En la Abadía de Nuestra Señora de Heiligenkreuz el Santo Padre reitera la centralidad
del rezo en la vida de los monjes, que ejercen la profesión del orante
Domingo, 9 sep (RV).- En la histórica, acogedora y sugestiva Abadía de Nuestra Señora
de Heiligenkreuz, a unos 20 kilómetros de Viena, Benedicto XVI se arrodilló y rezó
esta tarde ante la preciosa reliquia de la Santa Cruz. Escuchar crónica desde Viena.
Luego en su
denso discurso el Papa puso de relieve que “la mirada de Cristo es la de Dios que
ama”. “Nuestra luz, nuestra verdad, nuestra meta, nuestro sosiego, nuestra vida, todo
ello no es una doctrina religiosa, sino una Persona: Jesucristo. Más allá de nuestras
capacidades de anhelar y buscar a Dios, hemos sido anhelados, buscados y encontrados
por Él. La mirada vagante de los hombres de todo tiempo y pueblo, de todas las filosofías,
religiones y culturas encuentra siempre los ojos abiertos sin límites del Hijo de
Dios crucificado y resucitado. Su corazón abierto es la plenitud del amor. El Señor
mira a todo hombre y el corazón de cada uno de nosotros”.
Benedicto XVI destacó
la importancia y la necesidad de la oración para todos los cristianos, de toda edad
y condición. Y reiteró la centralidad del rezo en la vida de los monjes, que ejercen
la profesión del orante. No sólo rogando por algo, pues Dios merece ser adorado. El
Oficio es testimonio y servicio por excelencia. ‘Servicio sacro’ ofrecido al Dios
trinitario, que ha creado el mundo, redimiéndolo de forma maravillosa.
Sin
olvidar que san Benito añadió al imperativo ‘ora’ el de ‘labora’, el Papa evocó el
anhelo de san Bernardo de sumar el cultivo de la tierra en conformidad con la voluntad
del Creador. Por lo que los monjes no dejan de impulsar la salvaguarda de la creación,
testimoniando a Dios que nos mira en Cristo y que los hombres y el mundo mirados
por Él se vuelven buenos.
Todo sacerdote y toda persona consagrada, no debe
anteponer nunca nada al Oficio divino, del que derivó el Breviario, enfatizó Benedicto
XVI, subrayando luego que en la belleza de la liturgia se hace presente en la tierra
un ‘trocito’ de cielo. ‘No es aventado pensar que se percibe una imagen de la eternidad’.
El Papa pidió a los monjes que cumplan la liturgia sagrada, contemplando a Dios en
la comunión de los santos, de la Iglesia de todo lugar y de todo tiempo, para que
sea expresión del ‘Dios amigo de los hombres’.
"El Espíritu viene en ayuda
de nuestra flaqueza, intercediendo continuamente por nosotros con gemidos inefables”.
Con el anhelo de que se cultive la espiritualidad, el Papa insistió en que un monasterio
indica al mundo de hoy la verdadera razón de la vida: Dios y su amor inescrutable.
Y refiriéndose a la Academia de Teología y Filosofía, que este año ha elevado al
rango pontificio, autorizando que reciba su nombre, Benedicto XVI destacó la importancia
de una formación integral: fe y razón, corazón y mente.
El Papa visitó, visiblemente
emocionado y contento el Monasterio de la Santa Cruz, cuyos 78 monjes le esperaban
para recibir su orientación e impulso con el fin de llevar al futuro la herencia del
pasado y para ser un importante instrumento de evangelización. Aquí, en el estupendo
paisaje que se admira desde lo alto de los bosques de Viena, el estudio está acompañado
por la oración y la adhesión al Magisterio de la Iglesia. Fundado hace 874 años por
san Leopoldo, este célebre Monasterio, caracterizado por su gran vitalidad, recibió
por primera vez en su historia al Sucesor de Pedro.
El de La Santa Cruz es
uno de los 285 Monasterios que en toda Austria desarrollan un importante papel como
centros de oración y de fe, de cultura y de gran compromiso en la pastoral parroquial,
encomendados a Agustinos, Premostratenses, Benedictinos y Cistercienses, que han estado
representados en esta visita del Pontífice. No sólo. Miles de fieles acompañaron a
los monjes para recibir al Papa con una gran alegría, en una fiesta que además estuvo
iluminada por el sol, que esta tarde se asomó por primera vez, desde hace varios días.