Gira del cardenal Martino, por Ecuador, Brasil y Argentina
Martes, 9 oct (RV).- “La política no es sólo parte constitutiva y elemento decisivo
de la vida de las personas y de un país; para un cristiano es también el ámbito más
elevado para ejercitar la atención y el servicio a los hermanos, es decir, para vivir
la caridad”. Lo ha puesto de relieve el cardenal Renato Martino, presidente del Pontificio
Consejo Justicia y Paz tratando el tema: “Política y valores”, concluyendo en Ciudad
del Plata su visita de 12 días a tres países de América Latina: Ecuador, Brasil y
Argentina. Una gira para ilustrar los grandes temas de la enseñanza social cristiana,
delineados en el Compendio de la doctrina social de la Iglesia.
Según el purpurado
“cuando el cristiano está llamado a asumir y ejercitar el poder, no deberá nunca ceder
a la tentación de hacer de él un instrumento de injusticia y de violencia, porque
sería una clara negación de la fe y de la caridad”. Un compromiso que para el cardenal
Martino “es problemático, cuando el cristiano está llamado a elegir y sostener opciones
en ámbitos y realidades que implican valores éticos prioritarios: como la sacralidad
de la vida, la indisolubilidad del matrimonio, la investigación científica, o ciertos
proyectos económicos”.
Cuando a través del juego de la democracia, subraya
el cardenal Martino, se aprueban leyes contrarias a los principios y a los valores
que un cristiano vive y propone, se encuentra entonces ante esta dificultad: a abdicar
de sus principios o abandonar el camino democrático y de la convivencia social. Entonces
deberá tener siempre presente la distinción entre orden legal y orden moral. No deberá
abdicar de su propia identidad pero al mismo tiempo deberá siempre estar disponible
al diálogo.
En su compromiso social y político, el cristiano laico, explicó
el purpurado, debe crecer cada vez más en una triple e inseparable fidelidad: a los
valores naturales, respetando las legítimas autonomías de las realidades temporales;
a los valores morales, promoviendo la intrínseca dimensión ética de todo problema
social y político; a los valores sobrenaturales, cumpliendo sus deberes según el
espíritu de Jesucristo, es decir, con su gracia y su caridad.