2007-02-26 15:34:56

Ejercicios espirituales del Papa y sus colaboradores de la Curia Romana: excluir con prejuicios la existencia del más allá es una conducta irracional y una condena a una vida sin sentido


Lunes, 26 feb (RV).- Benedicto XVI y sus colaboradores de la Curia Romana participan desde la tarde de ayer en los tradicionales ejercicios espirituales de comienzos de Cuaresma. Las meditaciones - sobre el tema «Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra (Col 3, 1-2)» - están a cargo, este año, del cardenal Giacomo Biffi, arzobispo emérito de Bolonia.

Como él mismo anunciaba ayer en sus palabras antes del rezo del Ángelus, Benedicto XVI y sus colaboradores de la Curia Romana participan desde la tarde de este domingo en los tradicionales ejercicios espirituales de comienzos de Cuaresma, cuyas meditaciones - sobre el tema «Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra (Col 3, 1-2)» - están a cargo, este año, del cardenal Giacomo Biffi, arzobispo emérito de Bolonia.

En este contexto, esta mañana, en la capilla pontificia Redemptoris Mater, en el Palacio Apostólico, el prelado italiano se ha detenido sobre la invitación de Cristo «Convertíos y creed en la Buena Nueva, por que el Reino de Dios está cerca» (cf Mt 4,17 y sobre las palabras que caracterizan también el periodo cuaresmal, «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». Tras hacer hincapié en la importancia de la conversión interior, para alcanzar la alegría, que es fruto de arrepentimiento, tomando conciencia de la identidad cristiana, el cardenal Biffi ha subrayado la necesidad de la penitencia - ‘nunca ostentada’ - y de la reconciliación que nos vuelve a conducir a la ternura del Padre: «Con la conversión se logra una renovada experiencia de la ternura de Dios. De su bondad invencible, siempre vigilante, siempre atenta a intervenir en la hora del perdón y de la gracia reanimadora. Nunca lo olvidemos. Y entonces la vida bautismal renace y la linfa sobrenatural vuelve a circular copiosamente en las potencias del alma. Y, en fin, el camino de conversión y de arrepentimiento nos reconduce a la comunión perfecta con la Iglesia, organismo santo y santificante. Y la Iglesia, esposa fecunda del Señor Jesús, a través de la Palabra de Dios, de las acciones sacramentales, del ímpetu de su caridad... La Iglesia, día tras día, nos apremia e impulsa eternamente para que lleguemos todos como dice san Pablo a la unidad de la fe y al conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto en la medida que conviene a la plena madurez de Cristo».

«Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». En su segunda meditación de esta mañana, el cardenal Biffi ha destacado que en el periodo de la Cuaresma la Iglesia anhela impulsarnos hacia la meta trascendente del alma, respondiendo con la Resurrección de Cristo a la imploración de nuestro ser. Ante un mundo materialista y hedonista, la Cuaresma nos conduce al silencio interior y a invocar la Misericordia del Cielo. Ante las contradicciones en que vivimos - a veces también en ámbito pastoral – intentando, por un lado, censurar la muerte y, por otro, promoverla hasta lo inverosímil.

Ante la promoción de que todo acaba en la vida terrenal, sin la perspectiva del más allá; ante los suicidios o los accidentes de tránsito, en especial ante la muerte de numerosos jóvenes los fines de semana, el cardenal Biffi ha recordado la perspectiva de la vida y de la muerte cristiana. No es una resignación a la injusticia, como alguien afirmó ante la tragedia de la humanidad en Auschwitz. La muerte no es el punto final: «La Cuaresma no quiere apagar en nosotros la alegría. Sino que más bien nos quiere persuadir, aún más, de que sólo el creyente puede estar, lógica y razonablemente, en la alegría. No quiere inculcar en nosotros el miedo a la muerte – miedo que ya tenemos por cuenta nuestra. Quiere inculcar miedo a una existencia vivida con la idea desoladora de que la muerte es el evento conclusivo de todo. En el fondo, la Cuaresma quiere recordar sólo cuánto sería espiritualmente árida, conceptualmente insensata y humanamente miserable y desalentadora nuestra vida, si no lográramos reanimar y revigorizar cada día nuestra fe».

En este camino de la Cuaresma revivimos con mayor intensidad nuestra peregrinación hacia la Victoria de la Pascua de la Resurrección de Cristo. El cardenal Biffi introdujo sus meditaciones, de ayer por la tarde, haciendo hincapié en la existencia de un mundo invisible, evocando la percepción de las criaturas divinas ignoradas por el positivismo materialista. El purpurado destacó que excluir con prejuicios la existencia del más allá es, ante todo, una conducta irracional, porque el hombre - que no es omnisciente, no puede pretender afirmar con seguridad lo que no se ve - y es una condena a una vida sin sentido. Mientras que por el contrario, abrirse a la posibilidad de un mundo invisible quiere decir asomarse a un mundo en el que toda sorpresa es posible, a un mundo que no excluye, por ejemplo, la presencia de los ángeles».








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