Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de Naciones Unidas: “Tierras, territorios
y recursos”
Lunes, 14 may (RV).- El tema principal de la sexta sesión del Foro Permanente para
las Cuestiones Indígenas de Naciones Unidas, que da inicio hoy en la sede de Nueva
York, tiene como tema: “Tierras, territorios y recursos”.
Durante dos semanas
en el Foro Permanente de la ONU para las Cuestiones Indígenas (UNPFII, en sus siglas
en inglés), que constituye la culminación de décadas de trabajo para promover el perfil
de las cuestiones indígenas dentro de la comunidad internacional, se debatirán temas
relativos a los pueblos indígenas de todo el mundo, sobre todo, preocupándose de la
realidad del territorio, la unión de las poblaciones indígenas a su tierra y los recursos
que ésta le ofrece en un mundo cada vez más globalizado. Asimismo se tendrá en cuenta
la aplicación de recomendaciones sobre los seis ámbitos del mandato del Foro Permanente
y sobre los objetivos de desarrollo del Milenio, tales como el desarrollo económico
y social, el Medio ambiente, la salud, la educación, la cultura, y los derechos humanos.
Cada
año Naciones Unidas convoca a los representantes de los pueblos indígenas para debatir
con ellos la realidad por la que atraviesan. Los trabajos de hoy dan inicio con un
tema muy elocuente: “Derechos humanos”. Se trata de un diálogo con el Relator Especial
sobre la situación de los derechos humanos y las libertades fundamentales de los pueblos
indígenas. Se profundizará sobre la situación de Asia, en concreto sobre los pueblos
indígenas urbanos y la migración. Otro de los temas que se analizará durante estas
dos semanas, será precisamente el futuro del trabajo del Foro Permanente.
Naciones
Unidas trabaja de forma constante con el fin de velar por los derechos de los indígenas.
En ese sentido, estableció de 1995 a 2004 un decenio internacional dedicado a estas
poblaciones, con el objetivo de fortalecer la cooperación internacional para la solución
de los problemas con que se enfrentan los indígenas en esferas como los derechos humanos,
el medio ambiente, el desarrollo, la educación y la salud. Una de las primeras acciones
fue conceder una ayuda económica a varias de las poblaciones indígenas que se encontraban
sin ningún tipo de reconocimiento. De este modo se inició a hablar de los Touaren
de Burkina Faso, de los Btwa de Burundi, los Amazigh de Marruecos, los Miskita de
Nicaragua, los Aymara de Perú, los aborígenes de Australia, los Aivasi de la India,
los Maori de Nueva Zelanda, lo Igorot de Filipinas, los indígenas de Chiang Mai en
Tailandia, los del norte de Siberia en Rusia, y los Creman Tatars de Ucrania.
Y
es que, los pueblos indígenas viven en amplias zonas de la superficie de la Tierra.
Repartidos por el mundo, desde el Ártico hasta el Pacífico Sur, sumando, según un
cálculo aproximado, más de 300 millones de personas. Se les denomina como pueblos
indígenas o aborígenes porque vivían en sus tierras antes de que vinieran los colonizadores
de otros lugares; según una definición, son los descendientes de las personas que
habitaban un país o una región geográfica en el momento en que llegaron poblaciones
de culturas u orígenes étnicos diferentes. Los recién llegados se convirtieron más
tarde en el grupo dominante mediante la conquista, la ocupación, la colonización o
por otros medios.
Según declara Naciones Unidas, durante toda la historia
de la humanidad, cada vez que los pueblos vecinos dominadores han ampliado sus territorios
o que colonizadores procedentes de tierras lejanas se han apoderado por la fuerza
de nuevas tierras, han corrido peligro las culturas y el sustento -incluso la existencia-
de los pueblos indígenas. Las amenazas contra las culturas y las tierras de los pueblos
indígenas, contra su situación jurídica y contra sus demás derechos establecidos por
la ley, como grupos diferentes y como ciudadanos, no siempre asumen las mismas formas
que en el pasado. Aunque algunos grupos han alcanzado un éxito relativo, los pueblos
indígenas se esfuerzan en casi todo el mundo por obtener el reconocimiento de sus
identidades y de sus formas de vida.
Finalizamos recordando las palabras que
Juan Pablo II dirigió a los indígenas en 1983 durante su viaje Apostólico a América
Central, un mensaje, que a pesar del tiempo, no pasa de moda: “Cristo hace que todos
aceptemos que sois raza bendecida por Dios; que todos los hombres tenemos la misma
dignidad y valor ante El; que todos somos hijos del Padre que está en el cielo; que
nadie debe despreciar o maltratar a otro hombre, porque Dios le castigará; que todos
debemos ayudar al otro, en primer lugar al más abandonado. (…) Vuestras culturas indígenas
son riqueza de los pueblos, medios eficaces para transmitir la fe, vivencias de vuestra
relación con Dios, con los hombres y con el mundo. Merecen, por tanto, el máximo respeto,
estima, simpatía y apoyo por parte de toda la humanidad. Esas culturas, en efecto,
han dejado monumentos impresionantes –como los de los mayas, aztecas, incas y tantos
otros– que aún hoy contemplamos asombrados”.