En el Santuario de Aparecida el Papa exhorta a perseverar en la propia fe, cuya coherencia
requiere una formación doctrinal y espiritual sólida, para construir una sociedad
más justa, más humana y más cristiana
Domingo, 13 may (RV).- Benedicto XVI ha manifestado que vale la pena ser fieles y
perseverar en la propia fe, pero “la coherencia en la fe requiere también una formación
doctrinal y espiritual sólida, contribuyendo así a la construcción de una sociedad
más justa, más humana y más cristiana.
El Papa ha rezado el Rosario y se ha
encontrado con los sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y diáconos de
Brasil en el Santuario de Aparecida, en la cuarta jornada de este viaje apostólico.
Tras su encuentro con la comunidad de la Hacienda de la Esperanza y el almuerzo con
la presidencia de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe
y los miembros del séquito papal en el Seminario “Bom Jesús” el Papa se ha trasladado
al Santuario mariano a las 6 de la tarde hora local, cuando en Roma eran las 11 de
la noche.
En su homilía el Papa ha subrayado la importancia de una formación
doctrinal y espiritual sólida para contribuir en “la construcción de una sociedad
más justa, más humana y más cristiana”. Y en este contexto el Pontífice ha aludido
al catecismo de la Iglesia Católica, que “también en su versión reducida, publicada
bajo el título de Compendio, será de ayuda para tener nociones claras de nuestra fe”.
El Papa ha pedido “desde ahora que la venida del espíritu Santo sea para todos como
una nueva Pentecostés, para que ilumine con la luz que desciende desde lo alto a nuestros
corazones y nuestra fe”.
Benedicto XVI ha querido subrayara a todos que “en
la Iglesia católica encontramos todo aquello que es bueno, todo aquello que es motivo
de seguridad y de alivio”, porque “aquel que acepta a Cristo, «Camino, Verdad y Vida»
en su totalidad se asegura la paz y la felicidad, en esta vida y en la otra”. En la
vigilia de la apertura de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
y del Caribe, el Papa ha querido subrayar a todos los hombres y mujeres de América
Latina la importancia de “nuestra filiación a la Iglesia, que lleva a los cristianos
a crecer y a madurar como hermanos, hijos del mismo Dios y Padre”. En el mismo contexto
el Santo Padre ha invitado a que se conviertan en misioneros y a llevar la Buena Nueva
del Evangelio a todos los puntos de América Latina y del mundo.
Benedicto XVI
se dirigido particularmente a cada uno de los grupos que conformaban este Encuentro
en el Santuario de Aparecida, que en estos días se transformará también en la sede
de la V Conferencia Episcopal Latinoamericana y del Caribe: a sus hermanos en el episcopado
y en el presbiterado, a los religiosos, a los seminaristas y a los representantes
de los movimientos eclesiales y laicos. A todos ellos el Papa ha querido resaltar
cómo la vida religiosa en Brasil ha sido siempre significativa y ha tenido un papel
importante en la obra de evangelización, desde los inicios de la colonización.
El
Papa ha saludado afectuosamente y ha bendecido a los movimientos, asociaciones y nuevas
realidades eclesiales, “expresiones vivas de la perenne juventud de la Iglesia”, así
como a las familias “reunidas en representación de todas las queridas familias cristianas
presentes en el mundo entero”.
Además de los diáconos y seminaristas, que ocupan
un lugar especial en el corazón del Papa, y los consagrados y consagradas, “un don
divino que la Iglesia ha recibido de su Señor”, el Pontífice ha tenido palabras especiales
para los sacerdotes esparcidos por todo el mundo que constantemente afrontan desafíos
y situaciones difíciles, de una forma abnegada y con sacrificios y renuncias. “La
fidelidad en el ejercicio del ministerio y en la vida de oración, la búsqueda de la
santidad, la donación total a Dios en el servicio a los hermanos y hermanas, donando
vuestras vidas y energías, promoviendo la justicia, la fraternidad, la solidaridad
y el compartir – todo ello habla con fuerza a mi corazón de Pastor. El testimonio
de un sacerdocio vivido bien ennoblece la Iglesia, suscita admiración en los fieles,
es fuente de bendiciones para la Comunidad, es la mejor promoción para las vocaciones,
la más autentica invitación para que otros jóvenes respondan positivamente a los llamados
del Señor. ¡Es la verdadera colaboración en vista de la construcción del Reino de
Dios!”