2007-07-10 16:40:52

El documento de la Congregación para la fe no quiere proponer doctrinas nuevas, sino precisar algunos puntos en el dialogo teológico


Martes, 10 jul (RV).- La Congregación para la Doctrina de la Fe acaba de hacer público un Documento que matiza aspectos concretos de la doctrina sobre la Iglesia. El P. Luía Ladaria sj, secretario de la Comisión Teológica Internacional y profesor de Teología dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana, entrevistado por el P. Juan José Fernández Ibáñez, ha profundizado de forma especial en este documento:

P. Luis Ladaria, en primer lugar, existe una Doctrina sobre la Iglesia, ¿existen otras doctrinas diferentes?

Existe un documento de la Iglesia sobre la Iglesia misma que se encuentra expuesto en la Constitución Dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, ahí tenemos todas la líneas fundamentales de la eclesiología católica. Este es un documento fundamental que es para todos los católicos un punto ineludible de referencia; naturalmente después los diferentes teólogos, sobre tantas cuestiones, pueden tener diversos puntos de vista, pero siempre serán dentro del ámbito de esta unidad substancial de doctrina que la Iglesia ha expuesto sobre sí misma


Y ¿cual sería la finalidad de este documento y, a quien va dirigido?

Este documento como dice muy bien no quiere proponer doctrinas nuevas, simplemente precisa algunos puntos que en el dialogo teológico, en algún momento, han podido resultar un poco oscuros, y precisa el sentido correcto en el cual tienen que entenderse algunas afirmaciones de la constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, en concreto una muy importante que dice que la Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica. Esto quiere decir que precisa el sentido que hay que dar a esta afirmación conciliar…

Este documento no modifica el Concilio Vaticano II, simplemente hace precisaciones, pero ¿suponen algún cambio estos matices?

No, cambio no se puede decir. Cambio no porque lo explica muy bien el Documento que dice: “La complejidad del argumento y la novedad de muchos temas continúan provocando la reflexión teológica y ofrecen, siempre, nuevas contribuciones no siempre inmunes de interpretaciones equivocadas que suscitan una perplejidad y dudas. Algunas de estas dudas han sido sometidas a la atención de la congregación para la Doctrina de la Fe… y ésta, presuponiendo la enseñanza global de la Doctrina Católica sobre la Iglesia, pretende responder precisando el significado auténtico de estas expresiones eclesiológicas magisteriales”, o sea que es muy claro que no se quiere cambiar nada sino precisar.

Aunque este Documento está dirigido sólo a la Iglesia católica ¿tiene una visión ecuménica, hacia el camino de la unidad de todos los cristianos?

La finalidad primordial de este Documento no es el diálogo ecuménico, es precisar la doctrina de la Iglesia en alguno de los puntos que se han visto discutidos en estos últimos tiempos. Evidentemente todo lo que hace referencia a la Iglesia, nuestra comprensión de lo que es la Iglesia católica significa, inevitablemente una contribución al diálogo con los demás, porque si nosotros mismos tenemos las cosas claras podremos dialogar mejor. Es posible incluso que algunas afirmaciones de las que aquí se hacen no las comprendan alguno de nuestros hermanos separados, pero todo lo que sea clarificar nuestras ideas y nuestros puntos de vista y que la Iglesia católica profundice sobre la concepción que ella tiene de sí misma, será siempre una ayuda para el diálogo con los demás.

Lo específico del documento es que retoma del Concilio Vaticano II respecto a que la Iglesia de Cristo “subsiste” en la Iglesia católica, no dice que la Iglesia de Cristo “es” la Iglesia católica, ¿qué quiere decir con esta “subsistencia”?

