2007-04-20 11:43:33

Benedicto XVI cumple su segundo año de pontificado


Jueves, 19 abr (RV).- El programa de hoy lo queremos dedicar a los dos años de Pontificado de Benedicto XVI, quien recientemente, el pasado lunes, ha cumplido 80 años.

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El 19 de abril de 2005, a las 17.50, la multitud de fieles congregados en la plaza de San Pedro del vaticano, veía con esperanza, la “fumata blanca” con la que se anunciaba que un nuevo pontífice había sido nombrado, tras cuatro escrutinios. Una hora más tarde, el cardenal protodiácono Jorge Arturo Medina Estévez, anunciaba el nombre del 264 sucesor de Pedro.

Tras el anuncio, el ya Benedicto XVI apareció en la logia y dirigiéndose a los fieles dijo: “Queridos hermanos y hermanas, tras el gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mi, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes y sobre todo, me confío a vuestras oraciones, en la felicidad del Señor resucitado, confiando en su ayuda personal. Caminemos juntos, el Señor nos ayudará, y María, su queridísima Madre, esta de nuestra parte. Gracias”

En estos dos años de Pontificado, Benedicto XVI ha dado muestras inconfundibles de su voluntad trabajadora, de su deseo de cumplir la llamada del Señor y propagar el Evangelio. Así lo manifestó en la concelebración eucarística con los cardenales, celebrada al día siguiente de su nombramiento: “Me dispongo a iniciar este ministerio peculiar, el ministerio ‘petrino’ al servicio de la Iglesia universal, abandonándome humildemente en las manos de la Providencia de Dios. Ante todo, renuevo a Cristo mi adhesión total y confiada:  "In Te, Domine, speravi; non confundar in aeternum!".

Viajes, mensajes, libros, son sólo algunos de los ejemplos del legado que hasta ahora nos ha dejado Benedicto XVI. Pero quizá el mensaje que con más fuerza nos ha transmitido el Pontífice, sea precisamente el de su Encíclica “Deus caristas Est”, “Dios es amor”. Llamándonos a ser partícipes del amor de Dios, ya que como parte de Él, somos también parte de su amor. El mismo mensaje que durante el pasado Viernes Santo transmitió el Predicado de la Casa Pontificia, P. Raniero Cantalamessa:

“Después de tantas eras que han tomado el nombre del hombre –homo erectus, homo faber, hasta el homo sapiens-sapiens, es decir el sapientísimo de hoy, hay que esperar que se abra finalmente, para la humanidad, una era de la mujer: una era del corazón, de la compasión, y que esta tierra deje finalmente de ser “la era que nos hace tan feroces”.

Este amor, es el mismo que Benedicto XVI nos ha transmitido a lo largo de estos dos años de Pontificado, llamándonos, como en su Encíclica a la fe, la esperanza y la caridad. “La esperanza –escribió Benedicto XVI- se relaciona prácticamente con la virtud de la paciencia, que no desfallece ni siquiera ante el fracaso aparente, y con la humildad, que reconoce el misterio de Dios y se fía de Él incluso en la oscuridad”. La fe, por su parte, nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor. De este modo transforma nuestra impaciencia y nuestras dudas en la esperanza segura de que el mundo está en manos de Dios y que, no obstante las oscuridades, al final vencerá Él, como luminosamente muestra el Apocalipsis mediante sus imágenes sobrecogedoras. La fe, que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor. El amor es una luz —en el fondo la única— que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar.

“El amor es posible –finaliza el Papa- y nosotros podemos ponerlo en práctica porque hemos sido creados a imagen de Dios. Vivir el amor y, así, llevar la luz de Dios al mundo”.







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