Intención general de Oración para el mes de agosto
Jueves, 2 ago (RV).- «Para que cuantos atraviesan momentos de dificultad interior
y de prueba encuentren en Cristo la luz y el apoyo que los conduzcan a descubrir la
verdadera felicidad». Es la Intención general de oración que presenta Benedicto XVI
para este mes de agosto. Y para reflexionar sobre esta exhortación del Santo Padre,
el Apostolado de la Oración recuerda el discurso del Papa con motivo de la XX Jornada
Mundial de la Juventud, que presidió en Colonia, precisamente en agosto de 2005.
«La
felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis derecho de saborear, tiene un nombre,
un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía. Sólo él da plenitud de
vida a la humanidad», destacaba Benedicto XVI, exhortando a los queridos jóvenes
con estas palabras: «decid, con María, vuestro "sí" al Dios que quiere entregarse
a vosotros».
Benedicto XVI quiso repetir lo que dijo al principio de su pontificado:
«Quien deja entrar a Cristo en su propia vida no pierde nada. Nada, absolutamente
nada de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren
de par en par las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las
grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos
lo que es bello y lo que nos libera».
Reiterando lo que afirmaba en su homilía
del solemne inicio de su ministerio petrino, el 24 de abril de 2005, el Santo Padre
alentó a los jóvenes a confiar plenamente en Cristo. Pues «Cristo no quita nada de
lo que hay de hermoso y grande en vosotros, sino que lleva todo a la perfección para
la gloria de Dios, la felicidad de los hombres y la salvación del mundo».
Tras
invitar a la juventud a no escatimar esfuerzos en «servir sin reservas a Cristo, cueste
lo que cueste», Benedicto XVI recordó que el encuentro con Jesucristo les permitirá
gustar interiormente la alegría de su presencia viva y vivificante, para testimoniarla
después por doquier. Anunciando el Evangelio mediante el testimonio de su propia conducta
y alegría de vivir.
En Colonia, el Papa invitó a elevar «de nuestro corazón
un himno de alabanza y acción de gracias al Padre por tantos bienes que nos ha dado
y por el don de la fe, manifestándolo al mundo desde esta tierra del centro de Europa,
de una Europa que debe mucho al Evangelio y a los que han dado testimonio de él a
lo largo de los siglos».
Explicando que peregrinaba a «la catedral de Colonia
para venerar allí las reliquias de los santos Magos, que decidieron abandonar todo
para seguir la estrella que los condujo al Salvador del género humano», Benedicto
XVI señaló a los queridos jóvenes que «estas reliquias no son más que el signo frágil
y pobre de lo que ellos fueron y vivieron hace tantos siglos», pero añadió: «las reliquias
nos conducen a Dios mismo; en efecto, es él quien, con la fuerza de su gracia, da
a seres frágiles la valentía de testimoniarlo ante el mundo. Cuando la Iglesia nos
invita a venerar los restos mortales de los mártires y de los santos, no olvida que,
en definitiva, se trata de pobres huesos humanos, pero huesos que pertenecían a personas
en las que se ha posado la potencia viva de Dios. Las reliquias de los santos son
huellas de esa presencia invisible pero real que ilumina las tinieblas del mundo,
manifestando el reino de los cielos que está dentro de nosotros. Proclaman, con nosotros
y por nosotros: "Ven, Señor Jesús" -.
El Apostolado de la oración invita a
leer la Epopeya maravillosa del retorno del Profeta Isaías: (49,7-17 )
«Así
dice Yahvéh, el que rescata a Israel, el Santo suyo, a aquel cuya vida es despreciada,
y es abominado de las gentes, al esclavo de los dominadores: Verán lo reyes y se podrán
en pie, príncipes y se postrarán por respeto a Yahvéh, que es leal, al Santo de Israel,
que te ha elegido. Así dice Yahvéh: En tiempo favorable te escucharé, y en día
nefasto te asistiré. Yo te formé y te he destinado a ser alianza del pueblo, para
levantar la tierra, para repartir las heredades desoladas, para decir a los presos:
"Salid", y a los que están en tinieblas: "Mostraos". Por todos los caminos pacerán
y en todos los calveros tendrán pasto. No tendrán hambre ni sed, ni les dará el bochorno
ni el sol, pues el que tiene piedad de ellos los conducirá, y a manantiales de agua
los guiará. Convertiré todos los montes en caminos, y mis calzadas serán levantadas.
Mira: Estos vienen de lejos, esos otros del norte y del oeste, y aquéllos de la tierra
de Sinim. ¡Aclamad, cielos, y exulta, tierra! Prorrumpan los montes en gritos
de alegría, pues Yahvéh ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido.
Pero dice Sión: "Yahvéh me ha abandonado, el Señor me ha olvidado". - ¿Acaso olvida
una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque
ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido. Míralo, en las palmas de mis manos te tengo
tatuada, tus muros están ante mí perpetuamente. Apresúrense los que te reedifican,
y salgan de ti los que te arruinaron y demolieron».