2007-04-03 15:26:31

Vigilia de oración ante la tumba de Juan Pablo II


Martes, 3 abr (RV).- En la noche de ayer tuvo lugar, en las Grutas vaticanas, una vigilia de oración ante la Tumba del Papa Juan Pablo II. El cardenal arzobispo de Cracovia Estanislao Dziwisz, por tantos años secretario personal del difunto Pontífice, presidió el Santo Rosario junto a un centenar de jóvenes con las meditaciones del arzobispo Angelo Comastrii, vicario general del Papa para la Ciudad del Vaticano.

“Después de la muerte pido Santas Misas y oraciones”: así lo escribió Juan Pablo II en su Testamento y esta invitación ha sido acogida por tantos jóvenes. Con ellos, ante la sencilla sepultura, pedida expresamente por el Pontífice polaco en su última voluntad como la de Pablo VI, las religiosas que le han acompañado hasta el final y el presidente de la República polaca. “Sed centinelas de la mañana”, dijo a los jóvenes el cardenal Dziwisz, que dio las gracias a Benedicto XVI, por el continuo recuerdo reservado a su predecesor.

El purpurado polaco recordó: “Nos hemos reunido también con él hace dos años. Yo, con algunas personas aquí presentes, estaba junto al lecho y vosotros debajo de la ventana, en la plaza, en las calles de Roma y él os escuchaba. ¿Qué cosa os dice hoy? Se preguntó el cardenal Dziwisz. “Sois la esperanza de la Iglesia, sois la esperanza de Benedicto XVI, sois la esperanza de al Iglesia y sobre todo en vuestros corazones toda su herencia. Hoy habla al mundo por medio de vosotros”.

Al meditar los misterios gozosos, durante la oración del Rosario, mons. Angelo Comastri recorrió las etapas de la vida del Pontífice fallecido explicando ante todo lo que animó su magisterio. “La experiencia de la invasión nazi y después la comunista, la experiencia dramática de la II Guerra Mundial le hicieron percibir cuán urgente es poner a Dios en la vida de los hombres”.

También el vicario del Papa para la Ciudad del Vaticano habló del anuncio misionero de Juan Pablo II, sus viajes, sus llamamientos en favor de la paz y en defensa de la vida humana. Si con su sufrimiento disminuía su fuerza física, observó el Arzobispo, crecía la eficacia de su ministerio.







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