El Papa señala en su mensaje con motivo de la 58 Semana Litúrgica Nacional italiana
que “los cristianos están llamados a ser verdaderos testigos del Resucitado y portadores
de la alegría y de la esperanza cristiana en el mundo”
Martes, 28 ago (RV).- «Los cristianos están llamados a ser mujeres y hombres nuevos,
para poder ser verdaderos testigos del Resucitado y portadores de la alegría y de
la esperanza cristiana en el mundo y concretamente en la comunidad en que vivimos».
Reiterando esta exhortación de Benedicto XVI, el cardenal Secretario de Estado, Tarcisio
Bertone, ha enviado un Mensaje con motivo de la 58 Semana Litúrgica Nacional italiana,
que se está celebrando en la ciudad de Spoleto, sobre el tema “Celebrar en la ciudad
del hombre”.
Transmitiendo el saludo cordial del Santo Padre a los participantes
en esta cita de la Iglesia italiana, el Card. Bertone recuerda el encuentro de Verona
y las palabras con las que Benedicto XVI ponía de relieve que los discípulos de Cristo
están llamados a permanecer en la ciudad, testimoniando la propia fidelidad al Evangelio
en la vida de cada día. En este contexto, el Mensaje de Benedicto XVI recuerda que
«cada celebración litúrgica ayuda a realizar una lectura sapiencial de la historia
y un discernimiento atento de los eventos, puesto que abre el alma de los creyentes
a aquella perspectiva escatológica, que consiente obrar en la ciudad terrenal mirando
más allá de lo que es transitorio, para percibir la misteriosa presencia del Resucitado».
Evocando
lo que dijo en la inauguración de la V Conferencia del Episcopado latinoamericano
y del Caribe, el pasado 13 de mayo en Aparecida (Brasil), Benedicto XVI recuerda que
«una participación activa en la celebración litúrgica hace que el cristiano tome mayor
conciencia de su propia vocación responsable de ser signo y testigo, de una forma
radicalmente nueva de obrar en el mundo».
El Papa hace hincapié en que «llamado
a contribuir a la construcción de la ciudad terrenal, el cristiano se compromete en
favorecer las dinámicas de participación y responsabilidad, de solidaridad y subsidiariedad
en ámbito económico y social, que están al servicio de la persona y del bien común».
«La
Eucaristía misma proyecta una luz intensa sobre la historia humana y sobre todo el
cosmos. En esta perspectiva sacramental aprendemos, día a día, que todo acontecimiento
eclesial tiene carácter de signo, mediante el cual Dios se comunica a sí mismo y nos
interpela. De esta manera, la forma eucarística de la vida puede favorecer verdaderamente
un auténtico cambio de mentalidad en el modo de ver la historia y el mundo». (Sacramentum
caritatis n 92)
Tras citar la Exhortación apostólica posinodal Sacramentum
caritatis, en la que Benedicto XVI pone de relieve que «una profunda espiritualidad
eucarística es capaz de incidir en el tejido social», el Cardenal Secretario de Estado
cita textualmente también lo que el Papa reiteró en la Solemnidad del Corpus de este
año: «para toda generación cristiana la Eucaristía es el alimento indispensable que
la sostiene mientras atraviesa el desierto de este mundo, aridecido por sistemas ideológicos
y económicos que no promueven la vida, sino que más bien la mortifican; un mundo donde
domina la lógica del poder y del tener, más que la del servicio y del amor; un mundo
donde no raramente triunfa la cultura de la violencia y de la muerte».