Mons. Comastri señala la importancia de recordar la Última Cena en la que se pone
de relieve el gran mandamiento, el del amor
Jueves, 5 abr (RV).- Esta tarde, a las cinco y media, se celebra, como es tradicional
al inicio del Triduo Pascual que hoy Jueves Santo comienza, la Santa Misa in cena
domini en la Basílica de San Juan de Letrán. Con la celebración de esta Misa,
la Iglesia recuerda la última Cena, durante la cual el Señor Jesús, en la noche en
la que iba a ser traicionado, amando hasta el final a sus hermanos, ofreció a Dios
Padre su Cuerpo y Sangre, en forma del pan y el vino, y mandó a los Apóstoles y a
sus sucesores en el sacerdocio, hacer la misma oferta.
Benedicto XVI presidirá
la concelebración de la Santa Misa y lavará los pies a doce hombres. Durante el rito,
se invita a los presentes a cumplir un acto de caridad en apoyo del Dispensario médico
de Baidoa en Somalia. La suma recogida será entregada al Santo Padre en el momento
de la presentación de los dones.
Recordando la Última Cena, “la Iglesia revive
con emoción y estupor, el gesto de Jesús cuando lavó los pies a los Apóstoles –ha
explicado para Radio Vaticano el arzobispo Angelo Comastri. “Se trata de un gesto
extraordinario, un gesto con un mensaje que nosotros no conseguiremos aprender. Pensad
que cosa estupenda –ha exclamado el arcipreste de la Basílica de San Pedro y vicario
del Papa para el Estado de la Ciudad del Vaticano- Dios, el Infinito, el Omnipotente,
que se arrodilla ante los Apóstoles y lava los pies gritando: ‘Dios es humilde, y
vosotros sois orgullosos’, ¡Qué paradoja!”.
En este sentido el arzobispo Comastri
ha recordado lo mucho que nos queda por aprender. “Todavía, el Jueves Santo, la Iglesia
revive la emoción del don del sacerdocio. Jesús –ha precisado- que acoge a pobres
hombres, como lo eran los Apóstoles, y dice: ‘Yo imprimo en vuestra carne, en vuestra
alma, algo de mi. Os invito a continuar la misión y os pido que me prestéis vuestros
ojos, vuestra boca, vuestros oídos, vuestros pies, para que yo pueda continuar a ser
pastor de mi rebaño. Pastor de mi Iglesia’”.
Por último el vicario del Papa
para el Estado de la Ciudad del Vaticano ha recordado que el Jueves Santo es el día
del don del gran mandamiento: el mandamiento del amor. “El mandamiento que nos diferencia,
el mandamiento que hace de nosotros el pueblo de la Nueva Alianza. ‘Amaos como yo
os he amado’, hasta la paradoja, hasta el gesto extremo, hasta el punto donde ya no
se pueda ir más allá, hasta dar la vida –ha exclamado el arzobispo Comastri- El Jueves
Santo, es un día que la Iglesia tiene que continuar viviendo, para ser precisamente,
Iglesia.