Escuchar el programa Viernes, 18 may
(RV).- En el programa pasado iniciamos algunas reflexiones como preparación para la
visita que el Santo Padre realizará a la ciudad de Aparecida, en Brasil, para la V
Conferencia del Episcopado Latinoamericano. En la ocasión pasada nos concentramos
en algunos de los elementos que los obispos consignaron en el documento preparatorio
sobre la familia.
Pues bien hoy retomaremos otros elementos que los obispos
latinoamericanos abordan en el documento preparatorio a esta reunión como es la dimensión
de Comunión que nos ofrece la vida plena de Jesucristo. El individualismo y el aislamiento
no son parte de una auténtica experiencia espiritual, señalan los obispos y subrayan
que en este sentido la Palabra de Dios Jesucristo, fuente de vida digna y plena es
contundente. La vida sólo se profundiza y se desarrolla en la comunión fraterna, y
todas las formas de exclusión y marginación son un pecado social que rompe la comunión,
porque “Dios en Cristo no redime solamente la persona individual, sino también las
relaciones sociales entre los seres humanos”.
Las dificultades de este momento
histórico superan completamente a sujetos aislados, por ello los obispos señalan
la importancia de reconocer las crisis existentes en los vínculos eclesiales, sociales
y familiares, para procurar sanarlos y fortalecerlos a partir de la vida familiar,
cuna de todo vínculo de amor y fidelidad, y en último término, del amor de Cristo
y de la vida de la Trinidad, fuente de toda relación personal.
Hoy los mecanismos
de la sociedad de consumo tienden a convertirnos en seres preocupados sólo de las
propias necesidades y deseos. En este dinamismo hedonista, los mismos cristianos corremos
el riesgo de cuidar obsesivamente espacios de privacidad y de placer, y de rechazar
toda orientación ética.
El Evangelio, subrayaron los obispos latinoamericanos,
nos ayuda a descubrir que ese cuidado enfermizo y alienante de la propia vida atenta
contra la calidad humana y cristiana de esa misma vida, pues sin duda se vive mucho
mejor cuando tenemos libertad interior y una disponibilidad a darlo todo: la vida
se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a otros.
El subjetivismo
actual hace que cada individuo pretenda ser el centro y el criterio último de todo,
con lo cual pierde el realismo y las perspectivas. Jesucristo es la Verdad que nos
hace libres, señalan los obispos. Él no propone una vida a oscuras, sino con un sentido
y una orientación que nos abre al diálogo con todos para ser servidores de esa Verdad
en nuestra realidad latinoamericana.
Pero para acoger esa vida verdadera hay
que entregarse como ofrenda a Dios, dispuestos a transformar y renovar la mentalidad”
también remando a contracorriente. Así -señalan los obispos en el documento preparatorio
a la V conferencia, podremos alcanzar lo que realmente estamos llamados a ser: sal
de la tierra y luz del mundo.
Confiados en la resurrección, en nuestra verdad
que es la vida eterna, los obispos del continente señalan en el documento de preparación
a la V Conferencia General que mientras algunas personas pretenden encerrar su mirada
en la corta perspectiva de esta vida terrena, nosotros -los cristianos- creemos en
una vida que nunca acaba y que se hace plena sólo después de la muerte. Muriendo,
resucitamos a una vida sin confines.
Esto implica que al final, como todos
los días, tendremos que entregarlo todo. Así seremos colmados con la plenitud de Dios
en el banquete del Reino definitivo: “Si nuestra esperanza en Cristo no va más allá
de esta vida, somos los más miserables de todos los hombres”.