El P. Cantalamessa destaca en la homilía de la Pasión del Señor la necesidad de dar
más espacio “a las razones del corazón”
Viernes, 6 abr (RV).- “Había también algunas mujeres”, es el título de la Homilía
de la celebración de esta tarde de la Pasión del Señor, que ha pronunciado el Predicador
de la Casa Pontificia, el P. Raniero Cantalamessa, quien con este epígrafe, ha puesto
de relieve el papel fundamental de las mujeres en la vida de Jesús. Las mujeres que
permanecieron a Su lado, que no se escandalizaron del Él, que Le vieron resucitado
… “¿Por qué sólo mujeres?” Se ha preguntado el P. Cantalamessa: “Porque le han amado
mucho” (Lc 7,47).
Éste fue precisamente el mensaje que ha querido transmitir
el Predicador de la Casa Pontificia en este Viernes Santo: “Nuestra civilización,
dominada por la técnica, necesita un corazón para que el hombre pueda sobrevivir en
ella, sin deshumanizar todo. Tenemos que dar más espacio a las razones del corazón,
si queremos evitar que, mientras se produce el calentamiento físico, nuestro planeta
se precipite espiritualmente a una era glacial”.
En este sentido el P. Cantalamessa
se lamentó de que el aumento de la inteligencia y las posibilidades cognoscitivas
del hombre no vayan al paso, por desgracia, del aumento de la capacidad del amor,
pero al mismo tiempo recordó que somos amor, porque hemos sido creados a imagen de
Dios, y Dios es amor, Deus Caritas est: “Después de tantas eras que han tomado el
nombre del hombre –homo erectus, homo faber, hasta el homo sapiens-sapiens, es decir
el sapientísimo de hoy, hay que esperar que se abra finalmente, para la humanidad,
una era de la mujer: una era del corazón, de la compasión, y que esta tierra deje
finalmente de ser la era que nos hace tan feroces”.
Reiterando la importancia
del papel de la mujer, el Predicador de la Casa Pontificia hizo un llamamiento a las
mujeres cristianas a perseverar en el anuncio de que «¡el Maestro está vivo! ¡Ha resucitado!».
Junto con todas las mujeres de buena voluntad, vosotras sois la esperanza de un mundo
más humano, enfatizó el P. Cantalamessa que concluyó con una invocación a María. Una
antigua oración de la Iglesia, «a la primera de las mujeres piadosas y modelo incomparable
para ellas, la Madre de Jesús»: “Santa María, socorre a los míseros, sostén a los
pusilánimes, conforta a los débiles: ora por el pueblo, intervén por el clero, intercede
por el devoto sexo femenino: Ora pro populo, interveni pro clero, intercede pro devoto
femineo sexu”.