Hablando de la pobreza, la castidad y la obediencia, Benedicto XVI subraya la importante
contribución que aportan los sacerdotes en un mundo dominado por el anhelo de consumir
y el culto individualista
Sábado, 8 sep (RV).- Benedicto XVI presidió esta tarde en el Santuario de Mariazell
las segundas vísperas de la Natividad de la Virgen María, con los sacerdotes, religiosos,
diáconos, seminaristas y personas de vida consagrada. En este marco se vivió un intenso
y emotivo momento ecuménico, como nos informa nuestra compañera Cecilia de Malak
En la celebración
de las vísperas marianas en el Santuario de Mariazell, esta tarde, Benedicto XVI ha
subrayado la doble vertiente que implica la participación en el camino de Cristo:
por una parte, la dimensión de la Cruz, -con fracasos, sufrimientos, incomprensiones,
más aún, desprecio y persecuciones-, pero también la experiencia de una profunda alegría
en su servicio y la experiencia de la profunda consolación, derivadas del encuentro
con Él.
Más adelante, el Pontífice ha subrayado “que el anuncio del Reino de
Dios en el nombre de Cristo significa para la Iglesia, para los sacerdotes, los religiosos
y religiosas y para todos los bautizados, el compromiso de estar presentes en el mundo
como testigos suyos”.
“Vosotros estáis de parte de aquellos que buscan lo positivo
de la vida, sois los abogados de aquellos que buscan a Dios, dais testimonio de una
esperanza que, contra toda desesperación, muda o manifiesta, conduce a la fidelidad
y la atención amorosa de Dios, estáis de parte de todos aquellos bajo el yugo de oscuros
destinos y no han podido liberarse del lastre. Estad de parte de aquellos que no han
experimentado nunca el amor, que no consiguen creer más en la vida. Así os oponéis
a los múltiples tipos de injusticia ocultas o manifiestas, como también al desprecio
de hombre que tanto se esta expandiendo”.
El Papa ha reflexionado también sobre
los consejos evangélicos de la pobreza, castidad y obediencia. En primer lugar Benedicto
XVI ha subrayado que quien quiere seguir a Cristo de un modo radical, debe renunciar
decididamente a los bienes materiales. Para todos los cristianos, pero especialmente
para los sacerdotes, los religiosos y las religiosas, para cada individuo como para
las comunidades, la cuestión de la pobreza y de los pobres debe ser siempre de nuevo
objeto de un serio examen de conciencia.
“Vosotros, queridos sacerdotes, religiosos
y religiosas, -ha continuado diciendo el Santo Padre- también ofrecéis una contribución
importante: en medio de toda la codicia, del egoísmo de no saber esperar, del anhelo
de consumo, en medio del culto al individualismo, nosotros buscamos vivir un amor
desinteresado por los hombres”.
En cuanto a la obediencia el Pontífice ha concretado
que “escuchar a Dios y obedecerle no tiene nada que ver con la constricción desde
el exterior y la pérdida de uno mismo. Sólo entrando en la voluntad de Dios alcanzamos
nuestra verdadera identidad.