A la nueva embajadora de Pakistán el Papa señala que tanto cristianos como musulmanes
deben unir mentes y corazones y trabajar por la paz, la justicia y un futuro mejor
para la humanidad
Viernes, 1 jun (RV).- A la nueva embajadora de la República Islámica de Pakistán,
Ayesha Riyaz, Benedicto XVI ha destacado el anhelo de que el espíritu de cooperación
que caracteriza, desde hace más de cinco décadas, las relaciones diplomáticas de esta
nación con la Santa Sede, siga promoviendo “los valores fundamentales que están al
servicio de la tutela de la dignidad humana de toda persona”.
Citando el “objetivo
común de fomentar la paz y la justicia en el mundo, para asegurar un futuro mejor
a toda la humanidad”, Benedicto XVI ha hecho hincapié en la importancia de “la cooperación
entre los pueblos, las religiones y las naciones”. El Papa ha manifestado el aprecio
de la Santa Sede ante el “compromiso de Pakistán de trabajar junto con la Comunidad
Internacional para brindar mayor estabilidad en toda la región” asiática y “para proteger
la vida de los inocentes contra las amenazas del terrorismo y la violencia”.
Si
bien “el camino de la seguridad nacional e internacional es largo y difícil y requiere
mucha paciencia”, Benedicto XVI ha recordado que, a pesar de los obstáculos, se deben
alentar todos los esfuerzos que conducen “a la paz, a la estabilidad y a la esperanza”.
Tras señalar que “el pueblo paquistaní conoce muy bien el sufrimiento causado por
la violencia y la anarquía, que conducen a la desestabilización”, y haciendo hincapié
en la necesidad de garantizar los principios de la democracia y de la libertad, reconociendo
los legítimos derechos de toda persona, el Papa ha expresado su gran aprecio por los
esfuerzos de las autoridades de Pakistán para tutelar la dignidad de la mujer.
Entre
las libertades que una sociedad democrática debe garantizar está la libertad religiosa,
ha reiterado Benedicto XVI, añadiendo luego su profundo respeto por la herencia religiosa
que inspira el desarrollo humano de Pakistán y recordando que “los cristianos y los
musulmanes adoran a un único Dios, Todopoderoso”. Por lo que nos debemos sentir impulsados
a “unir nuestras mentes y corazones trabajando sin desmayo por la paz, la justicia
y un futuro mejor para la humanidad”.