2007-04-06 15:17:14

Benedicto XVI preside, esta tarde la celebración de la Pasión del Señor, y esta noche la práctica piadosa del Via Crucis


Viernes, 6 abr (RV).- Hoy, Viernes Santo, en el día en que «Cristo, nuestra Pascua, es inmolado» y en el que la Iglesia conmemora su propio origen desde el costado atravesado de Cristo e intercede por la salvación de todo el mundo, el Santo Padre presidirá, esta tarde la celebración de la Pasión del Señor.

Benedicto XVI presidirá la Liturgia de la Palabra, la Adoración de la Cruz y el Rito de la Comunión en la basílica de San Pedro, a las cinco de la tarde. Más adelante, a partir de las nueve y cuarto de la noche, el Papa presidirá la práctica piadosa del Via Crucis, al final del cual dirigirá su palabra a los fieles e impartirá la Bendición Apostólica.

Por invitación de Benedicto XVI, el autor de los textos de las meditaciones de este año es Mons. Gianfranco Ravasi, Prefecto de la Biblioteca Ambrosiana, docente de Exegesis Bíblica en la Facultad Teológica de Italia septentrional y miembro de la Pontificia Comisión Bíblica.

Mons. Ravasi, en la introducción de sus meditaciones exhorta a avanzar «juntos a lo largo de este itinerario de oración, no para hacer simplemente memoria histórica de un suceso pasado y de un difunto, sino para vivir la realidad de un acontecimiento áspero y duro, pero abierto a la esperanza, a la alegría, a la salvación. Tal vez a nuestro lado caminarán también personas que aún están en fase de búsqueda, avanzando con la inquietud de sus interrogantes».

Precisamente, refiriéndose al Viernes Santo, Benedicto XVI señalaba, el pasado miércoles en su audiencia general, que «es una jornada de penitencia, de ayuno y de oración, de participación en la muerte del Señor. (...) La comunidad adora la Cruz y se acerca a la Eucaristía, consumiendo las sagradas especies que se conservan desde la Misa ‘in Cena Domini’. Además, recordaba el Papa, en este día, la tradición cristiana aconseja la práctica del Via Crucis, «que nos ofrece la posibilidad de grabar, cada vez con mayor profundidad, en nuestro espíritu el misterio de la Cruz».

 Y mientras avanzamos hacia la Vigilia que se celebra mañana en la noche del Sábado Santo y que culmina con la Resurrección -en la que Cristo vence para siempre la muerte-, recordamos que este año la celebración de la Pascua coincide en Oriente y en Occidente el mismo día, el próximo Domingo 8 de abril.

La alegría de la Resurrección aunará en la celebración de la solemnidad de la Pascua a todos los cristianos juntos: católicos, ortodoxos y protestantes. No sucede siempre, porque la Iglesia católica y en general los cristianos de Occidente seguimos el calendario gregoriano para computar la fecha movible de la Pascua, calendario que data de 1582. Mientras que los orientales, siguen computando esa fecha según el calendario establecido por Julio César, en el año 46 antes de Cristo.

La forma diversa de contar el tiempo hace que haya una semana de diferencia entre la Pascua Oriental y la Occidental. Este año sin embargo coinciden, y esto hace que podamos celebrarla juntos. Y a lo largo de este primer cuarto del siglo XXI coincidirán otras siete veces, como si fuera una premonición de que debemos apresurarnos hacia la unidad definitiva entre cristianos ortodoxos y católicos. Por otra parte existe un creciente deseo entre todos los cristianos de llegar a una celebración conjunta de la Pascua en la misma e idéntica fecha.

En cualquier caso, este año 2007, como sucediera en el año 2001, la fecha del 8 de abril ve unidos a todos los cristianos en la celebración de lo nuclear de la fe y la vida cristiana, que es la Resurrección del Señor en la Solemnidad de la Pascua. Así este año, el Papa después de la proclamación del Evangelio de la Pascua, presidirá el rezo de los himnos heredados de la liturgia oriental, junto con la secuencia pascual de la liturgia romana.

Comentando esta feliz coincidencia, el año 2001, Mons. Piero Marini, Maestro de las celebraciones litúrgicas pontificias, puso de relieve que se cumple así el anhelo con el que el Siervo de Dios Juan Pablo II abrió el tercer milenio: «en esta perspectiva de renovado camino postjubilar, miro con gran esperanza a las Iglesias de Oriente, deseando que se recupere plenamente ese intercambio de dones que ha enriquecido la Iglesia del primer milenio. El recuerdo del tiempo en que la Iglesia respiraba con « dos pulmones » ha de impulsar a los cristianos de oriente y occidente a caminar juntos, en la unidad de la fe y en el respeto de las legítimas diferencias, acogiéndose y apoyándose mutuamente como miembros del único Cuerpo de Cristo» (Carta apostólica Novo millennio ineunte, 28). 







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