2007-06-28 18:50:42

Benedicto XVI anuncia la dedicación de un año jubilar especial a san Pablo, en el que se destacará la dimensión ecuménica del Apóstol de las Gentes, que se prodigó por la unidad y la concordia de todos los cristianos


Jueves, 28 jun (RV).- El Papa empezó su homilía de esta tarde observando que estas Primeras Vísperas de la Solemnidad de los santos Pedro y Pablo hacemos grata memoria de estos dos Apóstoles, cuya sangre, junto a la de tantos otros testimonios del Evangelio, ha hecho fecunda la Iglesia de Roma. Benedicto XVI ha dirigido luego un saludo particular a la Delegación del Patriarcado ecuménico de Constantinopla, que intercambia la presencia de la Delegación de la Santa Sede en Estambul, con ocasión de la fiesta de san Andrés. El Pontífice ha vuelto a decir que estos encuentros e iniciativas no constituyen simplemente un intercambio de cortesía entre Iglesias, sino que desean expresar el compromiso común de hacer todo lo posible para apresurar la plena comunión entre el Oriente y el Occidente cristianos.

Refiriéndose a San Pablo extramuros, el Papa observó que esta Basílica, que ha visto eventos de profundo significado ecuménico, nos recuerda cuanto sea importante orar juntos para implorar el don de la unidad, aquella unidad por la cual san Pedro y san Pablo dieron su existencia hasta el supremo sacrificio de la sangre. Una antiquísima tradición, que se remonta a los tiempos apostólicos, narra que a poca distancia de este lugar se llevó a cabo su último encuentro antes del martirio: los dos se habrían abrazado, bendiciéndose el uno al otro. Desde el inicio la tradición cristiana ha considerado a Pedro y Pablo inseparables el uno del otro, - añadió el Papa- si bien cada uno tuvo una misión diversa: Pedro el primero confesó la fe en Cristo, Pablo obtuvo como don el poder profundizar en su riqueza. Pedro fundó la primera comunidad de cristianos provenientes del pueblo elegido, Pablo se convirtió en el apóstol de los paganos. Con diversos carismas operaron por una única causa: la construcción de la Iglesia de Cristo.

El Santo Padre observó además que en Roma el lazo que acomuna Pedro y Pablo en la misión, ha asumido desde los primeros siglos un significado muy específico. Como la mítica pareja de hermanos Rómulo y Remo, a los cuales se atribuía el nacimiento de Roma, así Pedro y Pablo fueron considerados los fundadores de la Iglesia de Roma. Por cuanto humanamente diversos el uno del otro, y si bien la relación entre ellos no estuviese libre de tensiones, Pedro y Pablo aparecen como los iniciadores de una nueva ciudad, como quienes hicieron de manera concreta nueva y auténtica el ser hermanos, hecho posible del Evangelio de Jesucristo. Por esto se podría decir que hoy la Iglesia de Roma celebra el día de su nacimiento, por que los dos Apóstoles colocaron las bases.

El Papa citó entre otros a san Juan Crisóstomo, quien dijo que “el cielo no es espléndido cuando el sol difunde sus rayos, como lo es la ciudad de Roma, que irradia el esplendor de aquellas antorchas ardientes (Pedro y Pablo) por todo el mundo… Este es el motivo por el cual amamos esta ciudad… por estas dos columnas de la Iglesia” (Comm.a Rm 32), agregó

Esta tarde nuestra mirada se dirige a san Pablo, cuyas reliquias son custodiadas en esta Basílica. Al inicio de la Carta a los Romanos él saluda a la comunidad de Roma presentándose como «siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación» (1,1)... Pablo es consiente de ser “apóstol por vocación”, o sea no por auto candidatura ni por encargo humano, sino sólo por llamada y elección divina. El fue elegido «para anunciar el evangelio de Dios» (Rm 1,1), para propagar el anuncio de la Gracia divina que reconcilia en Cristo al hombre con Dios, consigo mismo y con los otros.

Más adelante el Pontífice observó que por sus Cartas, sabemos que Pablo fue todo el contrario a un hábil orador; es más: compartía con Moisés y con Jeremías la falta de este talento. «Su presencia física es débil y la palabra menospreciable» (2 Cor 10,10), decían de él sus adversarios… Los extraordinarios resultados apostólicos que pudo conseguir no son por lo tanto de atribuir a una brillante retórica o a refinadas estrategias apologéticas y misioneras. El éxito de su apostolado depende sobretodo de un empeño personal en el anunciar el Evangelio con total dedicación a Cristo; dedicación que no temía riesgos, dificultades y persecuciones. De esto podemos extraer una lección importante para cada cristiano: Que La acción de la Iglesia es creíble y eficaz sólo en la medida en la que aquellos que la conforman estén dispuestos a pagar en persona su fidelidad a Cristo, en toda situación. Donde falta tal disponibilidad, viene a menos el argumento decisivo de la verdad de la que la misma Iglesia depende.

Como a los inicios, también hoy Cristo necesita de apóstoles dispuestos a sacrificarse a sí mismos. Necesita de testimonios y de mártires como san Pablo: un tiempo violento perseguidor de cristianos, que cuando en el camino de Damasco cayó a tierra cegado por la luz divina, pasó sin dudar de la parte del Crucificado y lo siguió sin pensarlo. Vivió y trabajó por Cristo; por Él sufrió y murió. ¡Cuán actual es hoy su ejemplo!, observó el Pontífice.

Precisamente por esto el Papa dijo sentirse feliz de poder anunciar oficialmente que al apóstol Pablo dedicaremos un especial año jubilar del 28 de junio 2008 al 29 de junio 2009, en ocasión de los dos mil años de su nacimiento, situado por los historiadores entre el 7 y el 10 d.C. Este “Año Paulino” podrá desarrollarse de manera privilegiada en Roma, donde desde hace veinte siglos se conserva bajo el altar papal de San Pablo extramuros el sarcófago, que a decir de los expertos y de la tradición conserva los restos del apóstol. En la Basílica Papal y en la vecina homónima Abadía Benedictina podrán tener lugar una serie de eventos litúrgicos, culturales y ecuménicos, así como varias iniciativas pastorales y sociales, todas inspiradas en la espiritualidad paulina. Además, una especial atención podrá ser dada a las peregrinaciones que de varias partes querrán dirigirse en forma penitencial ante la tumba del Apóstol para encontrar gozo espiritual.

Se promoverán asimismo convenios de estudio y especiales publicaciones sobre los textos paulinos, para conocer siempre mejor la inmensa riqueza de la enseñanza encerradas en ella, verdadero patrimonio de la humanidad redentora de Cristo. Además, en todas partes del mundo, sendas iniciativas podrán ser realizadas en las diócesis, en los santuarios, en los lugares de culto por parte de Instituciones religiosas, de estudio o de asistencia, que llevan el nombre de san Pablo o que se inspiran en su figura y enseñanza. Por último, el Papa indicó un particular aspecto que deberá ser curado con singular atención durante la celebración de los varios momentos de los dos mil años paulinos: la dimensión ecuménica. El Apóstol de las gentes, particularmente comprometido a llevar la Buena Nueva a todos los pueblos, se prodigó por la unidad y la concordia de todos los cristianos, terminó recordando Benedicto XVI.







All the contents on this site are copyrighted ©.