El Card. Bertone preside la Misa de acción de gracias por las beatificaciones de los
498 mártires españoles
Lunes, 29 oct (RV).- Esta mañana el cardenal secretario de Estado Tarcisio Bertone
ha presidido, en el altar de la confesión de la Basílica de San Pedro, la Misa de
acción de gracias por la beatificación de ayer de 498 mártires del Siglo XX en España.
Han concelebrado con el purpurado italiano más de 70 cardenales, arzobispos y obispos
españoles y han participado más de 6.000 procedentes de España
En nombre del
episcopado español, el cardenal arzobispo de Toledo y Primado de España, Antonio Cañizares
Llovera, ha expresado al cardenal Bertone al comienzo de la celebración Eucarística,
el agradecimiento de la Iglesia en España, hacia el Papa Benedicto XVI por la magna
beatificación, así como al Secretario de Estado y le ha pedido que le hiciera llegar
al Papa este mensaje
Ante la petición
el cardenal Bertone ha respondido señalando cuanto sigue
En la homilía
el cardenal Bertone ha recordado en primer lugar que la Beatificación de 498 mártires
de España, que celebramos ayer, “ha sido una ocasión para constatar una vez más cómo
la cadena de cristianos que han sido atraídos por el ejemplo de Jesús y sostenidos
por su amor no se ha interrumpido desde los comienzos de la predicación apostólica.
Ahora –matizó- estamos reunidos para elevar una ferviente acción de gracias al Señor
por este acontecimiento eclesial”.
Y ha añadido el deseo de “acogernos a la
intercesión de estos hermanos nuestros, cuya vida se ha convertido para nosotros,
y para el pueblo de Dios que peregrina en España y en otros países, en un potente
foco de luz y en una apremiante invitación a vivir el Evangelio radicalmente y con
sencillez, dando testimonio público y valiente de la fe que profesamos”
Después el
purpurado italiano ha recordado que el martirio ocurre en circunstancias históricas
trágicas, pero, el mártir, ha dicho, sabe trascender el momento histórico concreto
y contemplar a sus semejantes desde el corazón de Dios. Gracias a esa luz que le viene
de lo alto, y en virtud de la sangre del Cordero (cf. Ap 12,11), el
mártir antepone la confesión de la fe a su propia vida, contrarrestando así la agresión
con la plegaria y con la entrega heroica de sí mismo.
Amando a sus enemigos
y rogando por los que lo persiguen (cf. Mt 5,44), el mártir hace visible el
misterio de la fe recibida y se convierte en un gran signo de esperanza, anunciando
con su testimonio la redención para todos. Al unir su sangre a la de Cristo sacrificado
en la cruz, la inmolación del mártir se transforma en ofrenda ante el trono de Dios,
implorando clemencia y misericordia para sus perseguidores. Y seguidamente, el cardenal
secretario de Estado ha aludido a las enseñanzas del Papa Juan Pablo II respecto
a los mártires: “Como nos enseña el
Papa Juan Pablo II, “ellos han sabido vivir el Evangelio en situaciones de hostilidad
y persecución... hasta el testimonio supremo de la sangre... Ellos muestran la vitalidad
de la Iglesia... Más radicalmente aún, demuestran que el martirio es la encarnación
suprema del Evangelio de la esperanza” (Ecclesia in Europa, 13).
Y
tras manifestar que para comprender el verdadero sentido cristiano del martirio es
dejar que hablen los propios mártires, el Cardenal Bertone ha señalado que “de todos
es conocido que el siglo XX dio a la Iglesia en España grandes frutos de vida cristiana,
la fundación de congregaciones e institutos religiosos dedicados a la enseñanza, a
la asistencia hospitalaria y a los más pobres y a diversas obras culturales y sociales.
Destacan también –ha matizado- grandes ejemplos de santidad, así como un elevado número
de mártires obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosos, religiosas y fieles laicos”.
Asimismo ha subrayado que “estos mártires no
han sido propuestos al pueblo de Dios por su implicación política, ni por luchar contra
nadie, sino por ofrecer sus vidas como testimonio de amor a Cristo y con la plena
conciencia de sentirse miembros de la Iglesia. Por eso, en el momento de la muerte,
todos coincidían en dirigirse a quienes les mataban con palabras de perdón y de misericordia.
Por eso, estos nuevos Beatos han enriquecido a la Iglesia de España con su sacrificio,
siendo hoy para nosotros testimonio de fe, de esperanza firme contra todo temor y
de un amor hasta el extremo (cf. Jn 13,1). Su muerte constituye para todos,
un importante acicate que nos estimula a superar divisiones, a revitalizar nuestro
compromiso eclesial y social, buscando siempre el bien común, la concordia y la paz”.
Antes de finalizar su homilía el cardenal secretario de Estado ha recordado
de estos mártires su vida ejemplar, “dedicados plenamente a sus diferentes apostolados,
convencidos de la opción religiosa que habían hecho o del cumplimiento de sus deberes
familiares. Estos testigos humildes y decididos del Evangelio son luminarias que orientan
nuestra peregrinación terrena. Al venerar hoy a todos ellos que, como nos enseña el
libro del Apocalipsis, “vienen de la gran tribulación” (ibíd., 7,14),
suplicamos al Señor que nos conceda su fe intrépida, su firme esperanza y su profunda
caridad. Y ha finalizado con esta exhortación: “Dios quiera que
esta Beatificación suscite en España una fuerte llamada a reavivar la fe cristiana
e intensificar la comunión eclesial, pidiendo al Señor que la sangre de estos mártires
sea semilla fecunda de numerosas y santas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada,
así como una constante invitación a las familias, fundadas en el sacramento del Matrimonio,
a que sean para sus hijos ejemplo y escuela del verdadero amor y “santuario” del gran
don de la vida Y que el ejemplo de santidad de los nuevos mártires alcance para la
Iglesia en España y en las otras Naciones de las cuales algunos de ellos eran originarios,
muchos frutos de auténtica vida cristiana: un amor que venza la tibieza, una ilusión
que estimule la esperanza, un respeto que dé acogida a la verdad y una generosidad
que abra el corazón a las necesidades de los más pobres del mundo”. Que la Virgen
María, ha terminado, Reina de los Mártires, nos obtenga de su divino Hijo esta gracia
que ahora, con total confianza, ponemos en sus manos de Madre. Amén.