2007-06-01 16:00:48

El Papa llama a la Iglesia de Burundi a tomar parte activa en el proceso de sensibilización y desarrollo integral por la paz


Viernes, 1 jun.- Benedicto XVI, saludando al nuevo embajador de Burundi, se ha referido a la población de ese país, duramente castigada durante los años de guerra civil y que todavía hoy sufre las consecuencias del conflicto o viene golpeada periódicamente por la sequía y las inundaciones. El Papa ha asegurado su constate solicitud a este respecto y ha dicho que reza para que Dios sostenga a todos los borundeses en su compromiso valiente para edificar una sociedad cada vez mas fraterna y solidaria.

El Santo Padre también ha invitado a trabajar a todos en la Comisión de Verdad y Reconciliación, el instrumento instaurado para la consolidación de la paz en el país. “Una búsqueda paciente y obstinada de la verdad hará posible que cada uno de vosotros contribuya a aliviar las heridas de la guerra con el alivio del perdón, que no excluye, sin embargo, la justicia. La Iglesia en Burundi está llamada a tomar parte activa en este proceso de sensibilización y desarrollo integral por la paz. Una paz duradera y una reconciliación sincera”.

El Papa ha asegurado que “en este esfuerzo complejo que mira a la reconstrucción material y moral del país, Burundi no estará sola ni será dejada sola”. La Comunidad Internacional no ha dejado de ofrecer su ayuda moral y apoyo económico. La mesa redonda de Donantes para el desarrollo que ha tenido lugar en Bujundura, el 24 y 25 de mayo pasado, ha manifestado este compromiso para recoger los fondos necesarios y garantizar la financiación del programa de acciones prioritarias para el desarrollo de Burundi.

Y finalmente, Benedicto XVI, ha afirmado que para permitir a las categorías sociales mas vulnerables y expuestas a la violencia, a los actos de vandalismo y a las enfermedades, que aprovechen plenamente los frutos de este desarrollo, es necesario que los responsables de la vida pública tomen una mayor conciencia de los valores morales. “Estos valores universales como el sentido del bien común, la acogida fraterna del extranjero, el respeto de toda vida humana, y la solidaridad, constituyen un patrimonio precioso que debe convertirse en fuente de esperanza para el futuro”.







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