2007-06-16 17:48:02

El Papa y el arzobispo ortodoxo de Chipre afrontan juntos “una obra colosal, más allá de las capacidades humanas”, para alcanzar la plena comunión tan deseada por Cristo


Sábado, 16 jun (RV).- “Una obra colosal” nos espera, más allá de las capacidades humanas, para alcanzar la plena comunión tan deseada por Cristo. Con palabras de alegría y gratitud Benedicto XVI ha recibido esta mañana en el Vaticano al arzobispo de Nueva Justiniana y de todo Chipre, Crisóstomo II. El encuentro ecuménico se ha sellado con la firma de una Declaración Común.

La visita del arzobispo ortodoxo Crisóstomo II, acogido por el Santo Padre en la biblioteca apostólica, como pastor de una Iglesia de Oriente “antigua e ilustre”, es “un don del Dios de la perseverancia y de la consolación”, ha dicho Benedicto XVI.

“Del don de la perseverancia sacamos hoy experiencia, a pesar de la presencia de divisiones seculares, de caminos divergentes, y a pesar de la fatiga de restañar dolorosas heridas, el Señor no ha dejado de guiar nuestros pasos en el camino de la unidad y de la reconciliación. Y esto es para todos nosotros un motivo de consolación, porque este encuentro de hoy se inscribe en un camino cada vez más de intensa búsqueda de aquella comunión plena tan deseada por Cristo: ut omnes unum sint.

De Chipre a Roma, no solamente “para un intercambio de cortesía ecuménica”, ha subrayado el Papa, sino porque hemos sido empujados por la necesidad y la urgencia de “proseguir, sin desanimarnos, el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en su conjunto”. “Una obra colosal” “que va más allá de las capacidades humanas”, y para la cual es necesario encomendarse ante todo a la oración”, y también a “cualquier medio humano válido, que pueda ayudar a este objetivo”.

Por lo tanto, Benedicto XVI ha recomendado “un esfuerzo constante, animado por una voluntad cierta y una esperanza inquebrantable, en la potencia del Señor.

Aludiendo a los orígenes de la Iglesia de Chipre, rica de santos entre los cuales Epifanio y Bernabé, el Santo Padre ha puesto en evidencia los desafíos y las problemáticas comunes que deben afrontar hoy las dos Iglesias cristianas.

“Como entonces, también hoy es menester vigilar atentamente para poner en guardia al Pueblo de Dios ante los falsos profetas, ante los errores y la superficialidad de propuestas no conformes a las enseñanzas del divino Maestro, nuestro único Salvador”.

Se ha hecho eco de estas preocupaciones del Papa, el arzobispo Crisóstomo II subrayando como Europa, “cuna de la civilización occidental” y “sede gloriosa del espíritu cristiano”, está “atravesando un periodo de crisis y de desorientación, de ateismo y de dudas, de secularización y de decadencia”. “La sociedad y el hombre de nuestro tiempo tienen sed y buscan”, ha manifestado el arzobispo ortodoxo y ha invitado a las Iglesias de Europa a responder unidas, si no quieren que fracasen tantos esfuerzos aislados y se condene a la desesperación existencial a tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo.

El encuentro entre el Papa y Crisóstomo II se ha producido a la vigilia de los 35 años de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la República de Chipre, ha recordado el arzobispo ortodoxo, haciendo un llamamiento a la oración del Papa para la vuelta a la paz y a la unidad en la isla de Chipre donde “los derechos humanos son pisoteados” -ha denunciado el prelado- y donde “la Iglesia sufre pero también resiste con dignidad”.

El encuentro ecuménico entre el Santo Padre y el arzobispo Crisóstomo ha finalizado en la capilla Redemptoris Mater con un momento de oración en común.







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