Frente al “fenómeno gravísimo” del terrorismo que “instrumentaliza el nombre de Dios
y desprecia de manera injustificable la vida humana”, el Papa reconoce el derecho
de la sociedad de defenderse sin renunciar nunca al estado de derecho
Viernes, 21 sep (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana en audiencia en el Palacio
Apostólico de Castelgandolfo al Comité ejecutivo de la Internacional Democrática de
Centro y Democrático Cristiana, que está celebrando estos días una reunión de trabajo
en Roma. El Papa ha destacado en su discurso los principios que comparten estos políticos
a pesar de su distinta proveniencia: la centralidad de la persona y el respeto de
los derechos humanos, el compromiso por la paz y la promoción de la justicia.
En
efecto, cuando los derechos humanos son violados, la misma dignidad de la persona
resulta herida; si la justicia vacila, la paz está en peligro. Por su parte, la justicia
puede decirse puramente humana, sólo si la visión ética y moral sobre la que se funda
está centrada la persona humana y en su inalienable dignidad.
El Santo Padre
ha animado a los representantes de la Internacional Democrática de Centro y Democrático
Cristiana “a proseguir el esfuerzo de servir el bien común, trabajando para que no
se difundan, ni se refuercen ideologías que puedan confundir las conciencias dando
una visión ilusoria de la verdad y del bien”. El Papa ha rechazando, en este sentido,
la tendencia, en campo económico, que identifica el bien con el provecho. O los que
creen legítima la eliminación de la vida humana en la fase prenatal y terminal. El
Pontífice ha subrayado después el peligro que corre hoy la familia.
La experiencia
demuestra que cuando la verdad del hombre viene ultrajada, cuando la familia es minada
en sus fundamentos, la misma paz queda amenazada, el derecho corre el riesgo de quedar
comprometido, y como lógica consecuencia, se llega hasta la injusticia y la violencia.
Asimismo,
Benedicto XVI ha hecho hincapié sobre otro ámbito: la defensa de la libertad religiosa,
“derecho fundamental -ha dicho- irreprimible, inalienable e inviolable”. “El ejercicio
de esta libertad comprende también el derecho de cambiar de religión, que va garantizado
no sólo jurídicamente, sino en la práctica cotidiana”.
¡No se puede excluir
a Dios del horizonte del hombre y de la historia! Es por ello, que hay que acoger
el deseo común de todas las tradiciones auténticamente religiosas mostrando públicamente
la propia identidad, sin vernos obligados a esconderla o mimetizarla.
Para
el Papa el terrorismo representa un “fenómeno gravísimo” cuando “instrumentaliza el
nombre de Dios y desprecia de manera injustificable la vida humana”. La sociedad tiene
el derecho de defenderse, pero este derecho, advierte el Pontífice, va ejercitado
“en el respeto de las reglas morales y jurídicas”. Y recuerda que “en los sistemas
democráticos el uso de la fuerza no puede justificar nunca la renuncia al principio
del estado de derecho”.
Es necesario, pues, tutelar valientemente la seguridad
de la sociedad y la de sus miembros, salvaguardando, sin embargo, los derechos inalienables
de cada persona. El terrorismo va combatido con determinación y eficacia, sabiendo
que, si el mal es un misterio difusivo, la solidaridad de los hombres con el bien
es todavía más penetrante.
Finalmente, el Santo Padre ha pedido a los representantes
políticos que comparten la fe en Cristo que “den testimonio de ella con valentía y
generosidad. Pues, la coherencia de los cristianos es indispensable también en la
vida política, para que la sal del compromiso apostólico no pierda su “sabor” y la
“luz” de los ideales evangélicos no sea oscurecida en su acción cotidiana”.