2007-10-22 15:51:52

El cardenal Hummes agradece a los Catequistas del mundo su servicio del anuncio del Evangelio


Lunes, 22 oct (RV).- El Prefecto de la Congregación para el clero, el Cardenal Claudio Hummes ha enviado una carta a todos los Catequistas del mundo, con fecha 18 de octubre, fiesta de San Lucas Evangelista, en la que les agradece su contribución y ánimo por el gran servicio en el anuncio del Evangelio.

“En este primer año de mi servicio al Santo Padre, Benedicto XVI, en la Congregación para el Clero, a la cual está confiada también la catequesis, deseo hacerles llegar mi saludo cordial y fraterno. A Dios bueno y grande en el amor, rico en misericordia, pido que os bendiga de modo muy especial. Lo hago, escribe el purpurado, en la Fiesta de San Lucas evangelista, recordando su contribución fundante para el anuncio universal de Jesucristo muerto y resucitado y de su Reino”.

El cardenal brasileño desea, en primer lugar, manifestarles su admiración por el servicio eclesial a menudo incansable en la educación de la fe católica de muchos catecúmenos o de ya bautizados confiados a ellos. Les aseguro, señala textualmente, “mi cariño como hermanos y hermanas queridos, comprometidos en la buena lucha por la fe que les solicita a menudo sacrificios heroicos, a los que, sin embargo, ustedes responden con alegría y perseverancia”.

“En la cotidiana fidelidad a Dios y fidelidad al hombre, ustedes, afirma el purpurado, continúan a ser y a constituir para vuestras comunidades parroquiales una verdadera riqueza. Ustedes son uno de los signos más prometedores, con el cual el Señor no deja de confortarnos y de sorprendernos. Continúen a mostrar pasión y voluntad en la adquisición sincera de aquella fisonomía propia de maestros, educadores y testigos de la verdad para transmitirla integralmente y fielmente al hombre de nuestro tiempo.

Antes de concluir la carta el Cardenal Claudio Hummes les pide que, “Sean capaces de fortalecer su fe, "siempre dispuestos a defenderse de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen" [1Pe 3,15], con la oración, con la formación, con la caridad. Siempre sean alegres y diligentes para que, también a través de vuestra obra, "Dios sea glorificado en todo por Jesucristo. A él sea la gloria y el poder" [1 Pe 4,11]. Y les exhorta: “a rezar y a cultivar con confianza una relación de amor, de dedicación, de escucha y de silencio con el Señor. ¡En un mundo a menudo sin esperanza, víctima de la violencia y del egoísmo, que cada gesto, cada sonrisa, cada palabra de ustedes sea un testimonio viviente que el Señor ha vencido el pecado y la muerte y que el amor es posible!.

Asimismo les exhorta, «a redescubrir las raíces profundas de vuestro testimonio en el Bautismo y en la Confirmación. A nutrir vuestro servicio de catequistas con el alimento de los fuertes: la Eucaristía. A revelar el rostro de Cristo a todos los que encuentren, en la gratuidad y en la fidelidad de vuestro servicio. Que el Espíritu del Señor haga nueva vuestra vida y haga crecer la comunión entre ustedes. “Que el mundo actual — que busca a veces con angustia, a veces con esperanza — pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo, y aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar el Reino de Dios y de implantar la Iglesia en el mundo”.

El purpurado finaliza su carta, dirigida a todos los catequistas del mundo, invocando sobre ellos la Bendición que tanto amaba San Francisco de Asís: "Que el Señor te bendiga y te proteja. Haga resplandecer su rostro sobre ti y te done su misericordia. Que el Señor dirija su mirada sobre ti y te done su paz." Y que la Virgen María, Estrella de la evangelización, los conduzca y los asista y sea para ustedes signo de segura esperanza”.







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