Lunes, 23 abr (RV).- Miguel de Cervantes, William Shakespeare, y Garcilaso de la Vega,
están unidos, no sólo por ser tres grandes escritores del siglo XVI, sino por haber
fallecido, los tres, como si de una unión de plumas de tres países se tratara, el
23 de abril de 1616. Esa misma fecha, un día como hoy de hace diferentes siglos, nacieron
o murieron, otros escritores eminentes como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov,
Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo. Por este motivo, esta fecha tan simbólica para la
literatura universal fue la escogida por la Conferencia General de la UNESCO para
rendir un homenaje mundial al libro y a sus autores, y alentar a todos, en particular
a los más jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y respetar la irreemplazable
contribución de los creadores al progreso social y cultural.
Desde hace doce
años, esta iniciativa viene acogida con gran interés por parte de todos los países
miembros de la Unión Europea, ya que brinda, como el Director General de la UNESCO,
Koichiro Matsuura, ha reconocido en su mensaje para la jornada de este año, “una nueva
oportunidad de rendir homenaje a ese instrumento singular de expresión, educación
y comunicación que es el libro”.
Desde que se celebrara por vez primera en
1996, el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, esta iniciativa ha movilizado
a un número considerable de personas de todos los continentes y de todas las culturas.
“Se ha insistido así –explica Matsuura- sobre las múltiples y esenciales funciones
que el libro desempeña en la urdimbre educativa, cultural y económica de nuestras
sociedades. También se ha puesto de relieve en diversas ocasiones la doble índole
de los productos editoriales, que son a la vez mercancías y obras del ingenio humano”.
Asimismo
se ha hablado mucho del libro en tanto que motor de una vasta cadena de actividades
generadoras de ingresos y sobre su función, en el marco de las actuales economías
del conocimiento, de instrumento de aprendizaje, intercambio y actualización del saber.
Por supuesto, prosigue el Director General de la UNESCO, se ha destacado igualmente
la dimensión lingüística de la edición -instrumento expresivo que vive por el idioma
y en el idioma-, que sigue siendo un aspecto decisivo. Por último, ya que no puede
haber fomento del libro sin derecho de autor, la celebración del Día Mundial se ha
vinculado estrechamente, desde su origen y a lo largo de estos años, al recuerdo de
la importancia que reviste la protección moral y patrimonial de las obras del ingenio
humano y de sus creadores.
Este año la UNESCO subraya la importancia del libro
para la libertad de expresión y para la preservación y el fomento de las manifestaciones
de la diversidad cultural, tareas de máxima importancia para la humanidad. Esta acción,
que tiene una dimensión tanto ética como política, forma parte de una perspectiva
de largo plazo y convoca a la realización de iniciativas específicas y duraderas en
pro del libro y la lectura, cuyas repercusiones se espera que se extiendan mucho más
allá de la fecha simbólica del 23 de abril.
“Invito solemnemente a todos los
países, a los asociados y a los amigos de la UNESCO –finaliza Matsuura- a participar
en ella y a aportar una contribución a esta importante celebración, que sitúa el reto
de la calidad, el pluralismo, la integración, el reparto y la difusión del saber en
el centro mismo del proyecto de sociedades del conocimiento”.