá hasta su muerte, el 30 de septiembre del
año 420.
Después de haber explicado la vida de san Jerónimo, el Pontífice ha
recordado que “ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”. “Para todo cristiano -ha
exhortado el Papa- es importante un diálogo vivo con la Palabra de Dios que debe siempre
tener dos dimensiones, la individual y la comunitaria, porque Dios habla a cada uno
de nosotros, pero la palabra de Dios -ha añadido- sirve también “para construir la
comunidad y para unirnos en el camino del descubrimiento de Dios”. “La palabra de
Dios trasciende los tiempos, las opiniones humanas van y pasan: lo que hoy es modernísimo
mañana está pasado de moda. La palabra de Dios, en cambio, vale siempre”.
Este
ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho Benedicto XVI en español, para los
peregrinos de nuestra lengua presentes en la Plaza de San Pedro:
Queridos
hermanos y hermanas:
Dedicamos la catequesis de hoy
al Padre de la Iglesia San Jerónimo, que tuvo como centro de su vida la Biblia. De
familia cristiana, en Roma recibió una esmerada formación. Una vez bautizado se orientó
hacia la vida ascética y partió para Oriente, viviendo como eremita en el desierto,
donde perfeccionó el griego, estudió el hebreo y transcribió códices y obras patrísticas.
De vuelta a Roma, el Papa Dámaso, lo tomó como secretario y consejero.
Muerto
el Papa, peregrinó a Tierra Santa y Egipto, quedándose en Belén hasta su muerte. Allí
desarrolló una intensa actividad: comentó la Palabra de Dios; defendió la fe, oponiéndose
con vigor a los herejes; exhortó a los monjes; enseñó la cultura clásica y cristiana
a los jóvenes; acogió a los peregrinos. Su gran aportación a la Iglesia latina y a
la cultura occidental es la “Vulgata”, traducción latina de la Biblia basada textos
precedentes. En su obra “De viris illustribus”, muestra la importancia de más de un
centenar de autores cristianos. En su “Epistolario” se da a conocer como hombre culto,
asceta y guía de almas.
Saludo a los peregrinos de
lengua española, especialmente a las Religiosas que participan en un Curso para Formadoras
en el Instituto Claretianum; a los sacerdotes de Valencia, así como a los peregrinos
de México y de otros países latinoamericanos. Dejémonos guiar por este sabio maestro
del espíritu, tratando de aprender en la tierra las verdades que perdurarán en el
cielo. ¡Muchas gracias!
Benedicto XVI ha finalizado la Audiencia General
dirigiéndoles a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados. Queridos jóvenes,
proyectad vuestro futuro con fidelidad al Evangelio, dejándoos guiar por las enseñanzas
de Jesús. Vosotros, queridos enfermos, ofreced vuestro sufrimiento al Señor, para
que gracias también a vuestra participación en sus sufrimientos, pueda Él cumplir
su misión salvífica en el mundo. Y a vosotros, queridos recién casados, guiados por
una fe viva, buscad formar comunidades familiares animadas por un intenso fervor evangélico.