XXII Jornada Mundial de la Juventud: “Como yo os he amado, amaos los unos a los otros”
Jueves, 29 mar (RV).- Este domingo, Domingo de Ramos, se conmemora la XXII Jornada
Mundial de la Juventud bajo el lema: “Como yo os he amado, amaos los unos a los otros”
(Jn 13,34). Precisamente, ante esta celebración, Benedicto XVI invitó el pasado domingo
a todos los jóvenes de la Diócesis de Roma a participar hoy en una Liturgia penitencial
en la Basílica de San Pedro.
La celebración diocesana de este año sirve de
preparativo para la celebración internacional de la próxima Jornada Mundial de la
Juventud, la XXIII, en Sydney, Australia, del 15 al 20 de julio de 2008. Por este
motivo, el Papa ha articulado la reflexión de este 2007 invitando a los jóvenes a
recorrer el camino que lleva hacia el descubrimiento del amor, un amor “verdadero,
fiel y fuerte”.
“Dios es amor” (1Jn 1,8.16). Con esta premisa, Benedicto XVI
invita a los jóvenes a analizar, que la esencia propia de Dios, consiste en su “ser
amor”. Éste sería el primer paso que los jóvenes tienen que dar, una vez reconocida
la fuente de todo amor, el Papa invita a analizar el modo en que ese Dios-Amor se
manifiesta al hombre. Para poder reconocerlo, el Santo Padre evoca la imagen de la
Cruz. “En la Cruz –dice el Obispo de Roma a los jóvenes- la manifestación de Dios
es total y perfecta, todos somos amados personalmente por Él con un amor sin límites”.
El
segundo momento de reflexión que el Papa ofrece a los jóvenes para la XXII Jornada
Mundial de la Juventud de este domingo, está inspirado en el grito: “Tengo sed” (Jn
19,28), con el que se revela una ardiente sed de amar y ser amado por cada uno de
nosotros. Porque, sólo si participamos en la intensidad de este misterio, “nos daremos
cuenta de la necesidad y la urgencia de amarle como Él nos ha amado”, precisamente
el tema de esta Jornada. Esto significa, explica el Pontífice, que hay que amar a
todos, sin distinción, incluso a los enemigos, “hasta el final” (cfr Jn 13,1).
En
este sentido, tres son los ámbitos en los que los jóvenes están llamados de forma
particular a manifestar el amor de Dios: la Iglesia, la preparación al futuro, y la
vida cotidiana.
En relación a la Iglesia, el Papa exhorta a los jóvenes a alimentar
con su entusiasmo “las actividades de parroquias, comunidades, movimientos eclesiales
y grupos”, a testimoniar el amor de Jesús con el anuncio de su Evangelio y “aceptar
con gusto, eventuales renuncias y sacrificios”.
El segundo ámbito de manifestación
y crecimiento en el amor es el empeño de cada uno en el camino hacia las grandes elecciones
de vida. “Para quienes están llamados al matrimonio, al noviazgo, es un periodo de
espera y de preparación –recuerda Benedicto XVI- que tiene que ser vivido en la castidad
de los gestos y las palabras, para poder madurar el amor, en la premura y atención
hacia el otro”. Porque manifestar el amor es también responder con prontitud a la
llamada del Señor al sacerdocio ministerial o a la vida consagrada.
Por último,
el ser testigos del amor de Dios, se manifiesta también a través de las múltiples
relaciones: familiares, escolares, de trabajo, o de tiempo libre. De ahí que el Papa
pida a los jóvenes, que desarrollen talentos y capacidades para ser “testigos de la
caridad” y que unan “a la formación profesional, el esfuerzo de adquirir conocimientos
religiosos útiles”, particularmente en el campo de la doctrina social de la Iglesia.
En
la reflexión que el Obispo de Roma lanza a los jóvenes para esta próxima Jornada Mundial
de la Juventud, el Pontífice invita a aprender del amor, “única fuerza capaz de cambiar
el corazón del hombre”, dado por los santos, en especial, Benedicto XVI evoca como
modelo para los jóvenes, madre Teresa de Calcuta.