Cultura y Humanismo: Conferencia de Oslo sobre las bombas de racimo
Miércoles, 14 mar (RV).- Un año tienen los 49 países signatarios de la Conferencia
de Oslo para poner fin a las bombas de racimo. Este tipo de bombas ha provocado grandes
sufrimientos entre la población tanto durante como después de conflictos en todo el
mundo, por este motivo el gobierno de Oslo convocó a finales del pasado mes de febrero
una reunión para poner fin a las consecuencias humanitarias provocadas por su uso
no regulado.
Desde 2005 Noruega ha trabajado activamente a favor de una prohibición
internacional de las bombas de racimo con consecuencias humanitarias inaceptables.
Cuando los miembros de la Convención sobre armas inhumanas (CCW) no consiguieron acordar
una negociación real a favor de su prohibición en noviembre de 2006, el Ministro de
Asuntos Exteriores Jonas Gahr Støre invitó a los estados interesados y organizaciones
a reunirse para considerar medidas alternativas. La reunión “Conferencia de Oslo sobre
bombas de racimo” fue un primer paso en un proceso que puede llevar a una efectiva
prohibición internacional de las bombas de racimo.
España se sumó a la iniciativa
que no fue apoyada por tres de los países presentes – Japón, Rumania y Polonia- pero
que sí encontró el consenso de algunos de los productores mundiales o usuarios de
bombas de racimo. Los 46 estados que han apoyado la declaración también han llegado
a un acuerdo sobre el calendario y 'hoja de ruta' a seguir a partir de ahora. Las
siguientes reuniones se celebrarán en Lima (en mayo o junio), Viena en noviembre y
Dublín a comienzos de 2008, para analizar los avances que se realicen con el fin de
seguir los pasos delimitados en Oslo, es decir, poner fin a una bomba que produce
consecuencias humanitarias desastrosas.
Las bombas de racimo contienen un dispositivo
que al abrirse, libera un gran número de pequeñas bombas. Estas sub-municiones causan
diferentes daños, como perforar vehículos blindados con su carga explosiva o alcanzar
y herir a la mayor cantidad de gente posible con sus fragmentos de metralla o comenzar
incendios. Las bombas de racimo tienen un importante índice de error del 5%. Esto
implica que muchas sub-municiones pueden no explotar pero, al igual que las minas
terrestres, permanecen en el terreno como latas de bebidas arrojadas a la calle para
detonar años más tarde. Se cree que hay miles de bombas de este tipo yaciendo en Kosovo.
Cuando
explotan, las sub-municiones estallan causando daños y heridos en un amplio radio.
La carga explosiva puede perforar un blindaje de hasta 17 cm de grosor. Contra objetos
no protegidos, el daño causado por el impacto puede ser muchísimo mayor. Existen bombas
de racimo con municiones buscadoras de calor, que se dirigen directamente hacia los
vehículos. Otras son utilizadas en superficies minadas para activar los artefactos
y despejar el camino.
A pesar de su letalidad siguen siendo legales, de ahí
que el compromiso alcanzado en Oslo sea de gran valor para lograr el bien tan ansiado
por la Iglesia: La paz. Porque como se preguntaba Juan Pablo II en su mensaje Urbi
et Orbi de 1999, ¿Cómo hablar de paz, cuando se obliga a huir a las poblaciones, cuando
se da caza a los hombres y se incendian las viviendas, cuando el cielo se estremece
con el estruendo de la guerra, cuando resuena sobre las casas el silbido de los proyectiles
y el fuego destructor de las bombas devora las ciudades y aldeas? ¡Basta con la sangre
del hombre, derramada cruelmente!”.