Benedicto XVI ordena 22 sacerdotes de la Diócesis de Roma a quienes pide que tengan
cada día en su ministerio la fuerza de la fidelidad y el coraje de la alegría
Domingo, 29 abr (RV).- En este IV domingo de Pascua, y del Buen Pastor, en el que
se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, Benedicto XVI ha presidido
esta mañana la Santa Misa, en la Basílica de San Pedro, donde ha conferido la Ordenación
sacerdotal a 22 diáconos que se han formado en la Diócesis de Roma. Once de ellos,
entre los cuales, uno de Perú y otro de Polonia, son del Seminario Romano Mayor. Ocho
del Redemptoris Mater, uno del Divino Amor, uno del Seminario Capranica, que se incardinará
en Santo Domingo, y un Legionario de Cristo.
El Papa ha calificado la ordenación,
como un ministerio, desarrollado al servicio de la gente en la alegría y con los sentimientos
de Jesús, Buen Pastor. Un mandato y un deseo con el que el Papa ha acompañado el rito
de la ordenación presbiteral, durante cuya Misa y posteriormente en el Regina Coeli,
el Papa ha rezado por las vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada, subrayando
la “comunión” que debe unir las distintas llamadas en el seno de la Iglesia.
El
Santo Padre ha centrado la homilía en el texto, que hoy la liturgia nos presenta,
la figura del Buen Pastor. Un pasaje del Evangelio de “gran densidad teológica”, ha
calificado el Papa: “Jesús habla de sí como Buen Pastor que da la vida eterna por
sus ovejas, por nosotros, inmolándose en la Cruz (...) Él conoce a sus ovejas y sus
ovejas le conocen, como el Padre le conoce a Él y Él conoce al Padre. No se trata
de un mero conocimiento intelectual, sino de una relación personal profunda; un conocimiento
del corazón, propio de quien ama y de quien es amado, de quien es fiel y de quien
sabe que a su vez puede fiarse; un conocimiento de amor en virtud del cual, el Pastor
invita a los suyos a seguirle, y que se manifiesta plenamente en el don que les hace
de la vida eterna”.
Esta profunda intimidad espiritual con Cristo, el poder
de entrar “en sus sentimientos”, se alimenta ante todo –ha dicho el Papa- con la cotidiana
“escuela de santidad” del altar, la Eucaristía. De ahí brota el servicio de la Palabra,
de la reconciliación. Benedicto XVI ha insistido mucho en el aspecto de la “alegría”
que debe acompañar al mundo en el que los nuevos sacerdotes desarrollarán su ministerio.
Sea para vosotros “motivo de constante consolación”, les ha dicho, con la “certeza
que Cristo no nos abandona y que ningún obstáculo podrá impedir la realización de
su universal designo de salvación”.
Por lo tanto, ha proseguido el Sumo Pontífice,
este es el pensamiento en la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que hoy
la Iglesia celebra: “Recemos para que cuantos son elegidos para tan alta misión les
acompañe la orante comunión de todos los fieles. Recemos en cada parroquia y comunidad
cristiana, por la atención de las vocaciones y por la formación de los sacerdotes:
ésta, comienza en la familia, prosigue en el seminario y compromete a todos aquellos
que tienen muy presente la salvación de las almas (...) Rodeemos, a estos hermanos
nuestros en el Señor, con nuestra espiritual solidaridad. Recemos para que sean fieles
a la misión a la que el Señor les llama, y estén preparados para renovar cada día
a Dios el ‘si’, el sí ‘aquí estoy’, sin reserva”. Por último Benedicto XVI ha pedido
“al Dueño de la mies, en esta Jornada por las Vocaciones que continué suscitando muchos
y santos presbíteros, totalmente entregados al servicio del pueblo cristiano”.