«Todas las Iglesias para todo el mundo», mensaje del Papa para la Jornada Mundial
de las Misiones 2007 en el que invita a reflexionar en común sobre la urgencia y la
importancia que reviste, en nuestro tiempo, la acción misionera de la Iglesia
Martes, 29 may (RV).- «Todas las Iglesias para todo el mundo». Es el tema del Mensaje
de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Misiones 2007, que se ha hecho público
hoy. Con este Mensaje, que lleva la fecha del pasado 27 de mayo, Solemnidad de Pentecostés,
el Papa desea invitar a «todo el Pueblo de Dios – Pastores, sacerdotes, religiosos,
religiosas y laicos – a una reflexión común sobre la urgencia y la importancia que
reviste, en este tiempo nuestro, la acción misionera de la Iglesia».
«Al tiempo
que no cesan de resonar - como llamada universal y como apremiante llamamiento -
las palabras con las que Jesucristo encomendó a los Apóstoles el mandato misionero»,
el Papa destaca que, «además, este año un ulterior motivo nos impulsa a un renovado
compromiso misionero». Puesto que se celebra «el 50 aniversario de la Encíclica del
Siervo de Dios Pío XII Fidei donum, con la cual se promovió y alentó la cooperación
entre las Iglesias para la misión ad gentes».
Tras hacer hincapié en el tema
elegido para la próxima Jornada Mundial de las Misiones, que se celebrará el domingo
21 de octubre, Benedicto XVI señala que es una invitación para las Iglesias locales
de todos los continentes «a una conciencia compartida», en lo que se refiere a la
«urgente necesidad de relanzar la acción misionera ante los múltiples y graves desafíos
de nuestro tiempo».
«Ante la avanzada de la cultura secularizada, que algunas
veces parece que va penetrando cada vez más en las sociedades occidentales, considerando
además la crisis de la familia, la disminución de las vocaciones y el progresivo envejecimiento
del clero», Benedicto XVI reitera que «queda aún mucho por hacer para responder al
llamado misionero, que el Señor no se cansa nunca de dirigir a cada bautizado». Si
bien se haya cumplido un gran esfuerzo para la difusión del Evangelio, en especial
a partir del Concilio Vaticano II.
Recordando la importancia de la cooperación
que ha brindado abundantes frutos apostólicos, tanto para las Iglesias jóvenes en
tierra de misión, como para las realidades eclesiales de antigua tradición, el Santo
Padre pone en guardia contra el riesgo de mirar al futuro con reducida esperanza y
de ralentizar el esfuerzo misionero. Aún más, escribe Benedicto XVI «Éste es precisamente
el momento de abrirse con confianza a la Providencia de Dios, que nunca abandona a
su pueblo y que, con la potencia del Espíritu Santo, lo guía hacia el cumplimiento
de su diseño eterno de salvación».
Evocando también la Encíclica Redemptoris
missio, de su predecesor Juan Pablo II, Benedicto XVI recuerda que «el compromiso
misionero permanece, como se ha reiterado numerosas veces, el primer servicio que
la Iglesia debe a la humanidad de hoy, para orientar y evangelizar las transformaciones
culturales, sociales y éticas. Para ofrecer la salvación de Cristo al hombre de nuestro
tiempo, en tantas partes del mundo humillado y oprimido a causa de pobrezas endémicas,
de violencias, de negaciones sistemáticas de los derechos humanos».
Benedicto
XVI invita a «la acción de gracias al Señor por los frutos abundantes» obtenidos con
la cooperación misionera en África y en otras regiones de la tierra». Numerosos sacerdotes
han ofrecido sus energías apostólicas al servicio de comunidades en zonas pobres y
en vías de desarrollo, recuerda el Papa, señalando luego que entre ellos se cuentan
«no pocos mártires que, al testimonio de la palabra y a la entrega apostólica han
unido también el sacrificio de su vida».
Y, como señala también Benedicto
XVI, «no podemos olvidar tampoco a los numerosos religiosos, religiosas y laicos voluntarios
que, junto con los presbíteros, se han prodigado por difundir el evangelio hasta los
extremos confines del mundo». «Con el anhelo de que la Jornada Mundial de las Misiones
sea una ocasión para recordar en la oración a estos nuestros hermanos y hermanas
en la fe y a cuantos siguen prodigándose en el vasto campo misionero», el Papa invita
a rogar a Dios para que «su ejemplo suscite por doquier nuevas vocaciones y una renovada
conciencia misionera en el pueblo cristiano».
El Pontífice pone de relieve
la importancia de la oración. «Que se extienda en toda comunidad la coral invocación
al ‘Padre nuestros que está en los cielos’ para que venga su reino a la tierra», escribe
Benedicto XVI, dirigiéndose en particular a los niños y a los jóvenes, a los enfermos
y a los que sufren, a las personas consagradas y a los monasterios de clausura para
que intensifiquen sus oraciones por las misiones.
El Mensaje Pontificio se
concluye con una invocación a la Virgen María, que ha acompañado con maternal solicitud
el camino de la Iglesia naciente. Rogándole a la Madre de Dios que «guíe nuestros
pasos también en esta nuestra época y nos obtenga un nuevo Pentecostés de amor».