Escuchar el programa Viernes, 16 marzo
(RV).- Hoy hablaremos de la solidaridad, la cooperación y en general la ayuda que
nos debemos unos a otros, en medio de las situaciones difíciles de pobreza que viven
tantos y tantos hogares en América Latina. No es nuestro interés en este momento y
menos en este espacio de familia entrar en discusiones sobre las diferentes causas
en han llevado al empobrecimiento económico de las familias en los diversos países,
lo que queremos es llamar la atención sobre algunos puntos contenidos en la pastoral
familiar, que nos permiten analizar un espacio de aceptación y encuentro de solidaridad
con las familias más necesitadas. Bienvenidos a estas reflexiones en familia.
Todos
sabemos que la pastoral familiar está hoy enmarcada en el ámbito de la Nueva Evangelización,
entendida como la evangelización de las culturas, con lo cual se quiere subrayar que
el Evangelio debe inserirse en la diversidad de las culturas porque sólo allí encuentra
su justo sentido. Hablar en el lenguaje, los símbolos, las tradiciones, lo que la
gente piensa y ve, es hablar de la dignidad y respeto por la persona humana, por lo
que ella es y representa. Entonces la evangelización de las familias implica la promoción
de la persona humana en todas sus dimensiones, porque es el Mensaje de Cristo que
habla desde la diversidad de cada ser humano, desde sus valores.
Estamos hablando
entonces de un principio ético, pues se trata del respeto de la persona humana, en
su derecho a existir como alguien digno, diferente e irreductible. Y la pastoral familiar
tiene necesariamente que responder a esta cuestión, especialmente en los países en
donde hay tantos millones de personas que viven en condición de pobreza, en donde
los cristianos se tienen que sumar a otros creyentes y a hombres y mujeres de buena
voluntad, que luchan por la construcción de un mundo más justo y fraternal.
Pero
no podemos olvidar que la familia tiene una tarea fundamental que es la educación;
de manera que los diversos miembros de la familia y la sociedad puedan participar
críticamente en la realidad presente, para que cada uno sea responsable de sus acciones
y valoraciones. Si esto es así, entonces será un individuo formado en la ética e integridad
de los principios del respeto y la fraternidad humana, que lucha por los derechos
de la justicia y la equidad, y sobre todo que ayuda, coopera y es solidario con los
mas necesitados.
No podemos hablar en abstracto de la realidad de las familias,
porque la situación de pobreza desafortunadamente es un factor que también está determinado
por otras realidades al interior de la familia como por ejemplo el problema de la
falta de educación o la deserción escolar, que en muchos casos se presenta por la
necesidad de los jóvenes o incluso los niños ingresen rápidamente a trabajar. Estos
son algunos de los problemas más comunes que se presentan al interior de las familias
y que obviamente unos conllevan a los otros.
Indudablemente la familia reproduce
en gran parte la problemática global de nuestra sociedad, es decir la familia puede
ser vista como una unidad mediadora entre lo global de la sociedad y el individuo.
Por ello, el problema de la pobreza y su efecto más negativo que es la pobreza extrema,
no se resolverá sólo con la renovación de las estructuras económicas, políticas y
sociales, si -al mismo tiempo- no se promueve un cambio radical en los valores de
las personas y la sociedad, si no se empieza verdaderamente una educación en los valores
del respeto de los derechos del prójimo, de una verdadera convivencia en la fraternidad
de una comunidad y no en el aislamiento de los individuos y en el egoísmo.
Lo
que estamos señalando es que para ayudar a las familias que día a día luchan por salir
adelante en sus vidas cotidianas, es preciso una cooperación desde todos los sectores
que involucre además a las familias como grupo, porque es en la vida cotidiana y en
los problemas ordinarios que la familia enfrenta diariamente donde se pueden brindar
soluciones concretas a los problemas.