Ángelus: Llamamiento del Papa en favor de los damnificados por las recientes inundaciones
en varios países de Asia
Domingo, 12 ago (RV).- Como cada domingo de verano, Benedicto XVI se ha reunido con
los fieles congregados en Castelgandolfo para dirigir la plegaria mariana del Ángelus,
durante la cual el Santo Padre ha hecho un llamamiento en favor de los damnificados
por las recientes inundaciones en varios países de Asia: “En días pasados graves inundaciones
han devastado varios países del sudeste asiático causando numerosas víctimas y dejando
a millones de personas sin techo. Al expresar mi profunda participación en el dolor
por las poblaciones afectadas, exhorto a las comunidades eclesiales a rezar por las
víctimas y a sostener las iniciativas de solidaridad promovidas para aliviar los sufrimientos
de tantas personas duramente probadas. ¡Qué no falte a estos nuestros hermanos y hermanas
la ayuda inmediata y generosa de la Comunidad Internacional!”.
En su alocución
previa al rezo mariano del Ángelus, el Papa ha recordado que “la liturgia de este
decimonoveno domingo del Tiempo Ordinario nos prepara de alguna manera para la solemnidad
de la Asunción de María al cielo que celebraremos el próximo 15 de agosto”. “Efectivamente,
este domingo –ha subrayado el Pontífice- está orientado hacia el futuro, hacia al
cielo, donde la Virgen Santa nos ha precedido en el gozo del paraíso”. De manera particular
la página evangélica, prosiguiendo el mensaje del pasado domingo, invita a los cristianos
a distanciarse de los bienes materiales, en gran parte ilusorios, y a cumplir fielmente
el propio deber, con una constante proyección hacia lo alto.
El creyente permanece
despierto y vigilante para estar preparado a acoger a Jesús, cuando vendrá en su Gloria.
Por medio de ejemplos sacados de la vida cotidiana, el Señor exhorta a sus discípulos
-ha explicado el Santo Padre- a vivir con esta disposición interior, como aquellos
siervos de la parábola que están a la espera del retorno de su amo. “Bienaventurados
los siervos -dice Él- que el amo los encuentra todavía despiertos a su regreso” Por
tanto debemos vigilar, insiste el Papa, rezando y haciendo el bien.
Es cierto,
que sobre la tierra estamos todos de paso, como oportunamente nos recuerda la segunda
lectura de la liturgia de hoy, sacada de la Carta a los Hebreos, ha señalado Benedicto
XVI. El texto nos presenta a Abraham vestido de peregrino como un nómada que vive
en una tienda y permanece en una región extranjera. Le guía la fe. “Por la fe -escribe
el autor sagrado-, Abraham, llamado por Dios, obedeció dirigiéndose hacia un lugar
que debía recibir en herencia, y viajó sin saber donde iba”.
Su verdadera
meta era en efecto “la ciudad de los sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor
es el mismo Dios”. La ciudad a la que se alude no es de este mundo, es el paraíso.
Era bien consciente de ello, la primitiva comunidad cristiana, que se consideraba
aquí abajo “forastera” y llamaba a sus grupos de residente en las ciudades, “parroquias”,
que significa en efecto “colonias de extranjeros”, (en griego pàroikoi).
De
este modo, ha afirmado el Papa, los primeros cristianos expresaban la característica
más importante de la Iglesia, que es precisamente la tensión hacia el cielo: “La liturgia
de la Palabra de hoy nos invita a pensar en la vida del mundo que vendrá, como repetimos
cada vez que con el Credo hacemos nuestra profesión de fe. Una invitación a pasar
nuestra existencia de manera sabia y previdente, a considerar atentamente nuestro
destino, es decir, aquellas realidades que nosotros llamamos últimas: la muerte, el
juicio final, la eternidad, el infierno y el paraíso”.
El Papa ha finalizado
su alocución pidiendo a la Virgen María, que desde el cielo vigila por nosotros,
para que nos ayude a no olvidar que aquí, en la tierra, estamos de paso, y nos enseñe
a prepararnos a encontrar a Jesús, que “está sentado a la derecha de Dios, Padre Omnipotente:
y desde allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos”.
Y como es tradicional
Benedicto XVI ha saludado después del rezo mariano en varias lenguas a los peregrinos
presentes en Castelgandolfo a los que ha recordado en francés, ingles y alemán la
fuerza de la Palabra de la liturgia de hoy. Este ha sido su saludo en español: “Saludo cordialmente
a los fieles de lengua española, así como a los que siguen este acto mariano a través
de la radio y la televisión. Queridos hermanos: en el Evangelio de este domingo, el
Señor nos invita a tener una actitud vigilante en nuestra vida cristiana. Pidamos
a la Virgen María que nos ayude a profundizar nuestro trato con Cristo en la oración
para que, llenos de esperanza, aumente nuestra fe y se fortalezca nuestro amor. ¡Feliz
domingo!”.
Y hablando en lengua polaca, el Pontífice ha pedido a los presentes
que transmitan su saludo y su cercanía espiritual a aquellos que durante estos días
peregrinan a Jasna Gora y a otros santuarios marianos.