Como dice el mismo comentario que acompaña al Documento, ya se previó desde el primer momento, y probablemente no del todo, las discusiones que se iban a provocar sobre este punto. El Documento dice que Cristo ha constituido sobre la tierra una única Iglesia y la ha instituido como comunidad visible y espiritual que desde su origen y en el curso de la historia siempre existe y existirá en la Iglesia católica. La “subsistencia” quiere decir la perenne continuidad histórica y la permanencia de todos los elementos instituidos por Cristo en la Iglesia católica, en la cual se encuentra concretamente la Iglesia de Cristo.

¿Supone un cambio de actitud, una apertura por parte del Concilio al sustituir la formulación de que la Iglesia de Cristo “es” por la de “subsiste” en la Iglesia católica?

El Concilio usó esta terminología que indica la plena identidad de la Iglesia de Cristo con la Iglesia católica, pero la motivación de esta terminología está en el hecho de que fuera de la Iglesias católica se encuentran numerosos elementos de santificación y verdad que, en cuanto son dones propios de la Iglesia de Cristo llevan a la unidad católica. Por eso los elementos de santificación y verdad que existen en las Iglesias separadas, aunque tienen carencias, no están desprovistas de significación y de peso en el Misterio de la salvación, como dice muy bien el Concilio Vaticano II.

En cualquier caso este Documento afirma que, puesto que el Concilio reconoce estos elementos salvíficos en otras Iglesias, el Concilio no quiere decir que fuera de la Iglesia católica exista el vacío, pero ¿las Iglesias separadas tienen alguna carencia esencial respecto a la Iglesia de Cristo?, y ¿cuáles son?

Esas carencias aparecen más claramente en lo que nosotros llamamos las Comunidades eclesiales, -para entendernos, los protestantes y también otras comunidades-, en las cuales, al no haberse conservado la sucesión apostólica, es decir, el episcopado, el sacerdocio, no se celebra la Eucaristía válidamente, y eso es una distinción fundamental. El sacramento de la Eucaristía es un sacramento fundamentalísimo en la vida de la Iglesia. Esta es una carencia que, por otra parte no existe en las Iglesias ortodoxas, donde se ha conservado al sucesión apostólica –el episcopado, el sacerdocio- y por consiguiente también la Eucaristía. Pero en esta Iglesia falta una cosa que para los católicos es fundamental, la unidad de la Iglesia en la comunión visible con la Sede de Pedro, la comunión con Roma. Esta es una carencia de la Iglesia ortodoxa.
 
Sin embargo en la Iglesia católica, en cuanto sociedad humana, también puede haber carencias con respecto a la Iglesia de Cristo, ¿quiere decir que en estas carencias no son fundamentales?

 
Las carencias de la Iglesia católica son siempre debidas a los pecados de los cristianos. También el Concilio dice que la Iglesia es santa pero tiene que purificarse constantemente, porque siendo una Iglesia formada por hombres que somos pecadores, no podemos pretender que la Iglesia católica dé la imagen perfecta que debería dar. Sabemos que esto no es así, por desgracia. Por otra parte, también el Documento señala muy justamente que esta universalidad propia de la Iglesia, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos que están en comunión con él, a causa de la división de los cristianos encuentra un obstáculo para su realización histórica; de tal manera que, efectivamente, esa universalidad de la Iglesia no se realiza plenamente en la historia a causa de esta división entre los cristianos.

Posiblemente estas deficiencias de la Iglesia católica fue lo que motivó la actitud de los protestantes, con las tesis de Lutero, con la consiguiente división de la Iglesia…

La Iglesia ha tenido siempre deficiencias en su realización histórica y el Concilio Vaticano II ha reconocido que en estas divisiones todos tenemos una parte de culpa. Ahora bien tampoco es cosa de que los católicos tengamos que atribuirnos a nosotros mismo todas las culpas –tampoco esto sería históricamente justo. Una parte de culpa la tenemos los católicos, pero también los protestantes habrán de tener una pequeña parte de esa culpa. De ahí que todos los cristianos tengamos que realizar un proceso perenne de conversión, que la Iglesia católica repite todos los días cuando, al celebrar la Eucaristía, nos invita a comenzar pidiendo perdón.

