Escuchar el programa Viernes, 8 jun
(RV).- Continuamos hoy hablando de la condición de ser padres para resaltar las muchas
cualidades necesarias para fortalecer y orientar el crecimiento de nuestros hijos
de modo adecuado.
Nadie duda que para ser buenos padres se necesita una gran
dosis de amor, paciencia, ecuanimidad, comprensión, disciplina, flexibilidad, para
mencionar sólo unos cuantos. Pero quizás lo que más necesitan los padres para formar
hijos dotados de las virtudes y capacidades que les permitan llegar a ser unos buenos
seres humanos es ser padres valientes, es decir tener la fortaleza necesaria para
hacer lo que más les conviene a los hijos, por duro que sea.
El compromiso
de ser padres los enfrenta a diario en situaciones que requieren mucha valentía para
no tomar el camino fácil y privar a los hijos de los límites que son vitales para
que no sólo se rijan los principios que les inculcamos, sino que tengan la fortaleza
para ponerlos en práctica.
La vida cotidiana esta llena de ejemplos de valentía.
Se necesita valor no recibir al pequeño en nuestra cama cuando a media noche nos suplica
que le dejemos dormir con nosotros; para no llevarles el libro olvidado al colegio
cuando nos llaman implorando que se lo hagamos llegar; para no darles nada más de
lo que estrictamente se merecen por mucho que rueguen que quieren más; para no ayudarles
a hacer la tarea que no cumplieron a tiempo así pierdan la materia; para no pagar
la fianza y evitar que los arresten cuando es importante que aprendan que sus errores
tienen amargas consecuencias. Todo ello requiere valor.
Lo que necesitan los
hijos no son padres condescendientes y que vivan dedicados a darles todo, como lamentablemente
se siente es la tendencia. Los hijos de nuestros tiempos necesitan de padres valerosos,
capaces de cuestionarse y tener la fortaleza para comprometerse tan seria y profundamente
en la formación de sus hijos que hagan lo que sea preciso para formarlos como personas
correctas por difícil o doloroso que pueda resultarles.
Muchos de los problemas
de los hijos hoy en día son el resultado de confundir el ser buenos padres, es decir
valientes, con ser padres condescendientes. Los padres condescendientes trabajan muy
duro con el fin de ofrecerle todo a sus hijos, todo; pero lo que necesitan ellos son
padres valientes que trabajen duro en ellos mismos para darles lo mejor de sí; los
padres condescendientes se miden por lo mucho que gastan en sus hijos, mientras que
los padres valientes se miden por lo que gana su familia con su trabajo.
Los
padres condescendientes hacen lo posible por resolverles todos los problemas a sus
hijos mientras que los padres valientes los dejan enfrentarlos, permitiéndoles aprender
de ellos; los padres condescendientes tratan de evitarles sufrimientos a los hijos,
mientras que los padres valientes procuran dotarlos de las herramientas necesarias
para superarlos; los padres condescendientes se miden por los beneficios económicos
que su éxito profesional le ofrece a su familia, mientras que los padres valientes
lo que tienen en cuenta es qué precio están pagando sus hijos por su éxito profesional.
Pero
para lo que se necesita más valentía aún es para no inventarnos toda suerte de justificaciones
que nos permitan decirle a los hijos "sí" cuando en el fondo del alma sabemos que
debemos decirles "no"; para no creernos nuestras propias mentiras y convencernos que
todo lo hacemos por su bien, cuando realmente lo hacemos por el nuestro. Es urgente
procurar que el poder que como padres tenemos sobre los hijos no lo utilicemos para
remediar las carencias que les dejamos por nuestras debilidades y perpetuarlas en
nombre de una "bondad" mal interpretada.