2007-03-14 17:01:32

Cultura y Humanismo: Conferencia de Oslo sobre las bombas de racimo


Miércoles, 14 mar (RV).- Un año tienen los 49 países signatarios de la Conferencia de Oslo para poner fin a las bombas de racimo. Este tipo de bombas ha provocado grandes sufrimientos entre la población tanto durante como después de conflictos en todo el mundo, por este motivo el gobierno de Oslo convocó a finales del pasado mes de febrero una reunión para poner fin a las consecuencias humanitarias provocadas por su uso no regulado.

Desde 2005 Noruega ha trabajado activamente a favor de una prohibición internacional de las bombas de racimo con consecuencias humanitarias inaceptables. Cuando los miembros de la Convención sobre armas inhumanas (CCW) no consiguieron acordar una negociación real a favor de su prohibición en noviembre de 2006, el Ministro de Asuntos Exteriores Jonas Gahr Støre invitó a los estados interesados y organizaciones a reunirse para considerar medidas alternativas. La reunión “Conferencia de Oslo sobre bombas de racimo” fue un primer paso en un proceso que puede llevar a una efectiva prohibición internacional de las bombas de racimo.

España se sumó a la iniciativa que no fue apoyada por tres de los países presentes – Japón, Rumania y Polonia- pero que sí encontró el consenso de algunos de los productores mundiales o usuarios de bombas de racimo. Los 46 estados que han apoyado la declaración también han llegado a un acuerdo sobre el calendario y 'hoja de ruta' a seguir a partir de ahora. Las siguientes reuniones se celebrarán en Lima (en mayo o junio), Viena en noviembre y Dublín a comienzos de 2008, para analizar los avances que se realicen con el fin de seguir los pasos delimitados en Oslo, es decir, poner fin a una bomba que produce consecuencias humanitarias desastrosas.

Las bombas de racimo contienen un dispositivo que al abrirse, libera un gran número de pequeñas bombas. Estas sub-municiones causan diferentes daños, como perforar vehículos blindados con su carga explosiva o alcanzar y herir a la mayor cantidad de gente posible con sus fragmentos de metralla o comenzar incendios. Las bombas de racimo tienen un importante índice de error del 5%. Esto implica que muchas sub-municiones pueden no explotar pero, al igual que las minas terrestres, permanecen en el terreno como latas de bebidas arrojadas a la calle para detonar años más tarde. Se cree que hay miles de bombas de este tipo yaciendo en Kosovo.

Cuando explotan, las sub-municiones estallan causando daños y heridos en un amplio radio. La carga explosiva puede perforar un blindaje de hasta 17 cm de grosor. Contra objetos no protegidos, el daño causado por el impacto puede ser muchísimo mayor. Existen bombas de racimo con municiones buscadoras de calor, que se dirigen directamente hacia los vehículos. Otras son utilizadas en superficies minadas para activar los artefactos y despejar el camino.

A pesar de su letalidad siguen siendo legales, de ahí que el compromiso alcanzado en Oslo sea de gran valor para lograr el bien tan ansiado por la Iglesia: La paz. Porque como se preguntaba Juan Pablo II en su mensaje Urbi et Orbi de 1999, ¿Cómo hablar de paz, cuando se obliga a huir a las poblaciones, cuando se da caza a los hombres y se incendian las viviendas, cuando el cielo se estremece con el estruendo de la guerra, cuando resuena sobre las casas el silbido de los proyectiles y el fuego destructor de las bombas devora las ciudades y aldeas? ¡Basta con la sangre del hombre, derramada cruelmente!”.







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