Benedicto XVI recibe esta tarde al presidente ruso Vladimir Putin
Martes, 13 mar (RV).- Benedicto XVI recibe - esta tarde a las seis - al presidente
Vladimir Putin. El Representante de la Santa Sede en la Federación Rusa expresa el
anhelo de que este encuentro fortalezca el diálogo entre católicos y ortodoxos, también
en los grandes temas que interesan a la humanidad.
Ante la audiencia - de esta
tarde - de Benedicto XVI al presidente Vladimir Putin, en una entrevista concedida
a nuestra emisora, el nuncio apostólico Antonio Mennini, representante de la Santa
Sede en la Federación Rusa, ha expresado el anhelo de que este encuentro fortalezca
el diálogo entre católicos y ortodoxos, también en los grandes temas que interesan
a la humanidad:
«La visita del presidente manifiesta las buenas relaciones
que existen en varios niveles entre la Santa Sede y la Federación Rusa. En lo que
se refiere a mis expectativas inmediatas, diría que ciertamente el Santo Padre y el
presidente Putin encontrarán una gran consonancia sobre aquellos que son los grandes
temas que más interesan a la humanidad. Recientemente, en una conferencia de prensa,
el presidente ha alabado el compromiso de las Iglesias y de las confesiones religiosas
en Rusia en lo que concierne al clima de conciliación y de comunión que promueven
entre todos los creyentes en Rusia. Creo que éste es ciertamente un aspecto sobre
el cual también el Santo Padre tendrá mucho que decir sobre la base de su experiencia.
Este encuentro brindará ciertamente buenos frutos en las relaciones ulteriores entre
la Santa Sede y la Federación Rusa, en ventaja también de la Iglesia católica en Rusia».
Mons. Mennini se ha referido también a la situación actual de las relaciones
entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, después de las dificultades de los
años pasados:
«En lo que concierne a las relaciones más directas entre las
dos Iglesias en la Federación Rusa, después de que se instituyera la Comisión bilateral
mixta para el estudio y la solución de los problemas locales y de las incomprensiones,
la situación ha mejorado sensiblemente. Ha mejorado también y sobre todo en el plano
de clima personal, es decir con los miembros de la mencionada comisión hay un excelente
clima también de amistad y de comprensión».
También se señala un clima
positivo en el diálogo ecuménico, como se desprende por el aprecio de los ortodoxos
en el compromiso ecuménico de Benedicto XVI:
«Después de la visita del Santo
Padre a Constantinopla, las valoraciones de altos exponente de este Patriarcado han
sido muy positivas. Pero ya lo eran las que se hicieron después de los primeros discursos
del pontificado de Su Santidad, de su compromiso ecuménico, de su discurso en Bari...
Recientemente, también con el impulso de los ortodoxos, se ha reimpreso una obra muy
conocida del entonces cardenal Ratzinger, ‘Introducción al cristianismo’ y el metropolita
Kyrill ha dado su disponibilidad para escribir la prefación».
El Representante
de la Santa Sede en la Federación Rusa nos habla también sobre los puntos más fáciles
para impulsar el diálogo con los ortodoxos, también a la luz de las experiencias de
la vida cotidiana de los fieles:
«Se realizan seminarios juntos, investigaciones
juntos... ello me parece muy importante. También hay ámbitos de colaboración local.
Por ejemplo, en mis visitas a las parroquias católicas veo que a menudo - a parte
situaciones difíciles que lamentablemente existen, también debido a un escaso conocimiento
entre una y otra Iglesia – hay experiencias de colaboración».
Finalmente,
Mons. Mennini nos habla sobre la importancia, no sólo para el mundo cristiano, de
un encuentro entre el Papa y el Patriarca Alejo II:
«Su Santidad Alejo II,
así como otros exponentes de esta Iglesia, han mencionado a menudo este tema. En particular,
el Patriarca nunca ha excluido esta posibilidad, esta eventualidad. Ha subrayado siempre
el hecho de que este evento debe marcar una meta de real y activo reacercamiento y
de pacificación entre las Iglesias. Por cierto, nosotros lo deseamos porque sería
una cosa muy importante, no sólo para el mundo cristiano sino, precisamente, también
por aquella defensa de los valores comunes y de la Casa común europea, que tanto apremia
también a la Iglesia ortodoxa.