Benedicto XVI dedica la catequesis de la Audiencia General a san Gregorio Nacianceno,
gran teólogo y defensor de la Iglesia de los orígenes
Miércoles, 8 ago (RV).- “Sin Dios el hombre pierde su grandeza y sin Dios no hay verdadero
humanismo”. Benedicto XVI durante la Audiencia General de esta mañana ha querido insistir
sobre “el primado de Dios en nuestro mundo” y lo ha hecho a partir de una amplia catequesis
sobre la figura de san Gregorio Nacianceno, teólogo del siglo IV y amigo personal
de san Basilio.
El Papa había viajado en helicóptero desde Castelgandolfo
a la Ciudad del Vaticano donde a las diez ha presidido la Audiencia en el Aula Pablo
VI en la que han participado miles de peregrinos procedentes de todo el mundo. De
san Gregorio Nacianceno, el Santo Padre ha señalado sus dotes de gran orador y defensor
de la iglesia cristiana de los orígenes, “alma refinada y sensible, celebre por su
elocuencia”. Del teólogo Gregorio, el Pontífice ha recordado también la gran espiritualidad
y su profunda amistad con san Basilio con el que “parecía tener una sola alma en dos
cuerpos”.
Citados los 5 grandes discursos teológicos del santo, célebres por
la seguridad de la doctrina, la habilidad de razonamiento y el esplendor de la forma,
el Pontífice ha comentado que para Gregorio Nacianceno la teología “no era sólo una
reflexión puramente humana, fruto de complicadas especulaciones, sino que derivaba
de una vida de oración y caridad”. Escuchemos el resumen que de su catequesis
ha hecho el Santo Padre en española para los peregrinos de nuestra lengua presentes
en el aula Pablo VI: “San Gregorio Nazianceno,
Padre de la Iglesia del siglo IV, fue un ilustre teólogo, orador y defensor de la
fe cristiana. De noble familia frecuentó las más celebres escuelas de su época. Poco
después de su bautismo, Gregorio se orientó hacia la vida monástica: le fascinaban
la soledad, la meditación filosófica y espiritual. En el año 381, mientras participaba
en el segundo Concilio Ecuménico, fue nombrado Obispo de Constantinopla, asumiendo
la presidencia del Concilio. Pero inmediatamente, al levantarse una fuerte oposición
contra él, tuvo que dimitir. Volvió a Nacianzo y durante dos años dirigió aquella
comunidad cristiana. Después se retiró definitivamente en soledad hasta su muerte,
dedicándose al estudio y a la vida ascética. San Gregorio, llamado también el “teólogo”,
afirma que la teología no es una reflexión puramente humana, sino que nace de una
vida de oración y de santidad, de un diálogo asiduo con Dios. En el silencio contemplativo,
entretejido de estupor ante las maravillas del misterio revelado, el alma descubre
la belleza y la gloria divina. Saludo cordialmente a los visitantes de lengua española.
En particular, saludo a las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret, que
celebran su Capítulo General, a los seminaristas de la Diócesis de Granada, así como
a los distintos grupos venidos de España, México y de otros países latinoamericanos.
Que vuestra peregrinación a la tumba de los apóstoles Pedro y Pablo fortalezca vuestra
fe y acreciente vuestro amor a la Iglesia. ¡Gracias por vuestra visita! Como siempre
antes de finalizar la audiencia el Papa se ha dirigido a los jóvenes a los enfermos
y a los recién casados. Hoy recordamos la memoria de santo Domingo de Guzmán, incansable
predicador del Evangelio, y mañana será la fiesta de santa Teresa Benedicta de la
Cruz, Edith, copatrona de Europa. “Que estos dos Santos –ha dicho el Papa- os ayuden
a vosotros, queridos jóvenes, ha tener siempre confianza en Cristo. Que su ejemplo
os sostenga a vosotros, queridos enfermos a participar con fe en la potencia salvífica
de su Cruz. Y que a vosotros, queridos recién casados, os anime a ser imagen luminosa
de Dios, por medio de vuestra fidelidad recíproca”. Como ha recordado
el Papa hoy la iglesia celebra la fiesta de santo Domingo de Guzmán, fundador de los
Dominicos también llamada “orden de los Predicadores”. Santo Domingo nació en Careruela,
Burgos, en 1171. De una familia acomodada, sus padres se encargaron de que desde niño
se formara en los más prestigiosos centros de estudios. A los 14 años, el joven Domingo
descubrió su pasión por la teología, materia a la que se entregó de lleno. Por aquellos
años, una gran hambruna sobrevino la región de Palencia. El corazón de Domingo no
comprendía como a él no le faltaba nada mientras otros carecían de lo indispensable,
de modo que entregó todo su ajuar a los pobres.
Un día acudió a él una mujer
llorando porque su hermano había caído prisionero de los moros. A domingo no le quedaba
ya nada que dar más que a si mismo, decidió venderse como esclavo para rescatar al
desgraciado por el cual se le rogaba. Este hecho conmovió al Obispo de Osma, que rogó
al joven santo de 24 años que aceptara en su catedral una canonjía. Un año más tarde
fue ordenado sacerdote.
Viajó junto al obispo de Osma por Francia, Flandes
e Inglaterra y fue en estas tierras donde Domingo quedó profundamente dolorido al
ver que había grandes herejías. Empieza para él una nueva etapa en su vida. Se entrega
de lleno a la vida apostólica, viviendo de limosnas, caminando descalzo y sin más
ropa que la puesta.
Fundo la “Orden de los Predicadores”. Los también llamados
“dominicos” estaban dispuestos a recorrer pueblos y ciudades para llevar a todas partes
la luz del Evangelio comprendiendo la necesidad de instruir a aquellas gentes incultas.
Uno de estos discípulos se convertiría en una las lumbreras más grandes de la Iglesia
universal: santo Tomás de Aquino.
La misión de los dominicos encontró grandes
dificultades, pero la Virgen vino en su auxilio. Estando en Fangeaux, una noche de
oración, Santo Domingo tiene una revelación donde, según la tradición, la Virgen le
revela el rosario como arma poderosa para ganar almas.En 1217, el Papa Honorio III
aprobó definitivamente la Orden de los Dominicos. Santo Domingo murió cuatro años
más tarde y fue canonizado por Gregorio IX en 1234.