El Papa denuncia la elevada contaminación y el uso irresponsable de los recursos naturales
y apuesta por un proceso de globalización solidario para asegurar a la humanidad un
futuro de auténtico bienestar y paz estable
Sábado, 19 may (RV).- «Sólo un proceso de globalización atento a las exigencias de
la solidaridad puede asegurar a la humanidad un futuro de auténtico bienestar y de
paz estable para todos». Lo ha reiterado, este sábado, Benedicto XVI en su discurso
a los participantes en la conferencia internacional de la Fundación Centesimus Annus
– Pro Pontífice.
En esta audiencia, que ha tenido lugar en la Sala Clementina,
en el Vaticano, el Papa ha puesto de relieve que, en la reunión de este año, han reflexionado
sobre el compromiso fundamental que caracteriza, precisamente, a esta Fundación querida
por su venerado predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II. Es decir, «el de profundizar
en los aspectos más actuales de la Doctrina Social de la Iglesia, con referencia a
las problemáticas y desafíos más urgentes hoy en el mundo».
Agradeciendo luego
el generoso donativo que le han ofrecido, para poder responder a tantas solicitudes
de ayuda que le llegan de todo el mundo, el Papa se ha referido a la importancia
del tema social elegido para esta conferencia, dedicada al «papel creciente de los
países emergentes en la competencia global: consecuencias económicas, sociales y culturales».
Tema,
ha señalado asimismo Benedicto XVI, que se ha tratado dedicando una atención especial
«a las naciones de Asia - caracterizadas por fuertes dinámicas de crecimiento económico,
que sin embargo no siempre conllevan un real desarrollo social - y a los países de
África - donde, lamentablemente, el crecimiento económico y el desarrollo social
encuentran muchos obstáculos y desafíos»: «Lo que estos pueblos necesitan, así como
los de cada parte de la tierra, es sin duda un progreso social y económico armónico
y con dimensión realmente humana».
Evocando al respecto lo que escribió Juan
Pablo II en su Encíclica Centesimus Annus, Benedicto XVI ha hecho hincapié en que
«el desarrollo no debe ser entendido de forma exclusivamente económica, sino en sentido
integralmente humano». Pues «no se trata solamente de elevar a todos los pueblos
al nivel del que gozan hoy los países más ricos, sino de fundar sobre el trabajo solidario
una vida más digna, hacer crecer efectivamente la dignidad y la creatividad de toda
persona, su capacidad de responder a la propia vocación y, por tanto, a la llamada
de Dios».
Se trata de una enseñanza constante de la Doctrina social de la Iglesia,
reiterada sin cesar por los pontífices en los últimos decenios, ha insistido Benedicto
XVI, recordando luego que este año se conmemora el 40 aniversario de la gran Encíclica
social del Siervo de Dios Pablo VI, la Populorum progressio: «La atención a las verdaderas
exigencias del ser humano, el respeto de la dignidad de toda persona y la búsqueda
sincera del bien común son los principios inspiradores que hay que tener presentes
cuando se proyecta el desarrollo de una nación. Pero, lamentablemente no siempre es
así. La actual sociedad globalizada registra a menudo paradójicos y dramáticos desequilibrios.
En efecto, cuando se considera el incremento sostenido de las tasas de crecimiento
económico, cuando nos detenemos a analizar las problemáticas enlazadas con el progreso
moderno – incluyendo la elevada contaminación y la irresponsable utilización de los
recursos naturales y ambientales - es evidente que sólo un proceso de globalización
atento a las exigencias de la solidaridad puede asegurar a la humanidad un futuro
de auténtico bienestar y de paz estable para todos».
Tras destacar la importante
labor de este ente de derecho pontificio fundado en 1993 e integrado por laicos, con
el fin de difundir la doctrina social de la Iglesia y de contribuir a las actividades
caritativas del Papa, Benedicto XVI ha subrayado la necesidad de promover la cultura
de la solidaridad y de favorecer un desarrollo económico atento a las reales expectativas
de los individuos y de los pueblos: «Mientras os aliento a proseguir en este compromiso
vuestro, quisiera reiterar que sólo con el enlace ordenado de los tres perfiles irrenunciables
del desarrollo – económico, social y humano – puede nacer una sociedad libre y solidaria.
Hago mías las palabras que el Papa Montini expresaba con claridad apasionada en su
mencionada Encíclica Populorum progressio: ‘Si para llevar a cabo el desarrollo se
necesitan técnicos, cada vez en mayor número, para este mismo desarrollo se exige
aún más pensadores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, el cual permita
al hombre moderno hallarse a sí mismo, asumiendo los valores superiores del amor,
de la amistad, de la oración y de la contemplación’. Ésta es vuestra misión. Ésta
es la tarea que el Señor os confía al servicio de la Iglesia y de la sociedad y sé
que la estáis desarrollando con celo y generosidad».