2007-03-13 16:04:08

Presentación de la Exhortación Apostólica postsinodal de Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis, un documento para suscitar en la Iglesia un nuevo impulso y fervor por la Eucaristía


Martes, 13 mar (RV).- Esta mañana se ha presentado, en la sala de presa vaticana, la Exhortación Apostólica post sinodal de Benedicto XVI Sacramentum Caritatis, sobre la Eucaristía fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia. El objetivo del documento pontificio es “explicitar algunas líneas de acción para suscitar en la Iglesia un nuevo impulso y fervor por el Sacramento de la Eucaristía.

Esta mañana se ha presentado a la Iglesia Universal la Exhortación Apostólica Post-sinodal “Sacramentum Caritatis”, el Sacramento del Amor o Sacramento de la Eucaristía. El cardenal Angelo Scola, Patriarca de Venecia, Relator General de la Undécima XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y mons. Nikola Eteroviƒ, Secretario General del Sínodo de los Obispos han acudido al Aula Juan Pablo II para presentar el documento.

Se trata de la primera exhortación apostólica del pontificado de Benedicto XVI sobre la Eucaristía como fuente y culmen de la vida y la misión de la Iglesia.

“El Sacramento de la Caridad, la Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre”. Estas palabras iniciales de la Exhortación, expresión del mensaje pronunciado por Jesucristo al instituir al Eucaristía, provocaron en los apóstoles una emoción tal que ha llegado intacto hasta nosotros. El Señor viene al encuentro de cada hombre creado a imagen y semejanza de Dios, y viene como alimento de verdad y libertad para acompañarnos en nuestro caminar, dice en su introducción el Documento.

El objetivo de la Exhortación, en palabras textuales, es “explicitar algunas líneas fundamentales de acción orientadas a suscitar en la Iglesia nuevo impulso y fervor por la Eucaristía.

Conciente del vasto patrimonio doctrinal y disciplinar acumulado a través de los siglos sobre este sacramento, en el presente documento deseo sobre todo, recomendar, teniendo en cuenta el voto de los padre sinodales, que el pueblo cristiano profundice en la relación entre el Misterio eucarístico, el acto litúrgico y el nuevo culto espiritual que se deriva de la Eucaristía como sacramento de la caridad. En esta perspectiva, deseo relacionar la presente Exhortación con mi primera Carta encíclica Deus caristas est, en la que he hablado varias veces del sacramento de la eucaristía para subrayar su relación con el amor cristiano, tanto respecto a Dios como al prójimo.

El esquema general de la Exhortación se apoya en tres ideas centrales: la Eucaristía como Misterio de Fe, la Eucaristía como Misterio que se celebra y tercero, la Eucaristía como Misterio que se ha de vivir y anunciar para la santificación del mundo.

El Misterio de la Fe se desarrolla como Historia de Salvación en la Nueva Alianza de Dios con los Hombres, guiada por el Espíritu, vivida en la Iglesia y en los sacramentos. El centro de esta fe es Jesucristo, verdadero cordero inmolado, que se entrega al instituir la Eucaristía. El contexto de la institución era el de una cena pascual para conmemorar el acontecimiento fundamental del pueblo de Israel: la liberación de la esclavitud de Egipto. Dice la Exhortación en su número 10:

Éste es el contexto en el cual Jesús introduce la novedad de su don. Al instituir el sacramento de la Eucaristía, Jesús anticipa e implica el Sacrificio de la cruz y la victoria de la resurrección. Al mismo tiempo, se revela como el verdadero cordero inmolado, provisto en el designio del Padre, desde la fundación del mundo.

El Misterio que celebramos en la acción litúrgica es el don que Cristo ha hecho de sí mismo en el Misterio Pascual. La belleza intrínseca de la liturgia tiene como sujeto propio a Cristo resucitado y glorificado en el Espíritu Santo que, su actuación, incluye a la Iglesia.

Las formas celebrativas que van desde el arte, el canto, las proclamaciones, con un inmenso conjunto de rituales expresivos buscan la participación plena y activa y fructuosa de todos los fieles.

Y en la tercera parte de la Exhortación se invita a toda la Iglesia a vivir la existencia cristiana con la coherencia de lo que se celebra y a hacer partícipes a todos los hombres, culturas y pueblos de este misterio del Amor de Dios.

En efecto, en el Día del Señor todo cristiano descubre también la dimensión comunitaria de la propia existencia redimida. La presencia de Jesucristo y la efusión del Espíritu Santo son acontecimientos que pueden confrontarse siempre con cada realidad cultural, para fermentarla evangélicamente. La Eucaristía se convierte en criterio de valorización de todo lo que el cristiano encuentra en las diferentes expresiones culturales. En este importante proceso podemos escuchar las muy significativas palabras de San Pablo que, en su primer Carta a los Tesalonicenses, exhorta: “Examinadlo todo, quedándoos con lo bueno”.







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