2007-08-14 14:04:42

Intención general de Oración para el mes de agosto


Jueves, 2 ago (RV).- «Para que cuantos atraviesan momentos de dificultad interior y de prueba encuentren en Cristo la luz y el apoyo que los conduzcan a descubrir la verdadera felicidad». Es la Intención general de oración que presenta Benedicto XVI para este mes de agosto. Y para reflexionar sobre esta exhortación del Santo Padre, el Apostolado de la Oración recuerda el discurso del Papa con motivo de la XX Jornada Mundial de la Juventud, que presidió en Colonia, precisamente en agosto de 2005.

«La felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía. Sólo él da plenitud de vida a la humanidad», destacaba Benedicto XVI, exhortando a los queridos jóvenes con estas palabras: «decid, con María, vuestro "sí" al Dios que quiere entregarse a vosotros».

Benedicto XVI quiso repetir lo que dijo al principio de su pontificado: «Quien deja entrar a Cristo en su propia vida no pierde nada. Nada, absolutamente nada de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren de par en par las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera».

Reiterando lo que afirmaba en su homilía del solemne inicio de su ministerio petrino, el 24 de abril de 2005, el Santo Padre alentó a los jóvenes a confiar plenamente en Cristo. Pues «Cristo no quita nada de lo que hay de hermoso y grande en vosotros, sino que lleva todo a la perfección para la gloria de Dios, la felicidad de los hombres y la salvación del mundo».

Tras invitar a la juventud a no escatimar esfuerzos en «servir sin reservas a Cristo, cueste lo que cueste», Benedicto XVI recordó que el encuentro con Jesucristo les permitirá gustar interiormente la alegría de su presencia viva y vivificante, para testimoniarla después por doquier. Anunciando el Evangelio mediante el testimonio de su propia conducta y alegría de vivir.

En Colonia, el Papa invitó a elevar «de nuestro corazón un himno de alabanza y acción de gracias al Padre por tantos bienes que nos ha dado y por el don de la fe, manifestándolo al mundo desde esta tierra del centro de Europa, de una Europa que debe mucho al Evangelio y a los que han dado testimonio de él a lo largo de los siglos».

Explicando que peregrinaba a «la catedral de Colonia para venerar allí las reliquias de los santos Magos, que decidieron abandonar todo para seguir la estrella que los condujo al Salvador del género humano», Benedicto XVI señaló a los queridos jóvenes que «estas reliquias no son más que el signo frágil y pobre de lo que ellos fueron y vivieron hace tantos siglos», pero añadió: «las reliquias nos conducen a Dios mismo; en efecto, es él quien, con la fuerza de su gracia, da a seres frágiles la valentía de testimoniarlo ante el mundo. Cuando la Iglesia nos invita a venerar los restos mortales de los mártires y de los santos, no olvida que, en definitiva, se trata de pobres huesos humanos, pero huesos que pertenecían a personas en las que se ha posado la potencia viva de Dios. Las reliquias de los santos son huellas de esa presencia invisible pero real que ilumina las tinieblas del mundo, manifestando el reino de los cielos que está dentro de nosotros. Proclaman, con nosotros y por nosotros: "Ven, Señor Jesús" -.

El Apostolado de la oración invita a leer la Epopeya maravillosa del retorno del Profeta Isaías: (49,7-17 )

«Así dice Yahvéh, el que rescata a Israel, el Santo suyo, a aquel cuya vida es despreciada, y es abominado de las gentes, al esclavo de los dominadores: Verán lo reyes y se podrán en pie, príncipes y se postrarán por respeto a Yahvéh, que es leal, al Santo de Israel, que te ha elegido.
Así dice Yahvéh: En tiempo favorable te escucharé, y en día nefasto te asistiré. Yo te formé y te he destinado a ser alianza del pueblo, para levantar la tierra, para repartir las heredades desoladas, para decir a los presos: "Salid", y a los que están en tinieblas: "Mostraos". Por todos los caminos pacerán y en todos los calveros tendrán pasto. No tendrán hambre ni sed, ni les dará el bochorno ni el sol, pues el que tiene piedad de ellos los conducirá, y a manantiales de agua los guiará. Convertiré todos los montes en caminos, y mis calzadas serán levantadas. Mira: Estos vienen de lejos, esos otros del norte y del oeste, y aquéllos de la tierra de Sinim.
¡Aclamad, cielos, y exulta, tierra! Prorrumpan los montes en gritos de alegría, pues Yahvéh ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido. Pero dice Sión: "Yahvéh me ha abandonado, el Señor me ha olvidado". - ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido. Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada, tus muros están ante mí perpetuamente. Apresúrense los que te reedifican, y salgan de ti los que te arruinaron y demolieron».








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