Ángelus: El Santo Padre pide seguir el ejemplo de María y cumplir la voluntad de Dios,
fuente de la alegría y de la paz verdaderas
Miércoles, 15 ago (RV).- A mediodía, Benedicto XVI, en su alocución previa al rezo
del Ángelus en el patio del Palacio apostólico de Castelgandolfo, y aludiendo a la
solemnidad de hoy, ha manifestado que se trata de una antigua fiesta que tiene su
fundamento último en la Sagrada Escritura: ésta, en efecto, presenta a la Virgen María
estrechamente unida su Hijo divino y siempre solidaria con Él. Madre e Hijo aparecen
estrechamente asociados en la lucha contra el enemigo infernal hasta la plena victoria
sobre él.
“Esta victoria –ha aclarado el Papa- se manifiesta, en particular,
superando el pecado y la muerte, es decir, superando aquellos enemigos que san Pablo
presenta siempre como familiares. Por lo tanto, como la resurrección gloriosa de Cristo
fue el signo definitivo de esta victoria, así la glorificación de María, también
en su cuerpo virginal, constituye la confirmación final de su plena solidaridad con
el Hijo, tanto en la lucha, como en la victoria”.
Sobre este profundo significado
teológico de este misterio se hizo intérprete -ha recordado Benedicto XVI- el Siervo
de Dios Papa Pío XII, al pronunciar, el 1 de noviembre de 1950 la solemne definición
dogmática de este privilegio mariano. Él declaraba: “De tal modo, la augusta Madre
de Dios, arcanamente unida a Jesucristo desde toda la eternidad «con un mismo decreto»
de predestinación, inmaculada en su concepción, Virgen sin mancha en su divina maternidad,
generosa Socia del divino Redentor, que obtuvo un pleno triunfo sobre el pecado y
sobre sus consecuencias, al fin, como supremo coronamiento de sus privilegios, fue
preservada de la corrupción del sepulcro y vencida la muerte, como antes por su Hijo,
fue elevada en alma y cuerpo a la gloria del cielo, donde resplandece como Reina a
la derecha de su Hijo, Rey inmortal de los siglos”.
Benedicto XVI ha manifestado
que María con su asunción al cielo no se ha alejado de nosotros, es más está más cerca
y su luz se proyecta sobre nuestra vida y sobre la historia de toda la humanidad.
“Atraídos por el fulgor celestial de la Madre del Redentor recurrimos con confianza
a Aquella que desde lo alto nos mira y nos protege”, porque todos tenemos necesidad
de su ayuda y de su consuelo para afrontar las pruebas y los desafíos de cada día.
El
Santo Padre ha finalizado manifestando que “tenemos necesidad de sentirla como madre
y hermana en las situaciones concretas de nuestra existencia”. Y para poder compartir,
un día también nosotros para siempre su mismo destino, “imitémosla ahora” –ha invitado
el Papa-, en la dócil huella de Cristo en el servicio generoso a los hermanos.
Después
del rezo del Ángelus y del responso por los fieles difuntos, el Papa ha saludado a
los jóvenes que han seguido el rezo por medio de la televisión, y que han participado
en una peregrinación juvenil al Santuario mariano de Mariazell, en Austria, donde
irá el 8 de septiembre próximo. “Que el ejemplo de María –ha dicho el Papa en alemán–
nos enseña que Dios busca personas con las que establecer su propia morada. Cristo
quiere vivir también en nuestro corazón. La Iglesia, casa de Dios –ha finalizado–
crece si nosotros los hombres acogemos al Señor con nuestra fe, con nuestra adoración,
con esperanza y amor, convirtiéndonos de esta manera en piedras vivas de esta casa
espiritual”.
Y este ha sido el saludo del Papa para los fieles de nuestra lengua
presentes en Castelgandolfo: “Saludo con afecto
a los fieles de lengua española. En esta fiesta de la Asunción de la Virgen a los
cielos en cuerpo y alma, pidamos a María que, siguiendo su ejemplo, sepamos encontrar
siempre en el cumplimiento amoroso de la Voluntad de Dios la fuente de la alegría
y de la paz verdaderas. ¡Que Dios os bendiga!”.