2007-07-23 16:22:53

Indicaciones de la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes contra la violencia de género


Lunes, 23 jul (RV).- La violencia por motivos de género, y los enormes daños físicos, psicológicos y financieros que acarrea para la mujer y para la sociedad, es un rasgo de la vida urbana, independientemente del nivel de ingresos o de educación. La violencia en sus diversas formas, desde la intimidación hasta el ataque sexual, restringe la capacidad de las mujeres de desplazarse en la ciudad y en torno a ella, reduciendo su libertad para buscar trabajo, y acceder a servicios sociales y actividades de esparcimiento. Los malos tratos físicos y sexuales son también un factor contribuyente a las infecciones de transmisión sexual (incluido el VIH/SIDA) y las complicaciones del embarazo.

Así de enérgico se expresa en un reciente informe el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), agencia de cooperación internacional para el desarrollo que promueve el derecho de cada mujer, hombre y niño a disfrutar de una vida sana, con igualdad de oportunidades para todos.

Como señaló el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes en su primer Encuentro Internacional de Pastoral celebrado en 2005, “la relación entre violencia y sociedad patriarcal, y el efecto de ambas cosas en las mujeres, necesitan ser explorados y examinados en todos los niveles de la sociedad, en particular respecto a las consecuencias para la vida familiar. Los efectos de la violencia interna deben ser expresados con toda claridad, tanto por los hombres como por las mujeres, según el caso”. Precisamente, esta denuncia a la que hacen referencia se produce, según el estudio de la UNFPA, principalmente en las zonas urbanas.

Tal vez esto se deba simplemente a las mejores posibilidades de denunciar la violencia, existentes en las ciudades, pero al mismo tiempo también en las grandes urbes hay menos solidaridad para con las personas que sufren malos tratos, encontrando a menudo situaciones en las que la población evita ‘inmiscuirse’ en los, digámoslo así, asuntos de los demás.

En este sentido, la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes ofreció una serie de indicaciones dirigidas especialmente a los obispos, quienes tienen en su mano la capacidad y el deber de ayudar. De este modo, se les llama a incluir los temas candentes de la explotación sexual, del tráfico y del contrabando de seres humanos entre los tratados durante las visitas ad limina; se sugiere a los obispos que, en sus cartas pastorales, fomenten la promoción y la protección de la dignidad de las mujeres y de los menores.

En relación a las comunidades locales, es necesario que las escuelas y las parroquias proporcionen programas de instrucción y de información sobre la sexualidad, el respeto mutuo y las relaciones interpersonales sanas, especialmente entre hombres y mujeres, a la luz de la Palabra de Dios y de la Doctrina moral de la Iglesia. Los programas de formación y de capacitación profesional para los agentes de pastoral deben formar parte de la preparación para su ministerio. Asimismo hay que intensificar los contactos entre todos los grupos interesados en esta pastoral, a saber: voluntarios, asociaciones, congregaciones religiosas, ONG y grupos ecuménicos e interreligiosos.

Por lo que se refiere a las congregaciones religiosas/clero diocesano/Conferencias nacionales de religiosos, vienen llamados a realizar programas de educación y de concienciación sobre la explotación sexual de mujeres y menores deben realizarse en seminarios y en la formación inicial y permanente para religiosos y religiosas, y se anima a las Conferencias nacionales de religiosos/as a que designen una persona como punto de contacto en su país y con el extranjero, en este sector pastoral.

Pero no son sólo los religiosos y religiosas del mundo quienes tienen el deber de moverse a favor de la igualdad, sino también la sociedad en general, que tiene que denunciar a las autoridades competentes los malos tratos y la prostitución, dando en el caso que sea posible apoyo a las personas que se encuentran ‘sumergidas’ en este tipo de situaciones.







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