Presentación de la Exhortación Apostólica postsinodal de Benedicto XVI, Sacramentum
Caritatis, un documento para suscitar en la Iglesia un nuevo impulso y fervor por
la Eucaristía
Martes, 13 mar (RV).- Esta mañana se ha presentado, en la sala de presa vaticana,
la Exhortación Apostólica post sinodal de Benedicto XVI Sacramentum Caritatis, sobre
la Eucaristía fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia. El objetivo
del documento pontificio es “explicitar algunas líneas de acción para suscitar en
la Iglesia un nuevo impulso y fervor por el Sacramento de la Eucaristía.
Esta
mañana se ha presentado a la Iglesia Universal la Exhortación Apostólica Post-sinodal
“Sacramentum Caritatis”, el Sacramento del Amor o Sacramento de la Eucaristía. El
cardenal Angelo Scola, Patriarca de Venecia, Relator General de la Undécima XI Asamblea
General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y mons. Nikola Eteroviƒ, Secretario General
del Sínodo de los Obispos han acudido al Aula Juan Pablo II para presentar el documento.
Se trata de la primera exhortación apostólica del pontificado de Benedicto
XVI sobre la Eucaristía como fuente y culmen de la vida y la misión de la Iglesia.
“El Sacramento de la Caridad, la Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo
hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre”. Estas palabras
iniciales de la Exhortación, expresión del mensaje pronunciado por Jesucristo al instituir
al Eucaristía, provocaron en los apóstoles una emoción tal que ha llegado intacto
hasta nosotros. El Señor viene al encuentro de cada hombre creado a imagen y semejanza
de Dios, y viene como alimento de verdad y libertad para acompañarnos en nuestro caminar,
dice en su introducción el Documento.
El objetivo de la Exhortación, en palabras
textuales, es “explicitar algunas líneas fundamentales de acción orientadas a suscitar
en la Iglesia nuevo impulso y fervor por la Eucaristía.
Conciente del vasto
patrimonio doctrinal y disciplinar acumulado a través de los siglos sobre este sacramento,
en el presente documento deseo sobre todo, recomendar, teniendo en cuenta el voto
de los padre sinodales, que el pueblo cristiano profundice en la relación entre el
Misterio eucarístico, el acto litúrgico y el nuevo culto espiritual que se deriva
de la Eucaristía como sacramento de la caridad. En esta perspectiva, deseo relacionar
la presente Exhortación con mi primera Carta encíclica Deus caristas est, en la que
he hablado varias veces del sacramento de la eucaristía para subrayar su relación
con el amor cristiano, tanto respecto a Dios como al prójimo.
El esquema general
de la Exhortación se apoya en tres ideas centrales: la Eucaristía como Misterio de
Fe, la Eucaristía como Misterio que se celebra y tercero, la Eucaristía como Misterio
que se ha de vivir y anunciar para la santificación del mundo.
El Misterio
de la Fe se desarrolla como Historia de Salvación en la Nueva Alianza de Dios con
los Hombres, guiada por el Espíritu, vivida en la Iglesia y en los sacramentos. El
centro de esta fe es Jesucristo, verdadero cordero inmolado, que se entrega al instituir
la Eucaristía. El contexto de la institución era el de una cena pascual para conmemorar
el acontecimiento fundamental del pueblo de Israel: la liberación de la esclavitud
de Egipto. Dice la Exhortación en su número 10:
Éste es el contexto en el cual
Jesús introduce la novedad de su don. Al instituir el sacramento de la Eucaristía,
Jesús anticipa e implica el Sacrificio de la cruz y la victoria de la resurrección.
Al mismo tiempo, se revela como el verdadero cordero inmolado, provisto en el designio
del Padre, desde la fundación del mundo.
El Misterio que celebramos en la acción
litúrgica es el don que Cristo ha hecho de sí mismo en el Misterio Pascual. La belleza
intrínseca de la liturgia tiene como sujeto propio a Cristo resucitado y glorificado
en el Espíritu Santo que, su actuación, incluye a la Iglesia.
Las formas celebrativas
que van desde el arte, el canto, las proclamaciones, con un inmenso conjunto de rituales
expresivos buscan la participación plena y activa y fructuosa de todos los fieles.
Y
en la tercera parte de la Exhortación se invita a toda la Iglesia a vivir la existencia
cristiana con la coherencia de lo que se celebra y a hacer partícipes a todos los
hombres, culturas y pueblos de este misterio del Amor de Dios.
En efecto, en
el Día del Señor todo cristiano descubre también la dimensión comunitaria de la propia
existencia redimida. La presencia de Jesucristo y la efusión del Espíritu Santo son
acontecimientos que pueden confrontarse siempre con cada realidad cultural, para fermentarla
evangélicamente. La Eucaristía se convierte en criterio de valorización de todo lo
que el cristiano encuentra en las diferentes expresiones culturales. En este importante
proceso podemos escuchar las muy significativas palabras de San Pablo que, en su primer
Carta a los Tesalonicenses, exhorta: “Examinadlo todo, quedándoos con lo bueno”.