2007-05-12 16:55:43

Benedicto XVI advierte a los narcotraficantes para que reflexionen sobre el mal que están haciendo a una multitud de jóvenes y de adultos de todos los estratos sociales, porque ¡Dios les pedirá cuentas de lo que han hecho!


Sábado, 12 may (RV).- «¡Estoy por fin en la Hacienda de la Esperanza!». Con este saludo, Benedicto XVI se ha dirigido a Fray Hans Stapel, fundador de la Obra social ‘Nuestra Señora de la Gloria’, conocida precisamente como Hacienda de la Esperanza. Con profunda alegría y emoción el Papa se ha dirigido a los huéspedes de este centro de recuperación de las drogas, y que brinda asistencia también a las madres solteras, a las familias necesitadas, a las personas sin techo y a los enfermos de SIDA.

Un encuentro entre el Papa y miles de jóvenes, algunos de los cuales ofrecieron al Santo Padre su testimonio personal, como nos cuenta nuestra compañera Alina Tufani desde Aparecida. RealAudioMP3

¡«Paz y bien!» ha exclamado el Pontífice, recordando luego la misión de la Iglesia de tomar conciencia de la tarea que le corresponde de proponer al mundo la voz de Aquel que dijo: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue, no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. En este contexto, Benedicto XVI ha enmarcado la también misión del Papa, que es la de «renovar en los corazones», la luz de Cristo. Luz que nunca se ofusca, porque ilumina desde lo íntimo de las almas que buscan el verdadero bien y la paz, que el mundo no puede dar. Luz que necesita sólo de un corazón abierto a los anhelos divinos: «Dios no obliga, no oprime la libertad individual. Sólo pide la apertura de ese sagrario de nuestra conciencia, a través del cual pasan todas las aspiraciones más nobles, y también todos los afectos y pasiones desordenas que ofuscan el mensaje del Altísimo».

En algunos momentos de la vida, Jesús viene y toca a nuestra puerta. Lo hace dulcemente a los corazones bien dispuestos. Como ha hecho con vosotros, ha afirmado el Papa dirigiéndose a la comunidad de la Hacienda de la Esperanza. Benedicto XVI ha pronunciado un vibrante llamamiento, acogido con grandes aplausos: «¡Vosotros debéis ser los embajadores de la esperanza! Brasil tiene una de las estadísticas más relevantes en lo que respecta a la dependencia química de las drogas y estupefacientes. Y América Latina no se queda atrás. Por lo tanto les digo a los narcotraficantes que reflexionen sobre el mal que están haciendo a una multitud de jóvenes y de adultos de todos los estratos sociales: ¡Dios les pedirá cuentas de lo que han hecho! La dignidad humana no puede ser pisoteada de esta forma. El mal provocado recibe la misma reprobación que Jesús expresó hacia aquellos que escandalizaban a los ‘más pequeños’ los preferidos por Dios’».

El Santo Padre se ha referido a la importancia de la terapia, que incluye asistencia médica, psicológica y pedagógica, pero también mucha oración, trabajo manual y disciplina. Gracias a ello «numerosas personas, sobre todo jóvenes» han logrado liberarse de la dependencia química y del alcohol y recuperar el sentido de la vida».

Benedicto XVI ha querido manifestar su gran aprecio por esta Obra, que tiene como cimiento espiritual el carisma de san Francisco y la espiritualidad del Movimiento de los Focolares. Cuya eficacia se demuestra sin duda con la reinserción en la sociedad y, en particular, con las conversiones. Pues «no basta curar el cuerpo, sino que es necesario adornar el alma con los dones preciosos recibidos con el Bautismo».

El Pontífice ha manifestado su profunda gratitud a todos aquellos que colaboran material y espiritualmente con esta Obra Social, bendiciendo a Fray Han Stapel y Nelson Giovanelli Ros que le han dedicado su vida.

Antes de su encuentro con los huéspedes, familiares y voluntarios en este centro, Benedicto XVI ha querido manifestar un gesto de afecto del Sucesor de Pedro a las amadas religiosas Hijas de Santa Clara, que unen sus rezos al trabajo arduo de la medicina y de la ergoterapia para vencer las prisiones y romper las cadenas de las drogas que hacen sufrir a los hijos que Dios ama.

En este lugar, fundado por el franciscano Hans Stapel para la recuperación de los adictos a la droga y al alcohol, el Santo Padre ha hecho hincapié, en la forma en que las clarisas, con su oración silenciosa, con el ayuno y la penitencia, viven el mandamiento del amor a Dios y al prójimo. El Papa ha destacado la importancia de la esperanza cristiana: ¡Ello significa que nunca se debe perder la esperanza! De aquí el nombre de esta obra de Fray Hans, ‘Hacienda de la Esperanza’. En efecto se debe edificar y construir la esperanza tejiendo los hilos de una sociedad que, en las madejas de la vida, pierde el sentido de la esperanza. Esta pérdida, según san Pablo, es una maldición que la persone se impone a sí misma: personas sin corazón’».

Benedicto XVI ha exhortado a las clarisas a perseverar en la proclamación de la esperanza que nunca defrauda: «Queridísimas hermanas, sed aquellas que proclaman que ‘la esperanza no defrauda. Que dolor del Crucificado, que invadió el alma de María a los pies de la Cruz, consuele tantos corazones de madres y padres que lloran de dolor por sus hijos aún drogadictos. Anunciad con el silencio oblativo de la oración, silencio elocuente del Padre que escucha. Anunciad el mensaje del amor que vence el dolor, la droga y la muerte. Anunciad a Jesucristo, ser humano como nosotros, que sufre como nosotros, que tomó sobre sí nuestros pecados para liberarnos de ellos».









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