En cualquier caso, aunque el objetivo del Documento no sea el de excluir, sino sólo el de matizar algún aspecto concreto, ¿no mantiene la Iglesia católica, de fondo, una actitud un tanto exclusivista?

Yo creo que no, porque al reconocer claramente estos elementos de santificación y de verdad que poseen las otras Iglesias, -según dice el Documento, citando el Decreto sobre Ecumenismo del Concilio,
el Espíritu de Cristo no deja de servirse de estos elementos que existen en las Comunidades separadas de la Iglesia católica, como instrumentos de salvación, no podemos decir que haya una actitud exclusivista. La Iglesia católica reconoce estos elementos de gracia y de verdad, numerosos elementos, de tal manera que no podemos decir que sea exclusivista en el sentido de que solamente reconozca estos elementos dentro de la Iglesia católica. Eso sería propiamente la actitud exclusivista. La Iglesia católica reflexiona profundamente sobre su identidad con la convicción de que en ella subsiste, de que hay una plena identidad de la Iglesia de Cristo con la Iglesia católica, pero esta identidad no excluye, más aún, incluye de alguna manera estos elementos de santificación y de gracia; por tanto no estamos en una actitud exclusivista.

Mucha gente va a decir que la Iglesia es intransigente, pero ¿no es verdad que para un diálogo hay que delimitar lo irrenunciable del anuncio de Cristo?

No podemos hablar de intransigencia desde el momento en que nosotros queremos reflexionar sobre la identidad propia. La iglesia no puede renunciar a la reflexión sobre su propia identidad y eso no es una actitud intransigente porque nosotros respetamos siempre la libertad de los demás y reconocemos los valores que existen en los demás, lo que pasa es que la Iglesia no puede renunciar a sí misma. La iglesia tiene que profundizar siempre sobre su misma identidad y a esa identidad no puede renunciar, sería una infidelidad a Cristo renunciar a la propia identidad de la Iglesia Católica.

Yo lo formulo en Radio Vaticano diciendo que si el mensaje de Cristo defiende el amor al hombre y renunciamos a él, la Iglesia dejaría de ser dogmática, pero entonces nos perderíamos en los relativismos que denuncia Benedicto XVI.

La Iglesia Católica no puede renunciar a sus principios, no puede renunciar a sus dogmas de fe. No por una actitud dogmática en el sentido negativo de la palabra, sino por fidelidad a sí misma, por fidelidad al Señor, a la revelación que Dios nos ha hecho de sí mismo. Hay unos principios doctrinales, hay unos principios morales que la Iglesia tiene que defender siempre por respeto y por fidelidad a Dios nuestro Señor y a las enseñanzas de Jesucristo. Si la Iglesia defendiendo estos principios es considerada por algunos como dogmática en sentido negativo de la palabra, entonces nosotros tenemos que procurar hacer ver cómo estos principios no se cierran nunca al diálogo; que la Iglesia trata de explicar, también con argumentos de razón, que estos principios son los que tratan de defender al hombre, de que el hombre no sea manipulado, de que el ser humano sea siempre respetado en su integridad y en su dignidad, esa dignidad que Cristo nos enseña a reconocer en cada uno de nuestros hermanos. No olvidemos que el Señor nos dice que Él está presente en los pobres, “en sus hermanos pobres”. Por consiguiente, la Iglesia tiene que ser firme y no puede dejar de ser firme en el mantenimiento de estos principios, por fidelidad a Dios y a sí misma. Eso no es una actitud intransigente… Intransigente es cuando no hay diálogo, cuando nos cerramos a reconocer las razones de los demás y la Iglesia nunca se cierra al diálogo, nunca se cierra a reconocer lo que pueda haber de justo en el razonamiento y en las verdades y en las opiniones de los demás… A eso nunca nos cerramos. No. Pienso que la Iglesia no quiere cerrarse a esto.







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