2007-11-06 17:11:19

Documento final del I Encuentro Mundial de sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas gitanos


Martes, 6 nov (RV).- «Con Cristo, al servicio del Pueblo Gitano». Era el tema del Primer Encuentro Mundial de sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas gitanos, que se celebró en Roma - del 22 al 25 del pasado mes septiembre 2007, promovido por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, dicasterio que ha hecho público el documento final de dicho encuentro.

Tras recordar que el tema de esta reunión celebrada en Roma, se inspiraba en las Orientaciones para una Pastoral de los gitanos, Documento publicado por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes - el 8 de diciembre de 2005 - se reitera la importancia de la preparación de los gitanos en las tareas pastorales en medio de su pueblo y se exhorta a impulsar la pastoral vocacional gitana.

En la cita de Roma participaron unas cuarenta personas, entre ellas 33 Gitanos consagrados, procedentes de 9 países europeos: España, Eslovaquia, Francia, Hungría, Italia, Lituania, República Checa, Rumania y Ucrania y también de Brasil. Durante el encuentro surgieron distintas propuestas y recomendaciones.

Se desea, ante todo, seguir impulsando la colaboración entre la Iglesia y las comunidades gitanas. Y se solicita, al Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes que pida a las Iglesias locales un mayor empeño, para garantizar a los gitanos una atención pastoral especial y sostener el trabajo que ya realizan los agentes de pastoral.

También se invita a tener en cuenta la posibilidad de crear estructuras semejantes a una Prelatura y organizar un seminario internacional para los Gitanos, para favorecer un buen desarrollo de las vocaciones gitanas y garantizarles una adecuada formación específica.

Se desea la presencia, en cada país, de agentes y animadores pastorales, dedicados exclusivamente a la misión evangelizadora y de promoción humana del pueblo gitano. Ellos están llamados también a ejercer el papel de mediadores entre la Iglesia y los gitanos.

Se señala la necesidad de una formación específica de los catequistas para evangelizar a los gitanos, que tenga en cuenta su visión y experiencia religiosa y preste una especial atención a la mujer gitana, por ser portadora de valores humanos y religiosos en la familia. Y, en este contexto, se recuerda de la importancia, precisamente, de la familia, célula básica de todo grupo humano, lugar fundamental de educación al diálogo, a la coparticipación y a las relaciones creativas y constructivas.

Puesto que tanto los gitanos como los payos están implicados en actos de racismo entre sí, se les exhorta a favorecer la unidad en la diversidad. Y de testimoniar el amor fraterno, más con los hechos que con las palabras, más en lo cotidiano de la vida eclesial que en las manifestaciones extraordinarias.

Se desea que los sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas de origen gitano asuman el papel de ‘puente’ entre las dos comunidades: gitana y paya. Como personas consagradas por Dios y a Dios, y como ‘embajadores de Cristo’, les está confiado también del deber de animar, en la sociedad y en la Iglesia, este paso hacia la reconciliación y la comunión entre gitanos y payos.

En lo que se refiere al problema de las sectas, se solicita que la evangelización de los gitanos no se limite a la indispensable proclamación del Evangelio, sino que esté apoyada por el testimonio y por vínculos de amistad, fraternidad e inculturación, para que ellos comprendan que la moralidad no nace de una imposición, sino que encuentra su fuente en el amor de Dios.

Se recomienda, en fin, buscar las maneras adecuadas de superar la desconfianza general hacia los gitanos e insistir en una apertura en la sociedad que les dé la posibilidad de insertarse plenamente en ella.







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