Jornada Pro Orantibus. “Un silencio elocuente. Los contemplativos, lenguaje de Dios”
Jueves, 31 may (RV).- Este viernes la Iglesia española celebra la Jornada Pro Orantibus
bajo el tema “Un silencio elocuente. Los contemplativos, lenguaje de Dios”, con el
objetivo de pedir la oración a favor de los religiosos y religiosas de vida contemplativa,
como expresión de reconocimiento, estima y gratitud por lo que representan ellos y
ellas, y el rico patrimonio espiritual de sus institutos en la Iglesia.
Para
dar a conocer la labor de todas aquellas personas que han optado por la vida contemplativa,
en esta próxima Jornada Pro Orantibus, se pide la celebración de catequesis para dar
a conocer la vocación específicamente contemplativa, tan actual y tan necesaria en
la Iglesia. Asimismo se llevarán a cabo iniciativas pastorales dirigidas a promover
la vida de oración y la dimensión contemplativa en las iglesias particulares, dando
ocasión a los fieles, donde sea posible, para que participen en las celebraciones
litúrgicas de algún monasterio, salvaguardando, en todo caso, las debidas exigencias
y las leyes de la clausura.
En el mensaje del presidente de la Comisión Episcopal
para la Vida Consagrada se pone de relieve lo que ya expresó en una ocasión el querido
predecesor de Benedicto XVI, el Siervo de Dios Juan Pablo II, cuando señaló que “los
monasterios han sido y siguen siendo, en el corazón de la Iglesia y del mundo, un
signo elocuente de comunión, un lugar acogedor para quienes buscan a Dios y las cosas
del espíritu, escuelas de fe y verdaderos laboratorios de estudio, de dialogo y de
cultura para la edificación de la vida eclesial y de la misma ciudad terrena, en espera
de aquella celestial”. (Juan Pablo II, Vita consecrata, 6).
A través del lema
de este año, “Un silencio elocuente. Los contemplativos, lenguaje de Dios”, los obispos
españoles nos invita a contemplar que Dios actúa en el silencio expresando la potencia
de su ser-Palabra. En el silencio de la nada Él crea por medio del Verbo todo cuanto
existe y, en el centro de la creación, a su imagen y semejanza crea al hombre. En
el silencio abierto por la insalvable distancia del pecado repite Dios su Palabra
Eterna de amor, su Verbo, que pronunciándose en la historia se hace Carne para entregarse
por nosotros. Es la Palabra Redentora de Dios, Palabra que posibilita hacer real el
sueño del hombre, el culmen de su búsqueda en el reconocimiento de su destino de vida.
Porque
como decía Benedicto XVI en su Encíclica Deus Caritas est: “Si el mundo antiguo había
soñado que, en el fondo, el verdadero alimento del hombre —aquello por lo que el hombre
vive— era el Logos, la sabiduría eterna, ahora este Logos se ha hecho para nosotros
verdadera comida, como amor”. Dios nos dirige su Amor, su Palabra y también nos
dirige su Silencio. Puede parecer una frase hecha, pero ¡cuántas veces Él nos dice
tantas cosas... callándolas! Exclama en su mensaje el presidente de la Comisión Episcopal
para la Vida Consagrada.
Queremos terminar este espacio recordándoles que el
silencio de la vida contemplativa merece, en definitiva, el título de elocuente porque
mana de un corazón amante, un corazón, el del contemplativo, que habiendo comprendido
existencialmente el amor recibido de Dios no puede menos que cantarlo en el “dulce
no hacer nada” de un vivir dedicado sólo y todo para Dios.