El Papa expresa el deseo de la Iglesia de que se reconozca la libertad religiosa en
las Constituciones de los países latinoamericanos donde sólo se concede la libertad
de credo y culto
Sábado, 17 feb (RV).- Benedicto XVI ha recibido hoy en Audiencia a los representantes
pontificios en América Latina, reunidos en preparación de la V Conferencia General
del CELAM, que el Papa inaugurará en mayo con lema: «Discípulos y misioneros de Jesucristo
para que nuestros pueblos en él tengan vida».
La Iglesia en América Latina
vive la vigilia de un acontecimiento muy importante, casi un examen de conciencia
de la propia misión realizada en los últimos años: la V Asamblea General del CELAM,
y las Conferencias Episcopales del continente latinoamericano que tendrá lugar del
13 al 31 de mayo próximos en Aparecida, Brasil, y cuya apertura presidirá el Papa.
Precisamente, Benedicto XVI ha recibido hoy en audiencia a los representantes pontificios
que, desde el pasado jueves y hasta hoy, se han reunido para analizar las prioridades
pastorales del evento de mayo. Prioridades que el mismo Pontífice ha sintetizado en
su discurso de esta mañana.
El “Continente de la esperanza”, como definió hace
años Juan Pablo II a América Latina, vuelve a reflexionar sobre sí misma: su relación
entre la Iglesia local y las poblaciones del mundo numéricamente más católicas, entre
fe y desafíos pastorales presentes y futuros, entre ellos la tutela de la familia,
la difusión de las sectas, el reconocimiento de una efectiva y formal libertad religiosa.
Mirando a la próxima asamblea general del CELAM y al trabajo preparatorio de estos
meses -entre los que se ha tenido en cuenta el encuentro a penas concluido de los
representantes pontificios- Benedicto XVI sustancialmente ha sintetizado “la agenda”
de los trabajos.
América Latina tiene una gran tradición de catolicidad, hija
de una “epopeya misionera” definida “extraordinaria”: es en estas raíces por lo tanto
donde el pueblo latino-americano debe buscar las raíces de su ser y de su acción actual.
El Santo Padre ha querido reflexionar sobre el por qué de este fuerte enraizamiento
eclesial en el continente, que hace hoy de la Iglesia católica “la institución que
goza de mayor crédito por parte de las poblaciones latinoamericanas”: “Algunos ambientes,
lo sabemos, afirman un contraste entre la riqueza y la profundidad de las culturas
precolombinas y la fe cristiana, presentada como una imposición exterior y una alienación
para el pueblo de América Latina. Verdaderamente, el encuentro entre estas culturas
y la fe en Cristo fue una respuesta interiormente esperada por estas culturas. Este
encuentro por lo tanto no se debe rechazar, sino profundizar en él, porque ha creado
la verdadera identidad de los pueblos de América Latina.
Otra cuestión de relieve
pastoral ha sido subrayada por el Santo Padre respecto a un aspecto poco considerado,
el de la efectiva libertad religiosa de la que goza la Iglesia en América Latina.
“La Iglesia desea que en los países latinoamericanos, donde las Cartas constitucionales
se limitan a “conceder” libertad de credo y de culto, pero no “reconocen” todavía
la libertad religiosa, puedan cuanto ante definir las recíprocas relaciones, fundadas
sobre principios de autonomía y de sana y respetuosa colaboración. Ello permitirá
a la comunidad eclesial desarrollar todas sus potencialidades en beneficio de la sociedad.
Una correcta formulación jurídica de tales relaciones deberá tener en cuenta el papel
histórico, espiritual, cultural y social desarrollado por la Iglesia Católica en América
Latina”.
Clara ha sido la posición del Papa en defensa de la familia, “que
muestra signos de flaqueza bajo las presiones de lobbies capaces de incidir negativamente
sobre los procesos legislativos”. Divorcios y uniones libres van en aumento, mientras
el adulterio se le mira con injustificada tolerancia. Es menester aseverar que el
matrimonio y la familia tienen su fundamento en el núcleo más íntimo de la verdad
sobre el hombre y sobre su destino; solamente sobre la roca del amor conyugal, fiel
y estable, entre un hombre y una mujer, se puede edificar una comunidad digna del
ser humano”.
Al enumerar después los temas sociales más “candentes” del continente
Latino Americano – entre ellos la lucha contra la pobreza, el fenómeno de las migraciones,
la educación de los jóvenes y la formación de los laicos en grado de incidir en la
realidad social y económica – Benedicto XVI se ha detenido en una problemática muy
difundida. “Una presencia tan consolidada tiene que tener en cuenta entre otras cuestiones
el proselitismo de las sectas, la influencia creciente de secularismo hedonista postmoderno.
Sobre las causas de la actividad de las sectas debemos reflexionar seriamente, para
encontrar respuestas justas”.
Y un modo para “responder a los desafíos de las
sectas” -ha observado el Papa- es el de “informar de manera adecuada a la opinión
publica sobre las grandes cuestiones éticas, según los principios del magisterio de
la Iglesia”, con una “presencia eficaz en el campo de los instrumentos de comunicación.
Benedicto XVI ha hecho una última consideración sobre el papel de las nuevas realidades
eclesiales.
“Los movimientos eclesiales constituyen ciertamente un valioso
recurso para el apostolado, pero van ayudados para mantenerse fieles al evangelio
y a las enseñanzas de la Iglesia, también cuando trabajan en el campo social y político.
En particular, siento el deber de recordar que no les corresponde a los eclesiásticos
abanderar movimientos sociales o políticos sino a los laicos maduros y profesionalmente
preparados”.