Audiencia General: Benedicto XVI exhorta a la “coherencia entre fe y vida, entre Evangelio
y cultura” y recuerda que la fe no aleja al cristiano de las tareas temporales, sino
que obliga a su perfecto cumplimiento
Miércoles, 31 oct (RV).- Benedicto XVI ha presidido esta mañana su habitual Audiencia
General de los miércoles en la plaza de san Pedro llena de peregrinos de todo el mundo
a pesar del tiempo desapacible y la lluvia. El Papa, siguiendo el curso de sus alocuciones
anteriores, ha centrado una vez más su catequesis sobre los grandes padres y las figuras
de la Iglesia de los orígenes. Hoy nos ha hablado de san Máximo, obispo de Turín,
que rigió el destino de sus diócesis entre finales del siglo IV y principios del V.
Como san Ambrosio, en la cercana ciudad de Milán, san Máximo contribuyó de
manera decisiva en la difusión y en el establecimiento del cristianismo en el norte
de Italia. En un contexto turbado por las vicisitudes y los peligros de aquella época,
la figura episcopal de Máximo se erigió como un centinela encargado de defender el
bien común. Es de máxima actualidad -ha recordado el Pontífice- la idea de la Constitución
conciliar Gaudium et Spes que “exhorta a los cristianos, ciudadanos de la ciudad
temporal y de la ciudad eterna, a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados
siempre por el espíritu evangélico”.
Y en efecto fue así: en una ciudad amenazada
por la violencia de las invasiones bárbaras y donde las instituciones civiles estaban
disolviéndose, Máximo supo suplir el vacío de poder y las tareas políticas de la autoridad
imperial, en momentos ya de total decadencia. Gracias a su sentido pastoral y a sus
enseñanzas, san Máximo de Turín -ha explicado el Santo Padre- logró mantener unido
al pueblo cristiano.
Las acciones de san Máximo nos han llegado a través de
una importante antología de homilías en las que el obispo induce a los fieles a no
abandonar nunca sus deberes sociales: a pagar los impuestos, a no adquirir mercancías
robadas. “El buen cristiano -decía- ha de ser también honesto ciudadano, en cualquier
circunstancia. Y a los creyentes, el santo varón invitaba a vivir la coherencia entre
fe y vida, entre Evangelio y cultura. Escuchemos el resumen que de su catequesis
ha hecho Benedicto XVI en español, para los peregrinos de nuestra lengua presentes
en la Plaza de San Pedro: Queridos hermanos
y hermanas: A comienzos del siglo quinto, San Máximo de Turín contribuyó decisivamente
a la consolidación del cristianismo en el norte de Italia. Se conservan pocas noticias
de su vida, sin embargo, han llegado hasta nosotros unos noventa Sermones suyos. En
ellos se puede constatar el vínculo profundo que unió a este insigne Obispo con la
ciudad de la que fue Pastor. Frente a las graves tensiones de su tiempo, San Máximo
logró congregar al pueblo cristiano a través de sus enseñanzas, atajando de este modo
el deterioro de la convivencia y los conatos de dispersión. En su predicación, subrayó
la coherencia entre fe y vida, entre Evangelio y cultura. Aunque el contexto social
actual sea distinto, el magisterio de este Padre de la Iglesia no ha perdido su vigencia,
pues hoy puede seguirse afirmando que la fe no aleja al cristiano de las tareas temporales,
sino que, por el contrario, como ya señaló el Concilio Vaticano II, obliga a su perfecto
cumplimiento, según la vocación personal de cada uno. Sobre esto mismo, yo pude
reflexionar también hace unos años en la Nota doctrinal que escribí sobre algunas
cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política.
Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española. En particular, a los grupos parroquiales, a la
Hermandad de María Santísima en su Soledad, de Sevilla, a los peregrinos de Zaragoza
y Menorca, así como a los venidos de México y otros países latinoamericanos. Acogiendo
la exhortación de San Máximo de Turín, tratemos de afrontar nuestros deberes cívicos
a la luz del Evangelio. Muchas gracias.
El saludo final del Papa, como siempre,
lo ha dirigido a los jóvenes, enfermos y recién casados. “Las inminentes celebraciones
de la solemnidad de Todos los santos y la Conmemoración de los fieles difuntos -ha
afirmado el Papa- sea para cada uno de vosotros una ocasión propicia para levantar
la mirada al cielo y contemplar las realidades futuras, últimas y definitivas que
nos esperan”.
Nuestros micrófonos esta vez recogieron el testimonio de un grupo
de mexicanos. El portavoz, un joven sacerdote, nos habla precisamente del trabajo
común y la ayuda mutua entre religiosos y laicos en las comunidades cristianas.