2007-08-28 15:14:34

El Papa señala en su mensaje con motivo de la 58 Semana Litúrgica Nacional italiana que “los cristianos están llamados a ser verdaderos testigos del Resucitado y portadores de la alegría y de la esperanza cristiana en el mundo”


Martes, 28 ago (RV).- «Los cristianos están llamados a ser mujeres y hombres nuevos, para poder ser verdaderos testigos del Resucitado y portadores de la alegría y de la esperanza cristiana en el mundo y concretamente en la comunidad en que vivimos». Reiterando esta exhortación de Benedicto XVI, el cardenal Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, ha enviado un Mensaje con motivo de la 58 Semana Litúrgica Nacional italiana, que se está celebrando en la ciudad de Spoleto, sobre el tema “Celebrar en la ciudad del hombre”.

Transmitiendo el saludo cordial del Santo Padre a los participantes en esta cita de la Iglesia italiana, el Card. Bertone recuerda el encuentro de Verona y las palabras con las que Benedicto XVI ponía de relieve que los discípulos de Cristo están llamados a permanecer en la ciudad, testimoniando la propia fidelidad al Evangelio en la vida de cada día. En este contexto, el Mensaje de Benedicto XVI recuerda que «cada celebración litúrgica ayuda a realizar una lectura sapiencial de la historia y un discernimiento atento de los eventos, puesto que abre el alma de los creyentes a aquella perspectiva escatológica, que consiente obrar en la ciudad terrenal mirando más allá de lo que es transitorio, para percibir la misteriosa presencia del Resucitado».

Evocando lo que dijo en la inauguración de la V Conferencia del Episcopado latinoamericano y del Caribe, el pasado 13 de mayo en Aparecida (Brasil), Benedicto XVI recuerda que «una participación activa en la celebración litúrgica hace que el cristiano tome mayor conciencia de su propia vocación responsable de ser signo y testigo, de una forma radicalmente nueva de obrar en el mundo».

El Papa hace hincapié en que «llamado a contribuir a la construcción de la ciudad terrenal, el cristiano se compromete en favorecer las dinámicas de participación y responsabilidad, de solidaridad y subsidiariedad en ámbito económico y social, que están al servicio de la persona y del bien común».

«La Eucaristía misma proyecta una luz intensa sobre la historia humana y sobre todo el cosmos. En esta perspectiva sacramental aprendemos, día a día, que todo acontecimiento eclesial tiene carácter de signo, mediante el cual Dios se comunica a sí mismo y nos interpela. De esta manera, la forma eucarística de la vida puede favorecer verdaderamente un auténtico cambio de mentalidad en el modo de ver la historia y el mundo». (Sacramentum caritatis n 92)

 Tras citar la Exhortación apostólica posinodal Sacramentum caritatis, en la que Benedicto XVI pone de relieve que «una profunda espiritualidad eucarística es capaz de incidir en el tejido social», el Cardenal Secretario de Estado cita textualmente también lo que el Papa reiteró en la Solemnidad del Corpus de este año: «para toda generación cristiana la Eucaristía es el alimento indispensable que la sostiene mientras atraviesa el desierto de este mundo, aridecido por sistemas ideológicos y económicos que no promueven la vida, sino que más bien la mortifican; un mundo donde domina la lógica del poder y del tener, más que la del servicio y del amor; un mundo donde no raramente triunfa la cultura de la violencia y de la muerte».







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