2007-06-03 10:27:42

El Papa pide a los miembros de la Pontificia Academia Eclesiástica que sean sacerdotes y pastores antes que diplomáticos


Sábado, 2 jun (RV).- “Sed pastores imitadores de Cristo antes que diplomáticos, para que cualquiera que se os acerque pueda descubrir “al sacerdote que está en vosotros”. Ésta ha sido la observación eclesial que Benedicto XVI ha pedido a los estudiantes de la Pontificia Academia Eclesiástica, recibidos esta mañana por el Papa en el Palacio apostólico del Vaticano con motivo de la tradicional audiencia anual.

Para ser representantes de la Sede de Pedro en los lugares y escenarios más diversos del mundo, tanto en contextos secularizados como en tierras de conflicto, es menester tener “no solamente un conocimiento intelectual de Jesús, sino cultivar con Él una amistad íntima” porque el sacerdote debe prevalecer sobre el diplomático.

Con gran claridad el Papa ha trazado el perfil del futuro Nuncio Apostólico o del encargado en la Secretaría de Estado, hablando ante los jóvenes sacerdotes de esta Pontificia Academia. “El servicio al que estáis destinados y para el que os preparáis aquí en Roma -les ha dicho- es un servicio de testigos, cualificado ante las Iglesias y las autoridades de los países a los cuales, si Dios quiere, seréis enviados”.

Vosotros sabéis que la fe cristiana no puede jamás reducir a una persona a mero conocimiento intelectual de Cristo y de su doctrina; sino que debe también manifestarse en la imitación de los ejemplos que Cristo nos ha dado como Hijo del Padre y como Hijo del hombre. En particular, quien colabora con el Sucesor de Pedro, Pastor supremo de la Iglesia católica, está llamado a hacer lo posible para ser él mismo un verdadero pastor, como Jesús Buen Pastor, a dar la vida por su rebaño.

Pastores por lo tanto -“fundamentalmente” y “siempre” ha insistido Benedicto XVI- pero también “promotores de diálogo y tejedores de fructuosas relaciones con las autoridades y las instancias civiles, como quiere la tradición católica”.

Por último el Obispos de Roma les ha instado a “cultivar este vuestro anhelo, de manera que cuantos se os acerquen puedan descubrir al sacerdote que hay en vosotros. De esta manera se notara con claridad el carácter atípico de la diplomacia pontificia”. Una diplomacia, como pueden constatar las numerosas misiones diplomáticas acreditadas ante la Santa Sede, que en lugar de defender intereses materiales o visiones parciales del hombre, promueve valores que brotan del Evangelio, como expresión de los altos ideales proclamados por Jesús, único y universal Salvador. Estos valores por su parte en gran medida son patrimonio compartido también por otras religiones y otras culturas.








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