2007-09-08 19:32:05

Hablando de la pobreza, la castidad y la obediencia, Benedicto XVI subraya la importante contribución que aportan los sacerdotes en un mundo dominado por el anhelo de consumir y el culto individualista


Sábado, 8 sep (RV).- Benedicto XVI presidió esta tarde en el Santuario de Mariazell las segundas vísperas de la Natividad de la Virgen María, con los sacerdotes, religiosos, diáconos, seminaristas y personas de vida consagrada. En este marco se vivió un intenso y emotivo momento ecuménico, como nos informa nuestra compañera Cecilia de Malak RealAudioMP3

En la celebración de las vísperas marianas en el Santuario de Mariazell, esta tarde, Benedicto XVI ha subrayado la doble vertiente que implica la participación en el camino de Cristo: por una parte, la dimensión de la Cruz, -con fracasos, sufrimientos, incomprensiones, más aún, desprecio y persecuciones-, pero también la experiencia de una profunda alegría en su servicio y la experiencia de la profunda consolación, derivadas del encuentro con Él.

Más adelante, el Pontífice ha subrayado “que el anuncio del Reino de Dios en el nombre de Cristo significa para la Iglesia, para los sacerdotes, los religiosos y religiosas y para todos los bautizados, el compromiso de estar presentes en el mundo como testigos suyos”.

“Vosotros estáis de parte de aquellos que buscan lo positivo de la vida, sois los abogados de aquellos que buscan a Dios, dais testimonio de una esperanza que, contra toda desesperación, muda o manifiesta, conduce a la fidelidad y la atención amorosa de Dios, estáis de parte de todos aquellos bajo el yugo de oscuros destinos y no han podido liberarse del lastre. Estad de parte de aquellos que no han experimentado nunca el amor, que no consiguen creer más en la vida. Así os oponéis a los múltiples tipos de injusticia ocultas o manifiestas, como también al desprecio de hombre que tanto se esta expandiendo”.

El Papa ha reflexionado también sobre los consejos evangélicos de la pobreza, castidad y obediencia. En primer lugar Benedicto XVI ha subrayado que quien quiere seguir a Cristo de un modo radical, debe renunciar decididamente a los bienes materiales. Para todos los cristianos, pero especialmente para los sacerdotes, los religiosos y las religiosas, para cada individuo como para las comunidades, la cuestión de la pobreza y de los pobres debe ser siempre de nuevo objeto de un serio examen de conciencia.

“Vosotros, queridos sacerdotes, religiosos y religiosas, -ha continuado diciendo el Santo Padre- también ofrecéis una contribución importante: en medio de toda la codicia, del egoísmo de no saber esperar, del anhelo de consumo, en medio del culto al individualismo, nosotros buscamos vivir un amor desinteresado por los hombres”.

En cuanto a la obediencia el Pontífice ha concretado que “escuchar a Dios y obedecerle no tiene nada que ver con la constricción desde el exterior y la pérdida de uno mismo. Sólo entrando en la voluntad de Dios alcanzamos nuestra verdadera identidad.








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